CONVITE A UN ENCUENTRO
Venía viendo la luna que se me aparecía por todas partes, como si me persiguiera, cuando menos la imaginaba ahí frente a mí, surgía.
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Por momentos, se me hacía que me quería decir algo, por lo menos llamar mi atención, pues llevaba tiempo en que ni siquiera me detenía a contemplarla, días muy ajetreados.
Más allá que mi razón que en esos días andaba preponderando, sutilmente para no lastimarme, me decía:
-¡Deja ya!, de crear cuentos
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El día que más patente se me hizo, fue en ese atardecer cuando regresaba desde la ciudad, donde cada día paso más tiempo de mi vida, entre un ritmo acelerado, lleno de ruidos y movimientos vertiginosos, donde parece que la calma hace tiempo que desapareció y que se está borrando de la faz de los días, o ¿de la Tierra?.
Cada vez que me subo al autobús de regreso, me siento junto a la ventanilla, pues no hay imagen más hermosa ni sensación más nutritiva que cuando comienza a salir de las calles transitadas del orbe y toma el empinado camino subiendo la montaña, rumbo a ese enigmático desierto que comienza a rodear con su paisaje. Poco a poco va limpiando esas vibras cargadas de desasosiego citadino y paulatinamente entra el ser en la serenidad, se relaja para disfrutar de ese momento.
Llega un instante del camino en donde después de pasar a la pastora que regresa con sus cabras de llevarlas a pacer, que siempre a la misma hora se encuentra en el mismo lugar como si el reloj Sol la alertara del momento del regreso, ahí, dando una pequeña vuelta en una de esas curvas se aparece esa ciudad en la falda, con una luz muy especial, pues al ser el atardecer el Hermano la ilumina con rayos dorados. La muestra linda, muy linda, la hace que resplandezca.
En ese momento preciso, en donde no me canso de ver la misma imagen día con día, donde las nubes a lo lejos se van tiñendo de colores, ahí cuando venía extasiada en contemplar y agradecer el salirme y de no vivir inmersa en esa metrópoli, se apareció ELLA.
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Majestuosamente bella, aún le faltaba un poco para llegar a ser completa, para transformarse en la LUNA CAZADOR, esa luna llena del mes de octubre, que dicen en muchas partes que es una de la más esplendorosas.
Así fue nombrada por los antiguos para quienes las fases de ella eran preponderantes, pues los guiaba en diferentes actividades y en este caso en especial y en este momento del año les indicaba que había llegado el tiempo de salir a cazar.
La temporada de caza se volvía muy abundante gracias a esa luz que ella emanaba, ya que hacía que fuera mucho más fácil detectar a la presa y perseguirla, por eso esta época es considerada de copiosidad y fortuna.
Me quedé mirándola, de repente se desaparecía en alguna curva para luego volverse a asomar, mostrarme que ahí estaba, centrar toda mi atención y que no me olvidara de su existencia y a pesar de la insistencia de la razón, seguía a mi lado derecho del cerebro, el de la intuición, al que le gusta fantasear y soñar despierto, que prefería pensar en que algo quería trasmitir.
En la noche bien noche, cuando la obscuridad se había hecho cargo de ennegrecer el panorama para que los sueños se volvieran más profundos y descansados, a través de la ventana un fulgor apareció, una luz plateada que no se podía desconocer, que marcaba un camino, era la primera vez que la veía con esa claridad, me hizo levantar, pararme para salir y ver qué era lo que acontecía.
Así, me abrigué un poco pues el frío se empieza a dejar sentir con la visita de sus frentes que cada día son más notorios y… salí.
Ahí me la encontré, a ELLA y a ÉL, un punto bastante prominente con una forma medio ovoidal que deslumbraba con una fuerte luz. Me quedé sorprendida mirándolos en esa conjunción que los acercaba, era: SATURNO con sus anillos, tan cerquita, tan nítido se veía, tan sorprendente, ¡tan de cuento de fantasía!.
*

*
Me senté en los escalones, en ese silencio obscuro y penetrante de esa noche gélida y clara, que se abría en un firmamento donde nada hasta el momento la perturbaba, me regalaba esa escena, ese encuentro, ese gozo de poderlo ver tan solo deslizando mi mirada en ese azul profundo.
De repente, sin esperarlo, sin saber cuánto tiempo había pasado, emergió una nube enorme iluminada que corría hacia ellos y sin ningún preámbulo los cubrió, los desapareció, frente a mis ojos que no daban crédito del acontecimiento .
De esa manera, la claridad se transformó en una noche de fantasmas, donde la luz del satélite dejaba entrever formas más claras y más obscuras, hasta que una extraña silueta quedó plasmada y me vino el recuerdo, de la tarde cuando estaba con los niños dibujando y la más pequeña, la que aún se debate entre el garabato y la forma, quedó maravillada cuando de esas líneas que había realizado descubrió algo que se le hizo parecido a algo, toda una revolución de su pensamiento:
– ¡Un fantasma en la noche!-dijo emocionada, mientras sus ojos se abrían bien grandes, su boca los acompañaba y dejaba entrever lo que ese encuentro le significaba, lo que le ocasionaba por dentro y una gran sonrisa cálida se dibujó en su cara y un:
-¡¡¡BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!- acompañado de un movimiento de los brazos semejando al ser de la sábana coronó su hallazgo, no solo fue el dibujo, unió el lenguaje y la representación corporal del personaje, integrando toda la estética en una sola creación.
Un instante mágico de hallazgo, de sorpresa, de ese asombro que suele aparecer tan espontáneamente cuando se es niño, que luego con el tiempo y la experiencia y la pérdida del encanto en la vida se va desapareciendo, sin embargo, todavía en las noches de los años, de repente, sin esperarlo, sin ni siquiera imaginarlo, se vuelve aparecer cuando se es capaz de dejar a la razón de lado y volver a entrar a ese mundo infantil del ensueño.
MÉXICO
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Agradezco la foto tomada de internet
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Hermosísimo, visual, maravilloso. Me encantó ir contigo con ella del lado derecho, en ese espléndido regreso a tu montaña
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Es muy hermoso verla dibujada entre las siluetas de las montañas, me gusta mucho el regreso y si no hay luna, hay estrellas. Abrazo
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Uno de tus momentos mágicos, porque tú tienes muchos gracias a tu mirada.
Yo tengo esa misma sensación de sosiego y hasta de libertad cuando salgo en tren o en autobús de Madrid y empiezan a verse los campos y las montañas. Me he sentido identificada.
Abrazo, Themis
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Gracias Eva, bien dices momentos mágicos, a mi me sucede al regreso sobre todo pues se que ya voy camino a encontrarme no solo con el misterioso paisaje que también lo tengo a la ida, sino esa sensación de otra época que da el pueblo, más ahora que con la llegada del otoño lo hago a la puesta del sol y paulatinamente todo se va obscureciendo. Abrazo grande
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La magia está también dentro de nosotros mismos, magia y creatividad unida a los recuerdos infantiles, pero sí, esa luna de Octubre hay que verla desde fuera de las ciudades, en esa noche divina de los encuentros. Hermoso texto.
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Sí Julie, es una luna prodigiosa, hermosa, luminosa, gracias, abrazos
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Hola Themis, precioso relato… sin duda sin nos dejáramos llevar como tú lo haces veríamos más magia en nuestros momentos. Gracias por enseñarnos a valorar cada instante. Saludos.
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Gracias Ana, me alegra mucho que así lo veas, es que realmente ello es lo que te hace descubrir la vida desde otros ángulos y detenerte a vivirla. Abrazo
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Se conoce que sabes urdir a lo largo de toda la jornada el reencuentro con el momento mágico, sea cual sea la causa. Gracias por compartir tus vivencias Themis. Un abrazo.
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Gracias Carlos, fue unos días especiales, hasta que lo coronó ese encuentro en la noche de una forma inesperada, más allá que sigue siendo muy mágico cada regreso de la ciudad. Abrazo grande
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