LA LLEGADA DEL 2023 (3)

EL CAMINO

Me despedí de Maguito, con todas sus recomendaciones de cuidarme de las piedras boludas, pues si bien el camino que iba a emprender, era más llano y con menos dificultad, eso podía ser un engaño, ya que en cualquier momentos si uno pisaba en mal lugar podía desplomarse con mucha facilidad.

Le agradecí toda su preocupación, el momento vivido y me fui.

Miré hacia atrás y ahí la vi, rumbo a ese cerro que estaba en la distancia, donde:

-En aquel claro blanco, allá, hasta ahí hay que llegar, hay más comida para ellas-  refiriéndose a esas chivas que sabiendo en donde se encontraba el alimento no se detenían.

*

*

Seguí envuelta en el silencio, ni un pájaro se sentía que revoloteará o pasará volando, ni un graznido, absolutamente nada. Los sonidos habían sido borrados y un mutismo hondo se hacía cargo de ese paraje amplio y solo, inmenso, donde el recogimiento se iba instalando, se sentía a lo sagrado ahí fuera, envolviendo cada centímetro del cielo y de la tierra, creando una cúpula que rodeaba y aislaba, una voz silenciosa vuelta vibración venía de muy adentro.

Miraba ese terreno blanquecino, lleno de piedras de todo tipo y entre ellas las boludas, abundaban.

*

*

Seguí lentamente mi camino, era el mío, el del inicio del año, ese que había determinado empezarlo de una forma diferente, llena de enigmas para ser resueltos, de aventuras, superando al miedo o lo que es más, llevándolo al lado,  ¡claro!, no instalándome en él, pues si es así detiene, en cambio si se lo vuelve un compañero de correrías, el también puede ser un buen consejero como la «Dientona», ella que siempre va del lado izquierdo de nosotros aunque no la veamos. O, ¿será acaso que los dos se complementan para protegernos?.

Miedo y Muerte, juntos andan y mandan recordatorios de que en esta Vida hay que ser osados, hay que saber, hay que entender con el corazón, aprender a  escucharlo y  más adentro aún a ese ser inmutable que nos observa, que será quien si lo dejamos y nos fundimos se volverá nuestro guía no solo en esta realidad, sino en la que continúa cuando sigamos nuestro viaje.

Hermoso irse encontrando con todo aquello que rodeaba, esos detalles sutiles, que la vida regala para mostrarnos el color en todas las cosas.

Unas pequeñas flores magentas aparecían muy airosas, me sacaron una gran sonrisa cuando las vi, pues era un paisaje llano y homogéneo, donde los colores no abundaban, parecían todos iguales para aquellos que miran a vuelo de pájaro, sin tener la visión perfeccionada como la de ellos, capaces de determinar cada pequeña pincelada diferente que apareciera.

*

*

El calor estaba sofocante, sin lugar a dudas ya estábamos más allá del mediodía, había llegado pausado y lento, sin hacer mucha alharaca de su acercamiento, tan distante como estaba de todo, en otro espacio, donde el tiempo no se percibía, ni era necesario el hacerlo.

Ahí me encontré con el viejo sotolín, ese que me había regalado energías cuando íbamos de camino a lo recóndito del lugar, en búsqueda de comida para las chivas hambrientas, en este invierno donde la lluvia no se presenta, para que despierten las semillas adormecidas entre tantas piedras.

A él lo había conocido hace muchos años, ya ni sé cuantos, antes de la pandemia, antes de que el mundo cambiara, fue el primero que abracé en mi vida, fue al primero que conocí tan de cerca, fue del primero que me enamoré por su forma de estar, por su paz, por esa serenidad que guarda por dentro y por fuera, donde esa corteza gruesa protege a ese  almacenamiento de agua que él es. Líquido, alimento y energía es lo que él regala.

También en este lugar conocí a Maguito con sus chivas, la vi a lo lejos caminando con ellas, parecía una imagen de otra época, al acercarnos nos recibió con dulzura, una sonrisa y alegría por el encuentro. Enseguida el ¡CLINCH! cerró esos sentires del corazón, donde las palabras sobran.

Ahí llegué junto a él lo volví a rodear con mis brazos, le agradecí el que se cruzara en mi camino y fuera  sombra reconfortante.

*

*

¡Los caminos!, ¡los caminos!, se entrecruzan, se vuelven parte del destino.

Me senté un rato a su lado, en esas piedras blancas, que servían de asiento, quedé mirando hacia adelante, donde un conjunto de plantas con unas espinas muy amenazadoras, con las cuales se protegen de los depredadores, estaban frente.

Recordé también que la primera espina que me clavé en el aprendizaje en este desierto fue una parecida a las que ellas tienen, cuando había ido a visitar a un árbol rojo que se encontraba en el medio de la nada, que llamó la atención, sin embargo, estaba fuera del camino trazado por los animales o los humanos.

*

*

Esa acción de riesgo que a veces se entabla aunque con cuidado, sin embargo al no ser diestros, al pisar una piedra boluda con seguridad, en la pérdida del equilibrio momentáneo, me enterré una de ellas en la rodilla, ahí aprendí que no hay que moverse pues al hacerlo uno se encuentra rodeado por ellas y parece que lo atacaran o les estuvieran dando una sesión de acupuntura natural, para que aprenda a hacerlo o no se meta en donde no debe.

Buen rato quedé contemplando, recostada al sotolín que me iba pasando una suave y refrescante energía, poco a poco los ojos se cerraron y quedé inmersa en el vacío, flotando.

El graznido de un ave hizo que regresara, parecía que había sido mandada para que reaccionara.

Me paré y reemprendí mis pasos, al avanzar un poco llegué a una encrucijada, donde si miraba para adelante parecía que el camino estuviera cerrado, más allá que algo dentro decía que lo siguiera, sin embargo no escuché a esa voz sutil y me di vuelta y tomé el otro, aunque era muy diferente al que recorría.

Un cactus enorme sentí que me miraba y hasta dentro de mi «alucine» lo veía que se sonreía y entre los brazos murmuraban con cierto sarcasmo, sin lugar a dudas me encontraba en otra frecuencia.

*

*

Más allá seguí y a los metros nada más visualicé que el camino estaba completamente cerrado, había que bajar por un mini barranco, lleno de plantas espinosas, no me arriesgaba, eso no sería ser osado sino imprudente, más viajando sola. A lo lejos se veía el pueblo, no había pierde.

*

*

Di la vuelta, cuando pase cerca del cactus, lo volví a mirar con cara de reconocimiento y dentro mío fluyeron las palabras.

-En este mundo de laberintos hay que aprender a reconocer el camino por el que uno va para no perderse o dar vueltas innecesarias o tomar la opción más fácil. Hay veces que hay que seguir un poco hacia adelante para corroborar que lo que vemos coincide con la realidad, hay caminos que simulan ser una cosa y son otra, hay caminos engañosos por la comodidad y hay caminos que se ocultan para ser encontrados por aquellos que se dejan guiar.

Lo saludé y le agradecí, volví al punto de donde me había desviado y si bien parecía que el camino que tenía delante no seguía, apenas recorrí unos metros me di cuenta que un montículo tapaba al gran sendero ancho que se abría.

Una gran sonrisa atravesó mi cara, muy buenas enseñanzas poblaron este nuevo inicio de año y ahí me la encontré a Ella, si a mi sombra de sombrero llevando el cayado, la mochila y emprendiendo conmigo el descenso.

*

*

Así fuimos por un muy buen rato, las dos juntas, inseparables, compañeras de andanzas, platicando de lo vivido en silencio.

MÉXICO

***

LA LLEGADA DEL 2023

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10 comentarios en “LA LLEGADA DEL 2023 (3)

  1. He dado con tu blog por casualidad. Hoy era el día de milagro y ha surgido con estas imágenes y esas palabras que tanto me han recordado, en el estilo, a «Pedro Páramo» de Juan Rulfo. Un autor que tengo en un altar.
    Enhorabuena. Un gran texto.

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    1. Gracias Azurea, me alegra que te haya gustado y esa comparación que no pienso merezco, aunque es lindo que lo comparen con un escritor de ese talante. Es este espacio que habito que te abre a esas experiencias y esas palabras. Un abrazo grande

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    1. Gracias Eva, me da gusto que así lo veas, cuando se anda en la contemplación, surjen muchas de ellas, enseñanzas.
      La sombra una parte fundamental de nosotros, que muchas veces ni nos volteamos a mirarla. aquí en el semi desierto parecería que es mucho más notoria.
      Abrazo grande y sé feliz

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    1. El camino no es siempre el mismo, como no lo fue este, la subida por un lado y la bajada por otro, explorar no es el problema, sino el creerse en el sendero que es el nuestro y encontrarnos contra la pared, tratando de atravesarla. Gracias Carlos, abrazo grande

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  2. Hola Themis, qué buen paseo te diste en ese semidesierto tan hermoso, con ese cielo azul tan llamativo. Bonitas reflexiones, es verdad que hay que saber disfrutar de la naturaleza, saber ver lo que nos quiere enseñar. Hoy en día poca gente la aprecia, pegados como andamos a la tecnología luego se nos olvida que hay una gran Maestra ahí afuera… saludos.

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    1. Hola Ana, tal vez algún día el ser humano regrese a su esencia y se de cuenta que la tecnología no enseña, entretiene y encierra, hace que mire un solo punto y pierda el infinito y el horizonte. No es mala en si misma, es una herramienta, sin embargo la vida está lejos de ella. Un abrazo bien grande y gracias

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  3. Qué hermosa reflexión de lo que somos si sabemos por donde vamos, el camino es muy importante, conocerlo, disfrutarlo, saber de sus peligros… Me ha encantado leerte, una
    vez más, Themis. Gracias por transmitirnos tanto. Mi abrazo y admiración. Saluda a tu
    sombra. Me gusta el sombrero.

    Le gusta a 2 personas

    1. Gracias Julie, así es, el camino es parte de nosotros mismos aunque muchas veces lo desconozcamos y no le demos importancia.
      Mi sombra recibe tus saludos con mucho gusto. El sombrero…..un día escribiré de él, otro compañero de aventuras. Abrazo grande

      Le gusta a 3 personas

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