LA PAZ INALTERABLE

¡QUÉ DÍA HOY!, PERO ¡QUÉ DÍA HOY!

El día había despertado nublado y a los gritos acompañado por el gallo que desaforado emitía unos sonidos desgarradores, parecía que lo fueran a matar en cualquier momento y con ello aumentaba la inquietud sonora ya  que cerca estaban cargando una camioneta, tirándole cosas encima, quién sabe qué y el ¡PLAF!, ¡PLAF!, el «ruidero» era insoportable, hasta la casa tenía estruendo dentro.

-¡Qué día hoy!, pero ¡qué día hoy!

Me desperecé con un gran estiramiento como para que el cerebro empezara a captar que no iba a estar fácil lo que se avecinaba y mejor era que despertara bien oxigenado cosa de que no empezara a trabarse o lo que es peor a ponerse ansioso, irritado, porque lo sacaban de su zona de confort, sino que aceptara y dejara de controlar y nos metiéramos en el bunker interior y así, lograr la paz.

*

*

Me acordé de un cuento zen que en algún lugar había leído. Si era Zen o no, está por verse, pues hoy en día cualquiera usa ese término para captar la atención. Más allá de su origen, lo que importaba era el mensaje que transmitía.

Resulta que un maestro Zen estaba con sus discípulos en el templo. Era un espacio de total y absoluto silencio y serenidad, aislado de todo el bullicio de la vida cotidiana. Allí, hasta el hablar se había vuelto un murmullo y los pasos apenas se sentían.

De repente, el maestro les anunció: «Van a llegar visitantes. Debemos atenderlos, mostrarles el lugar y permitirles pasear en él».

En ese momento, irrumpió un grupo muy bullicioso. Gritaban, se movían rápido, rompían con el ambiente sereno del espacio. Incluso se pusieron a bailar y a cantar. Los discípulos, incómodos, comenzaron a enojarse. Sin embargo, el maestro permanecía en santa paz, con una gran sonrisa en el rostro, contemplándolo todo, como si nada pudiera afectarlo.

Uno de los discípulos se le acercó y le preguntó:

-Maestro, ¿cómo puede estar tan en paz con el ruido que hacen los visitantes y con su comportamiento?. ¡Es insoportable!

-Muy fácil -le contestó- La paz está en nuestro interior; no depende del exterior.

Me preparé mi café como si nada sucediera, por la calle pasaron una personas riendo y hablando a gritos, como si vinieran de una fiesta con unos tragos de más, sin embargo, era entre semana y eso aquí no suele pasar.

Tenía que salir a la ciudad así que me apronté, asombrada de toda la agitación que con el despertar de la mañana se acrecentaba, iba en franco aumento, como si se tratara de que el escándalo se hiciera cargo del momento. Eso sí, agradecí que el día estuviera gris, lleno de nubes que si bien reflejaban una claridad demasiado refulgente, los rayos de ese Hermano Áureo no serían tan abrasadores. Poco a poco se iba abriendo.

*

*

Iba caminando a la carretera y de repente el temporizador del teléfono empezó a señalar que era hora de algo, trate de apagarlo y no se podía, el claror impedía que mirara a la pantalla, busqué la sombra, difícil encontrarla, era demasiada la luminosidad, desandé mis pasos, tenía que llegar a algún lugar donde pudiera verlo y calmarlo, eso que la claridad crea la ceguera, ¡qué gran verdad!, pues ese sonido era desesperante justamente para atenderlo y no olvidarse de algún pendiente, qué en ese instante se me había olvidado cuál sería.

¡Al fin!, la encontré, me dio chance a acabar con ese bramido tan cercano y con el cual yo me sumaba a la música urbana o pueblerina.

-¡Qué día hoy!, pero ¡qué día hoy!.

Seguí mi camino, por las calles del pueblo lleno de estridencias por todas partes aunque aparentaba estar vacío.

*

*

Crucé la carretera, y ya se sentía un ruido desasosegado del motor, rugía, con una destemplanza que lo hacía temblar como si el miedo o el frío lo hubieran atrapado.

Algo le pasaba, estaba el chofer con el mecánico parecía, arreglándolo. Me subí, me acomodé y el temblequeo y el ruido ensordecía.

-Así queda-se escucha esta afirmación

-¿Voy a irme con ese ruido?- pregunta el chofer con sorpresa

-No hay de otra, con el andar va a ir bajando

Se subió, y no se le pudo ocurrir otra cosa que poner música y como no se oía por el bramido de un motor furioso, le subió al volumen.

*

*

Todo se mezclaba, una atmósfera muy bizarra, que se volvió mayor, cuando una de las pasajeras que estaba sentada del otro lado del pasillo, hablaba por teléfono en altavoz, gritaba, imagino que para que la escucharan y la otra desde el otro lado, lo hacía con mayor intensidad, como si se tratara de un concurso a quien pega los gritos más fuertes.

–¡Qué día hoy!, pero ¡qué día hoy!.

Y con esa varieté arrancamos rumbo a la ciudad.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

SEPTIEMBRE 2025

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8 comentarios en “LA PAZ INALTERABLE

  1. ¡Themis, siempre sorprendiendo! Impaciente me quedo esperando la continuación. Ayyy y no quiero que se acabe. Pasas a otro lado de las emociones, asombras y regalas con tus letras. Las fotografías siempre son deliciosas. Tanto las de imagen que presentas como las que forman tus palabras. ¡Esperaré! Mientras te mando un abrazo más que gigante.

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    1. Tal vez sorprendo con mi propia sorpresa con la que la vida me sorprende a mí, cuando todo parece rutina y de repente, por ahí, salta la liebre y no saca de la monotonía y nos da vuelta con sus chistes. Gracias Maty, abrazos infinitos

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  2. Hola Themis! Tu relato es una inmersión vibrante y caótica en un día marcado por el ruido y la agitación. La protagonista, abrumada por el estruendo de un gallo, una camioneta, risas callejeras y un motor defectuoso, busca refugio en un cuento zen que aboga por encontrar la paz interior frente al caos externo. Magnífica trama.

    Los detalles –el temporizador del teléfono que no se apaga, la claridad cegadora, la pasajera gritando por altavoz– crean una atmósfera de desorden que refleja la lucha por mantener la calma. La historia brilla por su contraste entre el bullicio externo y la búsqueda de serenidad, su humor irónico y su final abierto que promete más, invitándome a reflexionar sobre cómo enfrentar el caos cotidiano con un centro de paz interior, incluso en un mundo que no deja de rugir.

    Un abrazo

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    1. Gracias Marcos, bien describes la búsqueda del relato, esos episodios en que la vida nos somete aunque estemos en un lugar tranquilo y aislado, sin embargo, la calma frente al caos no hay que perderla pues el desequilibrio nos lleva a la alteración y sí, hay que estar atento para no dejarse llevar por él y cambiar la actitud frente a lo que se está viviendo. Abrazo muy grande

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  3. Y bueno, Themis, hay días así donde todo parece coordinarse para sacarnos un poco de quicio. Hay que hacerle caso al maestro zen y ponernos en modo relax jajaja y que se nos resbale todo, aunque no es fácil. Feliz de leerte y pues quedo en espera de más aventuras. Saludos.

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  4. Hola, Themis, a veces la vida nos pasa por encima y decimos esa expresión que has repetido en tu relato. Transmites perfectamente la vorágine de la ciudad, las prisas a las que te encaminas que ya solo con coger el bus se sufren. Espero que luego fuera más tranquila la cosa.

    Un abrazo. 🤗

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    1. Hola Merche, todo un viajecito bien bizarro, que la verdad son de esas cosas que no se esperan o llaman la atención de un lugar siempre calmo, salvo cuando hay fiesta y eso es esperable. Ya te irás enterando de todo lo que sucedió… gracias mil, abrazo más que grande

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