EL PADRE, LA SIRENA Y LA BENDICIÓN ROCIADA
Salí del umbral de las Bienaventuranzas en la Basílica de Guadalupe, ese espacio dedicado a Cristo Rey y sentí que el mundo real era solo un murmullo lejano. Flotaba en una atmósfera de luz y misterio, tan densa era la paz, que el movimiento alrededor se desdibujaba en una danza inmaterial. Había alcanzado una frecuencia donde el alma toma otra silueta; una serenidad nacida en ese paraje divino, tan etérea como el eco de su voz.
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En esa abstracción, arribé al santuario de las bendiciones. En mi mochila, el peso modesto de unas veladoras y unos escapularios esperaban su bautismo de gracia. La fila larga se esfumó como el humo de una oración. Me encontré sola ante un padrecito entrado en años, cuyo rostro era un mapa trazado por una sonrisa celestial y un gozo que nunca antes había percibido tan palpablemente.
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Él, con la travesura de un ángel, me lanzó una remojada de agua purificadora que me bañó entera, mientras reía con un sonido cristalino. Frente a mi sorpresa, lanzó otra. Y una más. Estábamos enfrascados en ese juego de la fe, cuando el aire se impregnó con el lamento urgente de una sirena, una voz de alerta nacional.
Pero el juego divino no cesó hasta que irrumpió una guardiana de azul.
-Padre, ¿qué hace aquí? ¡Debe ir a la zona segura! y usted también-nos recriminó, mirándonos con ojos desorbitados, como quien no comprende el idioma de la luz.
El sacerdote cuando ella dio la vuelta con una gran picardía, antes de ceder al deber, extendió su mano, bautizando a la propia ley con su última bendición empapándola también. Reímos los tres, el místico, la peregrina y la policía, mientras el protocolo del sismo nos obligaba a converger en el atrio.
Era el simulacro. La realidad se había suspendido un instante para ser reemplazada por una risa que regocijaba al espíritu.
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De todas partes llegaban visitantes y se unían a ese instante por muchos desconocidos y que los llenaba un poco de incertidumbre sin saber a ciencia cierta qué era lo que sucedía.
Los más duchos acostumbrados a ellos buscaban donde reposar unos momentos mientras pasaban los minutos dispuestos, otros apagaban su celular donde la alerta seguía sonando sin detenimiento.
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Una vez devuelto el permiso de andar, avancé hacia el recinto. Un letrero me susurró: «BIENVENIDO PEREGRINO».
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Iba al encuentro del Ayate de Juan Diego, donde la Tonatzin espera en su esplendor de tez morena y manto estelar. Me deslicé sobre la banda caminadora, un río lento que te acerca al lienzo venerado, dejando que su dulce estampa se grabara en un cristalino recuerdo.
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A la salida, encontré mi destino final: el Atrio de las Américas, el espacio abierto para la ofrenda de fuego. Había llegado el momento de consumar la promesa que había florecido en mis sueños.
Ahí, en la calma que siguió al temblor fingido, encendí la llama.
Y al ver la vela arder, comprendí que la fe no teme al sismo, ni teme al rugido de la advertencia, ni a la noche obscura del alma, pues es ella misma el ancla que, en medio del simulacro incierto de la vida, sostiene el corazón.
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La flama diminuta y eterna, me reveló que el milagro no está en el lienzo que veneramos, sino en el permiso para arrodillarse y el valor para reír cuando la bendición del Padre nos sorprende a mitad del caos.
El mandato había sido cumplido y con ese simple gesto de depositar la vela en su lugar, la paz que antes flotaba en el aire, se había hecho raíz viva dentro de mí.
MÉXICO
ABRIL 2025
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!


Gracias Themis, la fe viste camilla sencilla y el camino hacia ella solo necesita el brillo de una vela para señalar el destino.
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Hermosas palabras y muy ciertas, gracias Carlos por ellas, abrazo grande
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Themis, qué gracia me ha hecho lo del simulacro. Pero niña, nada qué temer, ya te habían bañado con agua bendita 😀. He gozado mucho todo esto Themis, qué lindo que tengas guardadas cosas para estas ocasiones especiales.
Un abrazo que valga por mil. 🌹🌹🌹
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Sí, Maty, fue todo un deleite esas bendiciones y sobre todo sentir a ese ser más allá de todo, volcado totalmente a su fe juguetona y pícara.
Era ahora el momento de publicarlo, cuando la fecha de la Tonantzin, pues es una forma de recordarla, aunque aquí en México siempre la tienes a tu lado. Abrazo más que grandote y gracias
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Qué hermosa visita, Themis. Me hiciste recordar esos lugares tan especiales. Mañana y cada día, La Virgencita te bendiga a ti y al México lindo.
Mi abrazo fuerte. Feliz día.
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Gracias Julie, si hoy es su gran día y llegaron muchos a conmemorarla, por todos lados estaba, bello el sentir que está en todas partes. Abrazo grande y gracias
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Hola, Themis , qué bonita peregrinación y qué bonitos los lugares que comentas. Cuánta fe ante la Virgen y qué hermosa imagen. Gracias por hacernos partícipes de ella. Me encantó el altar de las velas.
Un abrazo. 🤗
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Gracias Merche, es una gran devoción hacia ella, llegaron millones hoy de diferentes regiones a festejarla que es su fecha y a cantarles las Mañanitas. Es algo increíble, abrazo bien grande y gracias
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