«Hubo una vez en el mundo un tiempo,
en donde todas las cosas, animales, seres,
plantas, entendían el mismo lenguaje,
era el tiempo del lenguaje universal.
El entendimiento reinaba sobre la razón,
todo era como debía ser, los obstáculos se
brincaban con armonización,
no había juicio ni comparación.
Cada cosa fluía como era su misión.
Era una época de grandes silencios
poblados de voces, de gran quietud en
medio del ir y venir.»
Estaba sentada escribiendo, cuando de nuevo ese inconfundible zumbido de un motorcito que gira alrededor de mi cabeza, me hizo salir de mi concentración y prestarle atención. No dejaba de sonar y parecía que cada vez más, frente a la supuesta indiferencia mostrada, se acrecentaba.
-¿Qué te pasa, bicho?, ¿qué quieres?- le digo, mientras me quedo mirándola como da vueltas sin detención, como si fuera un carrusel . En un instante se detiene delante mío, también me mira como diciéndome, en ese lenguaje sin palabras que uno interpreta con ellas:
-¡Al fin!, reaccionas, eres lerda de entendimiento- me saca una amplia sonrisa con la cual se ganó el ver que es lo que necesita.
*

*
Como si me hubiera comprendido que ya estaba lista para hacer su voluntad, se fue volando hacia la puerta para que la abriera, salió muy oronda y se llevó su zumbo a lo lejos.
¡Vaya animalitos!, cada día que pasa me sorprenden más, como son capaces de lograr sus objetivos y cómo se dan cuenta de quién los puede ayudar y sobre ese se van.
Extraño ese lenguaje que cada día lo percibo más, sin embargo, no logro descifrarlo del todo, con seguridad por estar todavía manejando mis parámetros, no soltarme para entender y descubrir algo nuevo que nada tiene que ver con lo que mi «rancia» mente cree que es.
¡Qué difícil!, es deshacerse de todos los «introyectos», que supuestamente conforman el conocimiento y de los cuales nos valemos para andar por la vida, juzgando, midiendo, sacando conclusiones, que nos encierran en una postura, sin darnos cuenta que todo evoluciona y con ello se transforma, se da un cambio o se va para atrás al origen donde todo era uno y como en este caso se manejaba un lenguaje universal, algo un poco difícil de entender cuando en un instante hemos hecho «cachito» todo.
En vez de aceptar lo que es y dejar de calificar, por el contrario etiquetamos cada día más, desmenuzamos las diferencias y preferencias, buscando parecería en el ser humano, llegar a lo ya sabido, que cada uno es una individualidad.
Es una época en donde se buscan los «nichos», esas partes específicas de un grupo para poderles llegar con más facilidad, por otro lado está, esa necesidad de discriminar tan enraizada que traemos a lo que es diferente, a lo que se sale de lo que nosotros creemos que tiene que ser, nos hace condenar y buscar homogeneizar, eso lleva a que una fracción se quiera separar, luche por ser aceptada y por sus derechos.
Cosa rara, pedimos al afuera que nos admita para luego aceptarme, darle la autoridad a esos que me condenan, buscando su aprobación y lo que es más solicitarles permiso para ser, como que habría que volverse a plantear si estamos bien y buscar robustecernos en nuestro ser primero, en vez de seguir luchando cada quien en su causa y volviéndonos la minoría de la minoría y con ello el «desmenuzamiento» ya está hecho .
Parece que así son estos tiempos, que dicen: «divide y vencerás», en vez de acepta, «vive y deja vivir». Cada quien tira para su lado en lugar de unirse a la causa humana, donde cada quien tiene derecho a ser mientras no perjudique o dañe al otro.
En lugar de hacer el esfuerzo y caminar todos hacia el lenguaje universal, hacia esa inclusión tan buscada y no desmembrada, pero bueno… mejor lo dejamos ahí.
¿En que andaba después de todo este divague, que tampoco me queda claro a qué venía?. Era de los animalitos que cada día están más confiados y allegados al patio, donde tienen sus provisiones sin necesidad de moverse demasiado para encontrarlas y están adiestrando una «esclava» para que los atienda.
La gran sorpresa, la inigualable, la hermosa, la belleza que corona este lugar encementado, fue que el pimpollo de la rosa emergió de sus profundidades y ya mostró su color.
La curiosidad fue saciada y la alegría de ver sus tonalidades valió el tiempo de la espera.
La había trasplantado a un recipiente más grande, para que se pudiera explayar, para que estuviera más cómoda.
Un día al levantarme ahí lo vi con su color rojo con un dejo de amarillo, con ese aire de caballero que cautiva, soltando ese aroma embriagador, tan característico de ellos.
*

*
Pues el pimpollo es él y la rosa es ella. Juntos forman ese goce de ser único que a todas sus variantes encierra.
Con los días se fue mostrando más, hasta lucir en todo su esplendor. Se iba matizando en un degradé que comenzaba por el rojo, pasaba por un naranja reluciente y llegaba al amarillo que la hacía destacarse aún más.
*

*
Gran regalo, gran sorpresa, gran encanto el poder cada vez que salgo al patio embelesarme con ella, como buena dama coqueta seduce para que me acerque y le diga lo hermosamente bella que es y se pone más encantadora, acompañada de un dejo de indiferencia.
*

*
¡La vida!, ¡la vida!, que con pequeños detalles nos consuela y nos da motivos para agradecerle.
Fue un período de grandes acontecimientos, ya que el papayero también sorprendió, pero mejor lo dejo para contarlo en la próxima entrega y así darle su lugar especial.
Al igual, que a esa mínima «viborita» que se confunde con una lombriz, que vive bajo la tierra, que se apareció serpenteando o la divina gorrioncita que cada día que pasa está más loca, haciendo más gracias y que le encantó la olla de la rosa, o la nueva salida de las reinas hormigas con la primera lluvia para iniciar su vuelo nupcial.
Mejor por aquí los voy dejando con esta nueva entrega de las crónicas, pues si de sucesos acaecidos se trata podría seguir enumerándolos pues, son tantos, que no se acaban.
MÉXICO
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CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LAS ENSEÑANZAS
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LA APARICIÓN
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: EL VUELO NUPCIAL
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LAS ARRIERAS
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: EL GORDITO
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LOS CARROS ALEGÓRICOS
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LA TRIFULCA
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LA SALIDA DE LAS REINAS
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

Quizás sean la rosa quién determina cuando y donde el patio se transforma en jardín. Un abrazo.
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¿Será que este es el comienzo?, vamos a esperar a ver que sucede, te mando un abrazo grande y gracias
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Cada vez haces más interesantes estas crónicas, Themis. Me encantan esas rosas multicolores que hoy nos muestras y tus observaciones frente a la población bien habitada de tu patio. Gracias por compartir, por darnos a conocer ese rincón maravilloso de tu vida diaria. Mi abrazo y cariño.
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Hola Julie, la rosa es un poema que aún sigue ahí esbelta, mostrándose, hermoseando el lugar, ni un solo pétalo se le ha caído y lleva varias semanas. Gracias a tí por leerlas, un gran abrazo
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¡Qué bonito cuentas la vida! Gracias, un abrazo!
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Gracias José Manuel, me pone felíz que así lo veas, un abrazo grande
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Hermoso Themis, la naturaleza y su contemplación nos debería curar de tanto mal que hay en el mundo. Me encantan tus crónicas. Saludos.
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Muy interesante post y muy bonita rosa!.
Muchas gracias por compartir tus experiencias.
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Gracias Joshua, la rosa es una belleza, me encanta el verla, me encanta que llegara a ser parte del patio sin esperarla. Sorpresas que da la vida, un abrazo grandote
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