EL EVENTO
Cada quien había creado su historia de lo que estaba sucediendo, la imaginación volaba y el miedo se sentía en todas partes, nadie quería estar solo, todos esperaban la realización de la ceremonia y la ofrenda como forma de vencer a ese Chopol, ese maligno que se había aposentado en la casa del guía religioso.
Eso sí, más historias ya no había habido, por lo menos significativas, casi nadie pasaba cerca de la casa pues decían que se oían ruidos y a veces voces, los moradores se fueron a vivir con algún familiar mientras se resolvía la situación, de esa forma todos estarían más tranquilos.
Se fijó una fecha para la realización del evento, plantar la cruz, hacer el rezo, una parte de la comunidad concurriría y apoyaría para llevar adelante la ofrenda que era una de las más grandes que se había realizado en el lugar.
Se sacrificaría un marrano completo a la Madre Tierra, generalmente se ponía la cabeza y el corazón, sin embargo esta vez no se tocaría nada de él, iría su cuerpo entero, pues había que serenar la malignidad, desterrarla del pueblo y que no hubiera más castigos.
Habría como en todas las demás las flores, velas, café, pozol, no se escatimaría nada, habría rezo, todos estarían presentes y compenetrados en lo que ahí estaba sucediendo, se compartiría luego un café y un pan.
El miedo, que ya para esta altura se había transformado en terror hacía que todos estuvieran esperando el anhelado día como si fuera la gran «fiesta» que se iba a celebrar, igual que los bailes o la llegada de la Virgen paseandera que venía una vez cada tanto recorriendo cada pueblecito de las Cañadas, pasaba unos días en él donde la algarabía se hacía sentir pues la «alegría» como ellos decían comenzaba desde antes cuando se encontraba en el pueblo vecino donde la iban a visitar, luego a buscarla para llevarla con ellos y después acompañarla a la otra comunidad para que pudiera seguir su camino. Eso llevaba varios días, donde todo era un jolgorio y las comunidades se entremezclaban.
Ahora ese sentir ansiado de que llegara el momento era el mismo en intensidad, no así en su concepción pues esta vez no era la Amada Virgen sino la Maldad quien hacía que se esperara el día. Una era para cobijarla, la otra para poder alejarla del lugar y si fuera posible de los corazones.
No se podía negar que el Mal existía y que cuando los seres humanos cargaban con mucha negatividad la atmósfera, con conflictos, disputas como eran las que sucedían entre ellos ya que las separaciones y la divisiones de la comunidad se multiplicaban sin cesar como las células cancerígenas, ya había más de cinco agrupaciones cada una luchando por algo distintos y en desacuerdo con las otras, eso robustecía al Chopol, le daba grietas por donde colarse y hacía que se apareciera.
Todo olía a un ambiente fuera de lo cotidiano, el clima era de mucha solemnidad se podía decir, hasta en los niños se sentía reflejado, estaban de alguna forma, mucho más «curiosos», atentos, también asustados, todo querían escuchar y se les veía escurrirse por todos lados en donde habían adultos reunidos hablando y opinando sobre la situación.
Preguntaban con cierto temor en su voz, si uno no tenía miedo, por otra parte se encargaban de trasmitir las novedades de acuerdo a lo que ellos entendían, lo que llevaba en muchos momentos a tirar más leña al fuego de la imaginación y la lucubración.
El día llegó, la mañana despertó con un silencio sepulcral, como si todo estuviera adormecido, el movimiento se vivenciaba como si fuera en cámara lenta, difícil escuchar voces o cuchicheos, diferente al que siempre acompañaba las fiestas, había mucha preocupación, no eran las caras de alegría con que se les sentía en otros momentos, esta vez la seriedad les había ganado.
Los principales estaban alrededor del agujero donde se depositarían los elementos, daban las últimas indicaciones, se había juntado una parte de la comunidad, era importante la potencia que pudieran lograr todos juntos en el pedido a las fuerzas superiores, también reforzar el hecho de sentirse acompañados, que pertenecían a un grupo que no estaban solos.
Las mujeres mayores que eran las encargadas de preparar el café para todos, vestidas a la vieja usanza con sus trajes divididos en blusa y falda, ella eran las que seguían manteniendo las viejas costumbres y las que andaban en sus casas con los pechos al aire, pues así era antes cuando la vergüenza no había llegado a esa parte de la anatomía femenina de donde todos se habían alimentado.
Se las había llamado pues era un momento muy importante, todos compartirían de la misma olla, no como en otras ocasiones en que cada quien lo llevaba hecho de sus casas, ellas lo prepararían volcando toda su sabiduría mientras lo realizaban.
Casi no se oían voces, la mayor parte estaban callados, todos reunidos alrededor de donde se iba a poner la ofrenda, juntos muy juntos, como pocas veces antes.
Se sintió el sonido de los tambores que esta vez sonaban muy tensos, muy adoloridos, como queriendo despertar a los Cielos para que los escucharan, para que sintiera ese pedido que con gran fe todos los cristianos allí reunidos le imploraban y a él se dirigían para que les diera una respuesta, los apoyara en esa búsqueda de desterrar a esa figura maligna que se había apoderado del lugar y de los sentimientos negativos que pudiera haber en los corazones.
La flauta con una triste dulzura que sonaba con cierta aprehensión, con tonos más graves, como si a través de ella mostraran lo sombrío del momento lo acompañaba iba dando el toque de plegaria en esas notas tejidas.
También se encontraban los que cantaban las Alabanzas, con el cuaderno abierto ya que se habían compuesto las canciones para los acontecimientos que estaban sucediendo, como ameritaba el instante, los hechos y la premura no les había permitido aprenderse las letras de memoria por la falta de tiempo.
Llegó la cruz adornada con las flores, al lado de ellas las banderas, las caras mostraban la angustia con que se vivía el tiempo.
Detrás las mujeres con las flores, las cuales habían recolectado en silencio, orando y agradeciendo en una entrega total, donde no había otra cosa más importante que estar en cuerpo y alma en esa devoción.
José y María, habían dejado su Iglesia y ahí estaban acompañando a todos para que no se sintieran solos, un joven con su pequeño hijito eran los custodios.
La copalera con su acompañante, jóvenes vírgenes, aún solteras, con su agual humeante se acercan a ellos para ahumar a las imágenes, limpiarlas y purificar el alrededor de donde se encontraban, solicitándoles que no los abandonaran, que intercedieran en los Cielos para que las súplicas fueran escuchadas.
Todos juntos van hacía donde se iba a depositar la ofrenda, donde los principales estaban haciendo el ritual.
El cuerpo del marrano que iba a ser lo ofrendado en sangre, ahí se encontraba, cubierto con hojas de plátanos.
Los niños estaban callados, no jugaban, ninguno se atrevía a desafiar el instante, no entendían que era lo que sucedía, sin embargo se daban cuenta que era diferente, en sus cortas vidas no les había tocado algo así, un tiempo de tanta obscuridad como el que se estaba viviendo.
Con caritas muy atentas y compenetradas miraban lo que hacían, lo más cerca que podían de donde se estaba desarrollando el evento.
Se hizo el rezo, se pidió al Cielo que aceptara ese humilde ofrecimiento de todos ellos que era hecho desde el corazón, por lo cual le pedía que no permitiera que siguieran sucediendo esos acontecimientos, que los guiara para poder remediar las circunstancias que habían llevado a que sucedieran, que los iluminara para salir adelante.
Y así la ofrenda quedó terminada, cubierta de flores, en una forma donde nacía de la cruz, como si fuera una lágrima, las velas rojas y blancas y el agual con el aroma embriagante del copal la cerraba y la purificaba.
Se compartieron los alimentos como una forma de entrar en comunión todos los que allí se encontraban, la esperanza fue renovada de que el Chopol se fuera lejos, muy lejos, que desapareciera no solo en el exterior sino en el interior de todas las personas, para desarraigar a esa maldad que de vez en vez se hacía eco y producía desgracia a todos los humanos.
Los principales quedaron velando las ceras encendidas durante toda la noche hasta el amanecer, había que ir sustituyéndolas cuando se terminaran o volviéndolas a prender si la brisa las apagaba, no se podía dejar que en ningún instante se quedara sin la luz que ellas desprendían.
La noche fue cayendo, la mayor parte ya se había retirado a sus casas, el silencio ganó el espacio, donde se sentía como la paz se iba haciendo cargo………
Día con día, poco a poco la comunidad fue entrando en la calma, el Chopol no había regresado a hacer acto de presencia, la Virgen desaparecida un día surgió en el altar que antes ocupaba.
Nadie dijo nada, más allá la alegría inundó los corazones, agradecieron, el equilibrio había retornado y ahora era tarea de los «cristianos» el mantenerlo.
MÉXICO
Sureste mexicano
LA OFRENDA: CUANDO LA MALDAD ANDA SUELTA (1)
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Muy bello reportaje de ese ritual con el que la comunidad se apacigua y trata de calmar al mal.
Abrazo, Themis
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Hola Eva, si así fue, algo tenso sin embargo dio sus frutos. Un abrazo
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Bien descrito y completo.
Revela la incultura que aún queda en el ser humano (¿algún día nos libraremos de ella?).
Muchas gracias por “pintar” otras culturas.
Un abrazo.
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Hola Luis, gracias por tu comentario, es otra cultura con otro nivel de creencias, otro mundo dentro de este gran mundo, es tan difente que a veces nos sorprende que exista. Un abrazo grande
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Gracias por compartir este texto con la precisa descripción del sacrificio para recuperar el equilibrio roto de la comunidad. Si en esta ocasión la totalidad de la víctima se entrega a la tierra será para que todos tengan en cuenta que atraer el mal a nadie aprovecha. Un abrazo.
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Buena conclusión, son aprendizajes, pues en otras el animal se compartía para una comida colectiva, ahora, es para la tierra. Un abrazo
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Recuperé un interesante libro de antropología que tenía perdido en la memoria. El manto del chaman de Anna Reid.
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Gracias Carlos por la información, no lo he leído, voy a buscarlo, ¡qué bueno!, que tu memoria lo recuperó, un abrazo grande
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Y además lo retomé en prestamos en la biblio.
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Eso está muy bueno, sobre todo si cerca tienes acceso a una buena biblioteca. Me llamó mucho el título y luego estuve viendo reseñas en internet, a ver si algún día me lo encuentro en el camino. Un abrazo
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