LA COMUNIÓN

Dentro de la Fiesta Patronal a San Martín Obispo de Tours, cientos de niños y jóvenes iban a realizar la comunión, para recibir a Jesús en su corazón y emprender ese camino que él marca.

Me estaba preparando para ir pues me habían invitado, iba a ser una ceremonia en el atrio pues serían muchas las personas que se esperaban, los niños con sus padrinos y madrinas, los familiares y allegados.

Las campanas avisaban que ya llegó la hora de prepararse pues en un ratito la ceremonia dará inicio, tañían con gran contento parecía que el badajo sacara su mejor vibración en el golpe armónico al cuerpo de bronce, era día de fiesta y gozo, la alegría tenía que estar presente.

Por la calle se sentían los pasos apresurados de muchos de los niños y sus familiares que iban rumbo al evento, vestidos con sus hermosos trajes blancos, muy apuestos, con mucho cuidado caminaban.

Me estaba preparando para ir, cuando unas voces hermosísimas se escuchan, el canto impregna el ambiente, tan bello se oía, que me fui tras él, me acompañó hasta llegar al atrio, donde una gran cantidad de personas estaban reunidas.

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El coro del pueblo es prodigioso, son formados en el Conservatorio de Música que hay, donde las voces seleccionadas de tenores, sopranos, barítonos, mezzosopranos y todas las demás, regalan en los grandes eventos los cánticos que acompañan la misa.

No es un coro grande son pocos los integrantes, sin embargo meterse en el timbre de esas voces, en el sentir que trasmiten es viajar a otro espacio, donde la devoción se hace eco del momento, va hundiendo al alma en ese misticismo regocijado que abre hacia otra dimensión y el mundo desaparece.

Cuenta la historia, que un día de invierno, cuando Martín era soldado, se encontró en su camino con un hombre tiritando de frío y a medio vestir, entonces como no tenía otra cosa para darle dividió con su espada su manto en dos partes y una se la dejó al pobre.

En la noche vio a Jesucristo en sueños que se le presentó vestido con el medio manto que él le había dejado al pobre y lo escuchó decirle: «Martín, hoy me vestiste con tu manto».

Inmediatamente se hizo bautizar y de esa forma comenzó a recorrer el camino de Jesús y llegó a ser Santo, más allá que a su mentor el Obispo Prisciliano, por hereje le cortaron la cabeza, son esos misterios incomprensibles de la voluntad del Padre Celestial, el tiempo lo reinvidicó y lo volvió el primer mártir por luchas eclesiásticas.

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Fue con la historia que el padre empezó a hablar a los niños, mostrando también parte de la vida de ese Santo que conmemoraban.

La misa seguía su curso, las canciones elevaban más el instante, el corazón se alborozaba, además ver a todos esos niños en esa solemnidad, en esa entrega, en ese sentirse compenetrados con el momento, esperando acoger su Sagrada Comunión, donde recibirían a Jesucristo después de un año de preparación para el momento. 

Se acercan las ofrendas, esa canasta de panes que rememora cuando Jesús alimentó a una multitud, iniciando con una canasta con siete de ellos.

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El coro sigue guiando con sus voces con ese canto envolvente, mientras se desarrolla el rito, llega el momento del encendido de las velas que cada uno trae con él, todos se ponen de pie, es la renovación de la promesa que se hizo durante el bautismo, se enciende con la llama que parte desde el cirio Pascual, el fuego corona el pábilo y con ello la luz brilla para iluminar el camino a recorrer.

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Ha llegado la hora del sacramento, al son de una campana más pequeña, con un tintineo fuerte, sonoro y que despierta, abre el paso para que los jóvenes encargados lleven las hostias al padre que las consagrará durante la misa para dárselas a los fieles en esta comunión.

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Los niños y las niñas se van formando en filas juntos a los padrinos, con sus manos en oración.

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Se acercan al reclinatorio, se hincan y el sacerdote pronuncia:

-El Cuerpo y la Sangre de Cristo

-Amén

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Después cada uno se aleja en ese silencio sagrado de la comunión que se ha de guardar, donde en su fuero más interno entra en una conversación con Jesús, agradeciéndole, la vida, ese precioso don de la Eucaristía, la familia, la fe, así como pide perdón por aquellas conductas que no fueron buenas frente a los ojos de Dios. Oración, plática que siempre ha de terminar con un propósito de ser mejor cada día.

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La bendición final y el poder ir en paz.

Todos felices se saludaban, hablaban, se reunían en los grupos con la familia, los vecinos, los amigos, se sacaban fotos junto al Santo, que tan cerquita lo tenían, se aprontaban para ir ahora a la celebración y para aquellos que no les aguardaba la fiesta y la comida en la casa, se había preparado un sabrosísimo platillo de carne en salsa roja, acompañada de arroz y sus tortillas.

Casi todas las celebraciones se han de acabar con una comida donde todos compartan el alimento, las sonrisas, los encuentros y pasen un muy buen momento.

MÉXICO

NOVIEMBRE 2023

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