PONIENDO LA LONA
Maguito es una pastorcita del desierto en México, entre otras cosas, como nunca pudo ir a la escuela de niña, estudió de adulta y a sus 63 años, cuando estaba cursando su secundaria, su maestra la motivo para que se presentara con una historia en el concurso organizado por la Secretaria de Marina de México: «Memorias del viejo y el mar» y obtuvo el primer premio a nivel nacional.
Nos conocimos cuando ella andaba con sus chivos por el monte y desde ahí comenzamos una amistad.
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Nació el día que los Reyes Magos llegan a repartir presentes para los niños y la trajeron a ella, como si quisieran dejar de regalo al mundo a este ser que es un ejemplo para muchos, el de estar seguros que los sueños se cumplen, que todos los obstáculos que la vida nos pone adelante es por algo y que hay que luchar para brincarlos, para darles la vuelta y seguir adelante por el camino, para ello se necesita el esfuerzo que hay que hacer para lograrlos.
Este año muy feliz iba a festejar sus 67 años de andar por esta vida, de corretear montes, de estar fundida a la naturaleza, de haberse vuelto una parte de ella, de encontrar en la contemplación y el estar solo del pastoreo a la inmensidad, a Dios, a lo sagrado, asombrarse y maravillarse con ese mundo celestial en el cual se sumerge, que le agradezco que me lo muestre, aunque sea por instante me haga partícipe de él.
El sol estaba fuerte, quemante sobre nuestras cabezas, la invitación había sido a las dos de la tarde, sin embargo emprendimos el camino un poco más temprano pues algo decía, que así había que hacerlo por si se necesitaba algún tipo de ayuda, que nunca sobra cuando se está organizando un evento.
Paso a paso fuimos subiendo la cuesta, al llegar a la calle que nos iría marcando el camino, mientras dejábamos atrás al pueblo y las alturas se acercaban, la brisa corría dando ese refrescar tan necesario en ese momento
Un poco antes de llegar a su casa, vimos que Maguito salía de ella cargando una pala en su hombro, de esas que se usan para hacer pozos y nos grita que era para arriba que había que seguir, ahí nos espera y nos dice que no será en su casa, pues no tiene lugar y se encamina rumbo a lo alto.
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Llegamos a él, sin lugar a duda un descampado y ahí sí la brisa se dejaba sentir, en el sol el calor y en la sombra soplaba ese airecito de invierno, algo muy usual en el desierto que es una forma de templar, no solo al cuerpo sino al alma para las inclemencias que en él aguardan.
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Un vecino estaba ayudándola removiendo un poco la tierra, había que hacer unos pozos y ahí sembrar los palos para amarrar la lona, un muro colindante de otro terreno que tenía unos alambres colgando, sería la otra base para hacerlo.
Con el instrumento que había subido era mucho más fácil el agujerear esa tierra que es dura por la poca agua que le cae y dificulta la tarea.
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Iban a faltar unos amarres, se habían quedado en la casa, allá fue Maguito a buscarlos, camino abajo.
Mientras el señor pica y pica la tierra va contando historias, cuentos reales o inventados, eso nunca se sabe por estas regiones, o muchas veces de tanto repetirlos se les va poniendo adornos y agregando contexto, lo que cada día lo hacen más divertidos y con ellos sacan la risa. Ese remedio infalible para todas las penas y para pasar un momento grato, romper el hielo inicial cuando las partes no se conocen mucho y pasar un rato ameno.
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Contaba que era viudo, que se había hecho un ranchito, pues andaba buscando a su cascarita.
-¿Y quién es la cascarita?
De ahí nació el cuento que su compadre, conocido parece por tener diferentes asuntos con faldas, un día estaba con una de ellas y ella le hace esa típica pregunta de mujer que quiere que le definan qué son, que se implique en algo, como si eso fuera a hacer que el hombre se sintiera comprometido, por el contrario a la mayor parte los lleva a mentir y mienten sin ningún problema con tal de conquistar a la mujer y lograr que ella se les «entregue», le preguntó:
-¿Qué soy yo para ti?, tu mujer, tu pareja, tu amante, tu amiga, tu novia.
Él se quedó pensando y le dijo:
-Eres mi cascarita- mientras unía sus manos en oración, como si fuera una almeja, y le mostraba que ella era su otro lado.
-Y, ¿sigue con ella?-le preguntó su interlocutora
– ¡Qué va a seguir!, les duran un poco y luego cambia la cascarita.
La risa no tardó en soltarse, una buena ocurrencia mientras con el hierro seguía golpeando el suelo.
Llegó Maguito trayendo las cuerdas y se puso enseguida a ayudar, en eso llegó el taxi, que son autos que llevan pasaje o algo que se necesite, que traía los refrescos.
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Había que ir por la comida, que estaba todavía más abajo en la montaña, pero el chofer se niega a hacerlo pues dice que tiene otro viaje, no le alcanza el tiempo, que el camino es muy malo y se le maltratan los amortiguadores.
En eso llega otro del cual bajan algunos invitados, le pide para que la lleve, pero no puede el motor se recalentó con la subida y tiene que abrir el cofre para que se enfríe un poco.
No hay más remedio, hay que bajar a pie, pasar a buscar la carretilla y con ella subir la gran olla donde prepararon el adobo de conejo y el arroz rojo y por la casa que está más cercana, por el consomé de pollo para los que no comen chile y lo que no puede faltar, las tortillas de maíz.
Allá se van camino abajo en busca de lo necesario.
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*
Otra vuelta para la cumpleañera que en lugar de estar esperando que los demás hagan y ella solo reciba a los invitados que la vienen a agasajar, solita estaba en los preparativos, pues siente que eso se merecen los que van a llegar y es su gran gusto el recibirlos.
CONTINUARÁ…
MÉXICO
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Me he visto ahí, Themis, con todos vosotros junto con ese personaje tan potente que es la madre naturaleza, en el cumpleaños de Maguito. Porque me lo has hecho sentir y vivir.
Un abrazo.
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¡Qué lindo!, que lo hayas disfrutado, el lugar una maravilla, esa gran inmensidad que rodea bien arriba en el cerro, ya casi saliendo del centro poblado, donde las casas están alejadas una de la otra. Gracias Maria Pilar por tu compañía. Abrazo fuerte
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Pues muchas felicidades a Maguito. Ya nos contarás cómo terminó su fiesta.
Me hizo mucha gracia la «novia cascarita». Es mejor no preguntar.
Abrazo!!
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Gracias Eva, la próxima entrada va la segunda parte. Sin lugar a dudas mejor es no preguntar, pues nunca se sabe cuál puede ser la respuesta. Abrazote grande
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Qué bonito ejemplo cuando se desea celebrar compartiendo el fruto de nuestro esfuerzo y hasta subir el almuerzo y además preparar el local. Un abrazo.
Cómo será el sabor de ese arroz rojo que nunca he probado?
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Tiene otro sabor, esa compañía con la humildad, la sencillez y el corazón, y el amor de las personas que llegan pues es un esfuerzo el hacerlo, sin embargo el paisaje y el momento es un regalo de los cielos.
El arroz rojo, un arroz muy rico, con un sabor por momento acidito, típico de la cocina mexicana, se puede decir que es preparado con salsa de jitomate.
Gracias Carlos, abrazo grande
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Ya quiero ver cómo terminó el cumpleaños. Imagino que aún faltan preparativos.
Qué hermosa historia, Themis. Me gusta lo que cuentas y cómo lo cuentas. Espero lo que sigue. Un fuerte abrazo, grandote.
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Si, el toldo algo fundamental, luego todo lo demás y a festejar, muy hermoso momento, rodeado de esa inmensidad, muy arriba en la montaña. La próxima entrada será la segunda parte. Abrazo y gracias, Julie
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Que buen día pasasteis en esos bonitos y naturales paisajes. Un saludo muy grande de parte de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO.
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Gracias Jerónimo, son hermosas las fiestas que se festejan en México al aire libre, donde se pone un toldo, se acomoda el lugar y estás rodeado de paisaje. Abrazo grande
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