¡LLEGÓ, LLEGÓ!
Estaba escribiendo en mi compu, totalmente abstraída en lo que estaba haciendo sin que nada me perturbara o me hiciera salir de ese arranque inspirado que había tenido de empezar a plasmar algo, pues últimamente la musa no se aparece por estos rumbos, no quiere descender a la tierra de ese Monte Helicón en donde vive o del Olimpo a donde suele ir a veces a divertir a los dioses, siempre ociosos o tramando algo para salir del aburrimiento y no llega a susurrarme alguna idea para que de esa manera explote mi creatividad y me vuelque como poseída a mover los dedos y ver como corren las frases por la inmaculada hoja.
Todo lo contrario, ahí me tiene agotando los recursos ya escritos hace mucho tiempo que se habían ido juntando, en ese período que había precedido donde la producción se había vuelto incesante.
En eso estaba, cuando de repente veo a un pequeñísimo ser que se pone a darme vueltas alrededor de mi cabeza, al principio no entendía mucho de qué se trataba, pues mosca no era, esas son más fastidiosas, aunque últimamente nos estamos llevando un poco mejor, creo que se han conmovido por mis súplicas de que me dejen en paz.
Ahí vuelvo a prestar atención y veo bien claro de quien se trataba, era mi «roomie», esa compañera entrañable, que no sé si es siempre la misma o ya son parte de su descendencia que traen la información marcada a nivel genético.
Había entrado por la puerta medio abierta, se había acercado como a saludarme, o hacer acto de presencia, para luego comenzar en una incesante búsqueda de un huequito en donde sumergirse para hacer ese nido que realiza para depositar a su o sus crías, pues no conozco bien como son sus hábitos y sus costumbres de reproducción y de vida.
Dio vueltas y vueltas y en un instante desapareció, no supe más de ella, no sé si fue porque me volví a sumergir en mi mundo abstrayéndome de todo lo que me rodea o porque se esfumó sin dejar rastros.
Se me olvidó el asunto, aunque no puedo negar que me dio alegría el verla, desde que la conocí y viene a estar un rato a mi lado y recordarme que los alados no solo están en el patio sino que algunos de ellos han elegido la casa como su guarida, como lo fue en el tiempo de una abeja engolosinada y adicta a una peras dulces como el almíbar, que había traído a gran parte de sus «cuatas» y que ávidas se volcaban sobre ellas o el abejorro que siempre perdía el rumbo y se daba contra los cristales y tenía que abrirle la ventana y ayudar a que encontrara la salida.
Eso pequeños habitantes, emisarios de la naturaleza con los que compartimos este mundo y a los cuales hay que apoyar pues unidos unos con los otros tenemos que hacer de la solidaridad y la convivencia un bien para la comunidad más que para la individualidad y reestructurar estos nuevos ecosistema que por nuestras acciones se están conformando.
Volvió a aparecer otro día cuando ya me había olvidado de ella pues no sabía a ciencia cierta que ya era parte de la casa.
De nuevo empezó a darme vueltas y a venir a pararse enfrente como si me detuviera en mi acción de salir fuera.
-¿Qué quieres?- le pregunté, pues es insistente, insistente
¡Al fin!, me di cuenta que quería que le abriera la ventana.
Asi lo hice buscaba la esquina que es donde se encuentra el huequito, su lugar elegido para depositar sus huevecillos, imagino.
*

*
Se paró a un costado y comenzó a buscar, para un lado y para otro la recorría y no hallaba lo qué buscaba.
*

*
«Busco, busco y no busco», decían los mayitas en Cozumel cuando no encontraban algo, así andaba ella, se asomó.
Caminó un poquito como si estuviera olfateando o siguiendo algún rastro y se subió aún más, errándole a la dirección.
*

*
-Por ahí no es-le decía- para ver si me entendía, pero nada, ahí me di cuenta que no se podía decir que tenía una buena memoria o que la huella genética no era del todo clara o en la memoria colectiva no le habían comunicado bien el camino.
*

*
Eso sí, siguió, hasta que parecía que me miraba desconcertada como pidiendo que le solucionara el conflicto, ¡qué difícil! es comunicarse con estos alados, las técnicas de comunicación que maneja el hombre no sirven para nada.
*

*
Me quedé observándola, y un poco como los «viene viene», esos que ayudan a estacionarse trate de apoyarla, no entendía qué hacía, hasta que ¡al fin! ubicó por dónde meterse y se desvaneció dentro del mini hueco.
*

*
La aplaudí, fue todo un éxito.
Otro día abrí la ventana sin que ella hubiera llegado para que se las arreglara sola, sin darme cuenta cometí un error, no dejé la apertura en el mismo ángulo al cual estaba acostumbrada y así embocaba la entrada. En un momento la vi que pasó volando, me hice la desentendida, hasta que llegó justo frente a mí, y regresó a la ventana, para volver a venir e iba y se paraba en un lugar que no era y hacia que buscaba, hasta que ahí me di cuenta, me levanté y fui a subsanar esa terrible equivocación.
Sin embargo, ahí no quedó la cosa pues ella sigue pidiendo asistencia sin importar en qué situación me encuentre, no entiende y un día sucedió, que estaba en una video llamada de esas en donde se tiene que estar atenta y concentrada.
¡Oh, fatalidad!, no había abierto la ventana pues no me había dado cuenta, por otro lado no era necesario pues ella si se aparecía podía entrar a sus aposentos sin problemas.
Pero no, es tan pero tan «mensa» dijeran por estos pagos para encontrar la entrada con la ventana cerrada, que empezó a darme vueltas alrededor, yo sin descuidar la llamada, no le di «bola», me hice la occisa, como que no me había enterado de su presencia y de su necesidad de qué le solucionaran su problema en vez de buscar ella la forma, para qué si tiene un humano que la sirva.
Algo inútil el ignorarla, cada vez volaba más cerca de mí pasaba por delante y hacia un movimiento como si me fuera a chocar y con eso que por más que movía la cabeza, no entendía, temí en un arrebato de esos que le dan a mi misma cuando la sacan de sus casillas, más allá que ya está bastante domesticada, sin embargo la confianza no es cien por ciento, de dar un manotazo para espantarla y que terminara fenecida en el piso y el problema se volviera mayúsculo, con eso que las culpas podían aflorar y…. pedí por favor que me disculparan un momento y me paré fui y le abrí la ventana en el ángulo necesario para que no se perdiera.
Ella feliz se veía me seguía y ese mini motor que tiene que suena quedito, quedito como que hizo un rugidito más fuerte, tal vez como señal de agradecimiento.
Demandante, sin lugar a dudas, cualquier día le doy un mini taller de cómo interactuar con el mundo complicado que crean los humanos, solucionar los problemas por sí misma en vez de esperar que el afuera lo haga, pues no se puede confiar mucho en ellos.
Ver si se vuelve más autónoma en la forma y ya queda en su genética y se lo hereda a su descendencia, que como veo aquí no se acaban y grave problema sobrevendría si yo no estoy, pues la mayor parte de mis congéneres deliran con los insectos dentro de la casa .
Más allá, me dio ternura, cómo enseguida se metió dentro de la ranura y cuando salió se volvió a acercar a darme la vuelta esta vez en son de despedida.
MÉXICO
MARZO DE 2024
ENCUENTRO INESPERADO: LA COMPAÑERA DE CUARTO
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LA NUEVA ROOMI
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: DÍAS DE CARICATURA
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!


Hola Themis , entretenida tuviste a la avispa con tu conversación. Qué paciencia para captar las imágenes. Muy simpática tu historia. A mí me dan pánico, las veo y salgo huyendo como una loca, jajaja. Un fuerte abrazo
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De las que son agresivas, más vale tenerlas lejos, pero con calma pues reaccionan a los movimientos, pero estas no, son muy calmadas y es dificil que piquen. Su vibra es muy sosegada, hasta tierna te diría. Gracias Nuria, abrazo grande
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Todo un privilegio «servir» otros seres con los que compartimos el mundo. Me encantó tu relato Themis. Esta avispita necesita un poquito de más ayuda que otras y te eligió. Abrazos.
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Hola Ana, parece que sí, ya se fue, no se quedan por mucho tiempo. Necesitaba que todo estuviera en su lugar, si no era así se desubicaba, quien sabe su problema, gracias, abrazo grande
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Menudo diálogo, Themis. Eso se llama counicación de verdad. Y sí, el agradecimiento se siente intuitivamente. Hermoso episodio. Gracias por contarlo al detalle. Mi abrazo.
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Todo de locos Julie, a veces pienso que soy yo con mis delirios, o un mundo de caricaturas, pero es muy hermoso. Ahora llegaron dos nuevas, creo que ya se pasaron la información, pero estas super autónomas, jajajajajajajjaj
Abrazo grande y gracias
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¡Jajaja! Un relato divertido, maravilloso, de esos que dices ver para creer. El lenguaje es tan visual y plástico que creo que he estado viendo un vídeo. Esa avispa te conoce, tal vez a través del olor, no sé, pero también es un poquito caprichosa contigo, consigue que hagas lo que ella quiere. Claro, la has mimado desde siempre y le parece lo normal. Con amigas así nunca vas a aburrirte. Pienso que tú tienes un don especial para comunicarte con seres alados de esta naturaleza.
un abrazo grande, Themis.
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Sí María Pilar, hay algo con los insectos que me llama mucho la atención, cuando logran encontrarte la vuelta te vuelves esclavos de ellos, pues recurren para que les soluciones sus problemas.
Esta está bien chistosa, di que no se queda mucho tiempo, pues apenas me imagino forra el hueco con barro pues lo carga, consigue un gusano y lo mete, deja sus huevecillos, lo cierra y se va. No es una convivencia muy larga.
Todo comenzó con la pandemia pues antes no era así, prestales atención y responden.
Abrazo grande y gracias
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Hola Themis, cuando están así lejos, más o menos, bien, son bonitas como tú transmites, pero si se te acercan y empiezan a revolotear encima tuyo a mí me ponen de los nervios y es que duele mucho una picadura suya.
Un abrazo. 🙂
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No todas son iguales, más allá que tienen la misma fama, como cuando aseveramos que un determinado pueblo por haber algunos integrantes que son belicosos, decir que todos son iguales. Estas son muy suaves, solo que las perturbes te pican, al igual que las abejas, me han picado varias avispas, de esas rojas grandotas y tienes toda la razón duele y cómo. Esas su sola vibra te hace estremecer, pero si las respetas también puedes convivir con ellas, se acostumbran a tí, tu a ellas y cada quien en su territorio. Como te dije el aprendizaje fue muy doloroso pero lo logramos. Jajajajajaj, eso sí me acostumbré a ellos por tener que convivir, no quedaba de otra y tienes que cambiar la cabeza. Te mando un abrazo grande y gracias
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