LA NUEVAS GENERACIONES
¡TIC!,¡TIC!, ¡TIC!, ¡PLAF!, ¡PLAF!, ¡TIC!, ¡TIC!, ¡PLAF!, ¡TIC!,¡PLAF!, acababa de salir, ponerle a los alados su arroz y su alpiste y esta era la melodía que se escuchaba ahí afuera.
Los ¡TIC! de los piquitos cuando pegaban al piso al recoger los granitos y los ¡PLAF! de las alas en esa batalla campal, que cada día se desata más, mas cuando no me encuentro afuera observando el espectáculo.
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Habíamos logrado que el patio se volviera un santo remanso, en donde todos convivieran en paz y fraternidad, gorriones y tortolitas, que fueran pocos los instantes en donde se agarraran a alazos, como es la forma de pelea entre esos seres ¡tan dulces! y tiernos, símbolo de los enamorados que siempre andan juntitos mirándose con cara del Profesor Girafales y Doña Florinda, (personajes del «Chavo del 8», esa serie mexicana que adquirió en su época mucha notoriedad), claro que no hay que desconocer que en la relación con la pareja así es el comportamiento, sin embargo con sus congéneres, otra cosa es lo que amerita.
Así andábamos, de nuevo surgían los conflictos y las plumas empezaban a volar por todas partes, pues cada día había más furia, resulta que los jóvenes querían ganarle el territorio a los más viejos, que ya por su condición habían perdido fuerza y agilidad, en cambio los otros estaban en su pleno apogeo, en muy buena forma y no se diga, cómo les iba a los pichoncitos, los recién saliditos del nido, pues el plumaje suave no resistía y andaba danzando de un lado para otro.
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Había llegado una parejita que se la veía muy pero muy enamorada, era un embeleso observarla, pues él tenía para con ella una serie de delicadezas, digna de envidia de cualquiera, pues no permitía que nadie la perturbara cuando comía, la protegía con su ala la cual se la ponía sobre su cuerpo, conducta que era la primera vez que veía.
Era aguerrido, con seguridad que hijo de alguno de los conocidos pues él no me temía, ni los ¡CHISsss!, ni los silbidos, ni a cualquier sonido que hacía para evitar las peleas, por el contrario mientras todos volaban al sentirlos o se retiraban, él se acercaba a mí, como utilizándome para sus fines.
Los dos juntos paseaban por el patio, comían, tomaban sol acostaditos en el piso, mientras los otros aterrados no bajaban de las alturas.
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Hasta el Mandamás, que había sido uno de los peleoneros, no podía con él, pues esa nueva generación no se detenía frente a nada, traían con ellos la dulzura y la violencia empaquetadas en el mismo envoltorio.
Un día, estaba dentro de la casa, escuchando la sinfonía combativa que se estaba desarrollando cuando de repente, entra Coquita volando y como siempre lo primero que hace es golpearse contra el vidrio de la ventana que estaba cerrada para luego pararse en ella y mirarme con esos ojos despavoridos, salidos de sus órbitas, como pidiéndome que la protejiera.
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-¿Qué pasa Coquita?- le pregunto- ¿qué fue lo que te asustó tanto?, ¿la pelea de ahí afuera?- solo daba vuelta su cabecita y me miraba- Descansa un poquito, luego te doy a ti solita, «no te juntes con esa chusma», (como decía Doña Florinda a su hijo Quico también en «El chavo del 8»). Ahí paradita se quedó por un buen rato, hasta que terminé lo que estaba haciendo y me paré para salir fuera y ver que era todo ese desorden y esa pérdida de la sana convivencia.
Al verme todos se fueron volando, no se si asustados o que ya habían acabado y era tiempo de irse a dar la vuelta.
Coquita me siguió y se quedó en el piso esperando, en ese bailecito que tiene que me hace siempre sacar una gran sonrisa, pues vio que llevaba mi vaso térmico en la mano, lo que significaba que estaba el alpiste que todos los días le dejo luego de beber la infusión que preparo con él, esa que dicen que sirve para la presión alta o desbalanceada, para los nervios, para limpiar el hígado y los riñones y para otros menesteres . Ella conoce bien los horarios como si tuviera relojito y cuando me atraso, entra a la casa para avisarme que ya llegó el momento.
Tiré como siempre el sobrante, pues no lo cuelo y enseguida se puso a comerlo y en un instante llegaron los otros dos inseparables y ya ancianos también, de los primeros pobladores de este mágico patio: Mandamás y la Despeinada.
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También otro territorialista, que no tolera a Coquita y sus privilegios, por más que él también ya se ha ganado algunos, pero ese sentimiento que se apodera de no estar conforme con lo que se tiene sino que además se quiere lo del vecino, tan clásico en muchos seres.
Sin embargo, con todos estos cambios que se están dando con esa nueva generación han llegado a un acuerdo parecería y determinados privilegios que tienen ellos los comparten y llegan a comer juntos sin peleas si estoy mirándolos, pues apenas me doy vuelta el Mandamás regresa a sus viejas estratagemas.
«No hay mal que por bien no venga» dice el dicho, pues por lo menos eso llevó a que estos tres se entendieran y pudieran aunque sea con supervisión tolerarse, pues por la forma en que se llevaban, la verdad que no se podía imaginar que algo por el estilo sucedería.
Ahí me senté en los escalones a tomar un poco de solecito que estaba bien rico, con estos fríos que andan haciendo que todo congelan, estar un ratito dejando que sus rayos dorados acaricien la piel mientras, le regala al cuerpo esa ¡tan necesaria!, vitamina D y lo llena de endorfinas, es todo un privilegio, esas dádivas que da la vida que no cuestan absolutamente nada y que no todos saben aprovecharlos, creyendo de repente que el bienestar hay que comprarlo, que se encuentra en los «lujos»y en todo eso que no tengo.
Ahí venía a mi mente esas palabras del «Salmo 133»
«Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.»
o esa otra de José Hernández – «El Gaucho Martín Fierro»
«Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera»
En eso estaba cuando de repente, un ¡Bzzzzz!, ¡Bzzzzzz!, se deja sentir, sacándome de mis, ¡tan extraordinarias cavilaciones!.
– Y ahora, ¿quién anda por ahí?
CONTINUARÁ….
MÉXICO
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CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LA CARICATURA EXTENDIDA
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: DIAS DE CARICATURA (2)
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: DÍAS DE CARICATURA
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

Qué tierno y hermoso y también qué impresionante violencia puede haber en ese universo pajaril ¿se valdrá decir así? Me encantó
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Gracias Luz, si, las tortolitas mexicanas cola larga como se le conocen son muy territorialistas, y cuando eso sucede en «ese universo pajaril», se despluman. Abrazo grande
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Me encantan estas crónicas, Themis, y como plasmas tus dotes de observación y contemplación. Con la cita del Chavo del ocho me has traído a la memoria cuando estaba de moda y los niños en la calle se decían «chusma, chusma» agitando los brazos…
Un fuerte abrazo!
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Son divertidas José Manuel, sacan muchas sonrisas. Si el Chavo del ocho fue conocido en todo el mundo y gustaba mucho verlo en familia y esa frase como otras se hicieron famosas. Gracias, abrazo grande
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Hola Themis, un relato super agradable, con tu estilo característico, contándonos las aventuras del patio. Me sorprende mucho que puedas distinguirlos aunque me imagino que tanta observación de ellos pues ya tienes «afinado» el ojo. Me encanta que confíen en ti y que los más veteranos puedan beneficiarse de que tu pongas un poquito de orden sin intervenir demasiado. Estos jóvenes de hoy en día ya no tienen respeto por sus mayores jajaja. Saludos.
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Antes los diferenciaba más, ahora son unos poquitos sobre todo a Coquita y la parejita del Mandamás y la Despeinada, y a algunos gorrioncitos, pues son los más antiguos, tienen mucha confianza, entran a la casa, y tienen pequeñas particularidades en las plumas.
Son muy divertidos, paso ratos muy lindos con ellos y fueron mis compañeros de pandemia, de ahí comenzó nuestra relación.
Sin lugar a dudas tienes razón no respetan a sus mayores, jajajajajajaj. Gracias Ana, abrazo grande
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A la generosidad de este patio, acuden unos a poner lo mejor de sí mismos y otros a sacar lo peor de los demás. Como se dice de la vida humana, quién siembra vientos recoge tempestades. Un abrazo.
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Igual que tu lo veo, tarde o temprano te llega, recibes lo mismo que soltaste, aunque en apariencia nadie lo note, pues muchas cosas la procesión es por dentro.
Gracias Carlos, te mando abrazo bien grandote
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Excelente crónica que conozco muy bien. Aquí donde vivo estoy rodeada de tórtolas y gorriones, y parece que describes con pelos y señales lo que pasa cuando les echo de comer. Las peleas, las plumas, las separaciones… Y qué hermoso es reflexionar sobre lo que nos rodea, Themis. Gracias, amiga. Mi abrazo grandote.
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Así son Julie, más cuando llegan nuevas y bravuconas, peleando la territorialidad, me divierto con ellas. Me encanta reflexionar con lo que veo, unirlo a frases leídas, a recuerdos de otros tiempos, Gracias a tí por leerlo y estar tan cerca de lo que ocurre con los alados. Abrazo grandotototee
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