«Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo.»
Confucio
Pensador y educador chino
Venía de la ciudad por la carretera, a la hora que unos días atrás era la puesta del sol, ahora era la noche.
La obscuridad se había aposentado y cerraba con su manto de penumbra todo el alrededor, solo las siluetas de las grandes montañas se recortaban con su negro intenso, frente al otro más sutil del firmamento.
Negro sobre negro, nacía el dibujo, me recordó al que realizan algunos niños pequeños que quieren ocultar lo que les nace de adentro y pintan, al contrario, blanco sobre blanco. ¿Sería acaso que no quería que la descubrieran?. ¿Cúal sería ese secreto que guardaba?
A lo lejos pequeñísimos puntitos de luz afloraban, como mini agujeros sobre el lienzo, tenues muy tenues, se dificultaba el verlos, sin embargo develaban lo que había detrás.
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La luna Chamana la que señala al otoño, la que conoce su sombra, que se guía por su intuición, que es libre, guerrera y sanadora, aún no aparecía en su fase menguante.
Esa que también guarda en sí misma «una representación monstruosa» del ser femenino, como la de la Hidra en la mitología griega, y que invita a las mujeres sobre todo, sin desconocer al hombre en esa parte «yin» femenina que también le corresponde, a mirar lo “terrible” que se encuentra en ellos y en los demás, sin juzgar, sino buscando atravesar el miedo, reconocer lo negativo, meterse en los enigmas femeninos, para que sea develado el poder que hay detrás y con ello volcarlo a la sanación.
Esa, la que le abre el paso a la Anciana, a la Abuela, «la que ha cultivado el don del silencio, la escucha, y el desapego. Sabe que en el vacío y en la muerte está la semilla de un renacimiento.»
Sabia y visionaria, nos va guiando hacia el sosiego de saber cómo administrar la energía, conectarnos con un conocimiento insondable, el cual se puede volcar en el mundo.
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Ir paso a paso preparando el terreno, para llegar a la quietud, al mutismo para encontrarnos con el trabajo que se puede realizar mientras está instalada esa Luna Anciana en la fase lunar que le corresponde, que es la luna negra, ese período oscuro, que es su apogeo esos tres días del mes cuando no aparece el círculo plateado en el firmamento.
Será el invierno quien la traiga, cuando el cobijo y el abrigo nos invitan a permanecer más tiempo en el encierro, en esa época de hibernación, en ese camino a la soledad de nuestros aposentos, donde la renovación nos aguarda.
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«Y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad.»
Joaquín Sabina
(Cantautor, poeta y pintor español.)
La Luna Chamana nos hace meditar sobre todo aquello que necesitamos deshacernos en nuestras vidas, aún estamos a tiempo pues circulamos por ella y cuando la estación del frío anide es el momento de llevar a cabo la mudanza, aprovechar y eliminar todo aquello que nos pesa, que es una carga, los aspectos dañinos de nuestra existencia, resolver los pendientes y prepararnos para la transformación.
Limpiar, limpiar, para dejar espacio y claridad para descifrar los nuevos designios.
Es un momento de bendición, es un momento que sabiéndolo aprovechar nos da cuenta de cómo «aligerar el equipaje» y desplegar las alas.
Es necesario aceptar este punto de inflexión, ese repliegue hacia nuestro fuero más interno, donde es preciso cavilar en lo que se plantará en la próxima siembra.
«Cantigas…, mujeres…, glorias…, felicidad…, mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna.»
Gustavo Adolfo Bécquer
(Poeta y narrador español
El autobús seguía su ruta adentrándose cada vez más en esa oscuridad total que nada la detenía, el silencio como eco se repetía a de sí mismo y se expandía, mientras el alma soltaba y aceptaba que estaba llegando la hora del repliegue.
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Poco a poco se camina al invierno, poco a poco la penumbra se va haciendo cargo del entorno, entrando en esa ceremonia de paso que es la muerte, el envejecimiento, la inactividad, el estar cada día más a sola con nuestros pensamientos.
La tristeza se va haciendo cargo pues es ella la que nos aquieta, la que fertiliza el terreno para llevarnos hacia esas energías del final, ir camino a lo profundo de uno mismo, mientras se suelta todo aquello que nos detiene en un pasado que ya fue.
Empezamos a sentir en el ciclo el cierre necesario para renacer, los días más cortos y las noches más largas van acercándonos con pasos agigantados a él y la Luna Abuela desde su sabiduría nos invita:
«Ven a la oscuridad, explora lo que hay dentro de ella»
Así podremos tener la oportunidad de desnudarnos frente a nosotros mismos, aceptar lo que somos, la verdad que nos ocultamos, mirarnos en el espejo, sin juzgarnos, ser capaces de vernos así, tal cual somos, hacernos responsables de nuestras vidas, no señalar al afuera volviéndolo el culpable de nuestras aflicciones.
Es darle la mano a la sombra, esa que cargamos que nos aplasta que nos produce enfermedades, dolores, pesares, reconciliarnos con ella y juntas tomar el camino del corazón y renacer con la primavera.
«Habiendo mirado fijamente a la luna Yo parto de esta vida con una bendición.»
Kaga no Chiyo
(Monja budista y poetisa japonesa)
MÉXICO
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CAMINO AL MONTE: LA LUNA ESTURIÓN
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

De siempre la Luna ha tenido mucha magia sobre la humanidad, y la seguirá teniendo.
Muchas gracias por compartir este texto.
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Así será Joshua, ella atrae y nos hace entrar en devaneos, reflesionar, soñar, deambular por nuestros sentimientos, es hermoso simplemente verla, ese embrujo que ejerce. Gracias, abrazo
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Hermosa reflexión Themis. La luna nocturna siempre es una invitación a la introspección, y de ese ejercicio, idealmente, deben surgir cambios personales, desechar lo que ya no nos sirve. A veces, solo se queda en eso, un mero ejercicio. Me encantó. Saludos.
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Gracias Ana, cambios y prepararse para el camino pues es algo a lo que no siempre le damos la importancia que amerita, creyendo que es tiempo lo que nos sobra, abrazo grande y feliz semana
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Llega un tiempo en el cual la tristeza deja paso a la indiferencia y la necesidad de obrar cede ante la calma y la reflexión. Así es, bajo su oscura mirada, la noche más larga nos recuerda que cada uno se debe preparar para encarar lo más cierto de la existencia. Un abrazo.
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La noche más larga te agarra en cualquier momento por lo tanto siempre es buena ocasión prepararse para ella, gracias Carlos, abrazo
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