CELEBRACIÓN EN LA INMENSIDAD: EL ASCENSO (2)

EL CAER DE LA TARDE

El camino seguía, no se divisaba cuando llegaba su fin, ni donde era el punto que había que alcanzar, nada sugería que la meta estaba lejos o cerca, solo indicaba que había que andar sin tener en la cabeza vanos pensamientos, sin mirar a ese sol que cada vez se iba ocultando más y que con muy tenues colores pintaba su desvanecimiento.

El pueblo quedaba atrás, la subida se empinaba e iba dejando a la visión recrearse con ese dorado con que el Hermano Sol indicaba su adiós.

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Ya los ejercicios aeróbicos comenzaban a presentarse, esos que sirven para el bienestar mental, sin lugar a dudas elevan la autoestima pues nos van mostrando la resistencia que se logra, esa fortaleza que imprimen a los músculos y con ello mantienen una movilidad ágil, a medida que el tiempo que pasa nos acerca la factura por los hábitos que mantuvimos y que mantenemos.

¡Ni se diga como uno duerme después de ellos!.

Cada vez se empinaba más el camino, se subía el cerro para llegar a esa explanada que nos aguardaba y ahí saborear nuestra cena a la puesta del sol y con la salida de las estrellas.

La luna ahí andaba también escalando el firmamento, lista para mostrarse hermosa y plena cuando su amor a distancia se retirara.

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Los cactus rodeaban la marcha, los columnares que estaban coronados de tetechas, el botón de sus flores, que se vuelven una comida deliciosa en estas fechas, un deleite para el paladar, un sabor exótico, un encanto con que la naturaleza regala en estas zonas semiáridas, donde comer flores es parte de la dieta, sobre todo cuando llega la primavera.

Estas tetechas florecen en las noches y nacen unas flores blancas, hermosas que comienzan a adornar el desierto.

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Se les llama las flores del gigante pues llega a tener más de cuatro metros en su altura los candelabros y los columnares pueden superar los once.

Me recordaron que muy pronto, se celebrará la Feria de las Tetechas en el pueblo, pues llegan de muchos lugares a degustarlas.

Sin embargo, no solo ellos se aparecían sino que las biznagas, que empezaban a florear también, con esa florecilla amarilla, se asomaban por todas partes, bordeaban el camino, la comunidad de ellas crecían.

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Unas pocas aquí, otras por allá, esos asientos de suegra, que están en peligro de extinción por el uso que se ha hecho de ella, por su explotación para hacer dulces, para la venta a todos aquellos que se empeñan en codiciarlas para su propio beneficio, como adorno para sus casas o incrementar sus colecciones de cactáceas o la más sencilla por estos lados, darlas de comer a los animalitos y bueno, la conciencia no existe en ninguna de las esferas sociales. Prima siempre el beneficio personal, incluso sobre la vida humana.

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De repente se comienza a escuchar el tintineo de un cencerro, invade el espacio, cada vez se oye más cerca, viene de la montaña de enfrente, pasando ese barranco que no siempre tiene fondo, se empiezan a ver un grupo de chivas que regresan de pacer, de tomar sus alimentos, deteniéndose aún en cada lugarcito que les permite a comer un último bocado.

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Seguimos el camino, luego de saludar desde lejos al pastor, el retintín nos va mostrando que poco a poco nos alejamos, seguimos el camino del ascenso, el cuidado se vuelve extremo, una zona adelante marca un mini desfiladero, de esos que encojen al estómago al verlo, que por un instante el miedo prepara el advenimiento de un nuevo reto, respirar profundo, confianza, atención, preparación y emprenderlo.

Todo sale bien, otro refuerzo a la autoestima el lograrlo, desafío superado y:

-¿De bajada?, en lo obscuro, ¿será lo mismo?- pregunta que nace de esa inseguridad interna, donde viejos patrones aun no extinguidos se vuelven a presentar.

-Paso a paso, que lo que sobrevendrá aparezca en su momento, dejar de echar leña al fuego, frenar las fantasías innecesarias, ni modo esos pensamientos entorpecen,  aumentar la osadía es lo que queda y la confianza.

Ahora a seguir el camino, a lo lejos se van formando las siluetas de los cactus en ese atardecer que comienza a desplegarse tímidamente

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El aire tibio acaricia con suavidad a pesar de ya estar en lo alto, que la noche se acerca, subir un poco más y frente a nosotros se presenta la explanada como si fuera una isla por cactus rodeada, y a lo lejos otros círculo de montañas.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

MAYO 2, 2023

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CELEBRACIÓN EN LA INMENSIDAD (1)

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA: LA LLEGADA A LA EXPLANADA

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10 comentarios en “CELEBRACIÓN EN LA INMENSIDAD: EL ASCENSO (2)

    1. Es impactante encontrarte con el vacío, el silencio, y la abundancia, aunque no lo parezca, las luces, los colores del cielo, la nitidez de las sombras, son muchas de las cosas que atraen en este desierto. Gracias Carlos, abrazo grande

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    1. Hola Ana, las tetechas se dan de abril a junio, condiderándose a mayo su mes, se dan en esta zona del valle de Tehuacán, donde se extienden los cactus columnares y donde se celebra su Feria, que acaba de pasar y hay una gran variedad de platillos que se cocinan con ellas.
      Abrazo grande

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    1. Hola Julie, verlo en su inmensidad, sentirse rodeado de él, que se extiende más allá de los cerros y sigue, y sigue, es de una vastedad que paraliza la respiración. Por otra parte en lo personal no me canso de mirarlo, y seguir asombrándome de su belleza. Abrazo grande y gracias

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    1. En el centro de México, en el Valle de Tehuacán, Puebla, en la Reserva de la Biósfera, lugar único en el mundo, con flora endémica y una historia que guarda los inicios de la vida en la tierra cuando el océano fue descendiendo. Abrazo grande y gracias

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