El nuevo integrante
Ahí estaba lavando y desinfectando las verduras pues fue día de proveerse ya que traen surtido fresco desde la ciudad.
Les había puesto un poco de arroz a los pajaritos, su ración matinal, ya que a las tan usuales tortolitas que durante el día son como unas nueve que andan en la vuelta, las que ya se consideran de la casa, a la «Hora Feliz» en la tarde, llegan cerca de unas veinte y se le han sumado una familia de gorriones, que para mí son los padres y el hijo, ahora lo que no sé es por qué siguen los tres juntos.
Son una familia bien chistosa sobre todo el hijo al cual le llamo el Gordito pues está enorme mucho más grande que los padres como si la glándula hipófisis no parara de segregar hormona del crecimiento.
Tiene un aura que lo hace un ser muy especial, diferente a todos los demás como que hay en él una falta de maldad, una suavidad que no tienen los demás, el puede quedarse y no teme como todos los otros gorriones que apenas sienten un movimiento o un ruido desacostumbrado salen volando, él se queda, lo que es más me puedo acercar y solo se recorre con sus graciosos saltitos muy altos y largos y me mira con unos ojitos tiernos.
Su cabeza es un poco más grande que la de los otros, llama la atención, cuando ve que todos vuelan él la gira y queda mirando hacia arriba como sin entender qué es lo que sucede, los motivos de esa huída.
Es un ser que trasmite alegría, confianza, como si siempre estuviera de buenas, como si no conociera otro estado.
Más allá que de repente pone una cara, como si frunciera el ceño y se queda muy concentrado mirando y escuchando algo que sucede a su alrededor, que puede ser algún ruido que viene de la calle o las tortolitas que pasan peleándose, parece un alma muy vieja, antigua, con una gran profundidad en la mirada y por otra parte la frescura de un niño.
A veces cuando lo miro y lo veo en esas poses me pregunto, ¿quién es el ser que habita en ese cuerpecillo?.
Empecé a recordar una poesía que de niña me habían enseñado, de un gorrioncito, más allá mi memoria no guarda todas las estrofas, sino alguna de ellas y versos sueltos, la tenía ahí oculta, de a pedacitos empezó a aparecer, ni siquiera al autor recuerdo, más allá que a veces a esta edad las cosas se van y cuando uno las llama tardan en bajar como los archivos en las viejas computadoras, donde había veces que uno los iniciaba en la mañana para que cayeran en la noche, con la memoria sucede lo mismo, como que si la dejamos ahí quieta sin tratar de forzarla, sino habiéndole hecho un llamado de la búsqueda, al rato o a los días, pues uno nunca sabe cuánto se va a demorar en encontrar lo solicitado, es cuestión de paciencia y cuando uno menos se lo espera de repente ¡BLIM!, ahí surgen los datos.
También cuando aparecen el recordar qué se había pedido y para qué, es todo un ejercicio para fortalecerla, pues muchas veces lo que hacemos es olvidarnos de nuestros olvidos y con ello cada día que pasa la debilitamos. Hay que terminar la acción que se emprendió, llevarla a su fin, si era algo que se estaba hablando con otra persona y uno le dijo «cuando me acuerde te digo», cuando esto llegue hay que decírselo como forma de acabar lo iniciado sin importarnos que nos miren con cara de asombro, pues pudo haber pasado un tiempo antes que eso sucediera, y bueno no entienden el sentido de traerlo a colación si no era trascendente.
La poesía brota a cada paso y me voy dando cuenta la influencia que tuvo en mi vida desde muy pequeña, cuando en cierta forma no era muy asidua a leerla o a comprar libros sobre ella, prefería siempre los cuentos y de más grande las novelas.
Quién sabe de qué época de mi niñez fue esta poesía, ni quién sabe cómo la aprendí, solo recuerdo que me gustaba mucho sentir esa relación entre el niño y el pequeño pajarito y la enseñanza que dejaba.
Decía algo así como:
«Se posa todos los días
frente a mi escuela, un gorrión;
nadie sabe que es mi amigo,
lo sabemos Dios y yo.»
Después de muchos días, sin ni siquiera hacer el esfuerzo por recordar al autor del poema, hoy vino a mi memoria, llegó así sin esperarlo, bajó el archivo en donde se encontraba, logró recorrer todas las «terracerías neuronales» hasta llegar a donde estaba el recuerdo guardado y junto con él apareció lo que faltaba de ella, así que va completa.
Ella viene a cuento de lo que estaba haciendo el Gordito.
AQUÍ LES VA LA HISTORIA
Resulta que la enredadera rastrera, la que se habían comido todas sus hojas las hormigas arrieras, aquellas que se habían adueñado del patio por varios días mientras hacían una limpia de las hojas secas del frijolito y de las verdes de esa hermosa plantita que había dado de regalo unas delicadas estrellitas blancas, le volvieron a salir las hojas y se estaba poniendo bella cuando de repente llegaron de nuevo las hormigas y se la llevaron toda.
Solo dejaron sus tallos, muchos de ellos que ya se habían secado parecía y a los gorrioncitos que por lo que recogen dan señales de estar haciendo nido de nuevo o reparando el que tienen no se les ocurrió mejor idea que irlos cortando por pedacitos y llevárselos.
«Cuando me siento en la banca
para estudiar la lección,
mueve el piquito y me dice
con su metálica voz:
-“No estudies, zonzo, ¿no ves
cómo vivo y como yo?
Nunca faltan por el mundo
migajas de compasión”.
A él le gusta estar en el patio, va y viene constantemente, lo recorre buscando esas migajas que se ve lo ponen bien feliz o se sube al muro y desde ahí canta, un trinar que parecería que llama a alguien, o tal vez que está buscando compañera.
Hoy ahí estaba el Gordito junto a sus probables padres muy atareado tratando de cortar un poco de tallo para llevarlo, cosa que le estaba dando un trabajo que se le dificultaba parecía. Se levantaba en el aire con la enredadera en el pico, bien alta, la subía por encima del escalón y jalaba hasta que ¡BUM!, se venía abajo, eso sí no se angustiaba ni se acobardaba él seguía en lo suyo.
«Estaba desalentado
y sin ánimo y valor
para el trabajo, y he visto
a mi amiguito el gorrión.»
Se ve que tiene mucha fuerza por la forma en que la sostenía, algo sin lugar a dudas hacía mal pues sus padres con una facilidad increíble sin levantarla ni nada extraían pedacitos y salían volando.
Sin embargo él no se acobardaba, perseveraba y perseveraba, hasta que en un momento un mini tallito quedó sostenido por su pico y muy feliz levantó el vuelo, para al ratito nada más regresar a hacer un nuevo intento.
«En el cono de su pico
llevaba, con mucho amor
plumas, hilillos y pajas,
que por el campo encontró.»
Lo observaba pues da alegría al espíritu ver a ese precioso ser intentando lograr esa tarea, quién sabe si no es su propio nido el que está levantando, para ver si luego una gorrioncita al sentir su canto y conocer la construcción que realizó, lo elija como compañero de vida.
«Y agitándolas al aire,
como un glorioso pendón,
me ha dicho: “Amigo, trabaja,
que también trabajo yo”.
***
Poesía » EL GORRIÓN» DE:
TEODORO PALACIOS, poeta y sacerdote español que escribió muchos poemas para niños. Cuentan que de joven se fue a vivir a la Argentina y se identificó tanto con lo nativo del lugar que lo creían nacido por esos pagos gauchezcos, lo trasmitía en su poesía de la cual decían que era:
«galano en la metáfora y elegante en el decir poético»
***
«Elevan sus ramas
a los mismos cielos
y traen al mundo
lluvias de consuelos.»
MÉXICO
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LA APARICIÓN
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Besitos 💋💋💋
Gracias infinitas.🌻🌻🌻
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Muchos para tí, que tengas una hermosa semana y también gracias por estar por aquí
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Que lindura de lo que escribes. No puedes desprender los ojos y leer hasta el final.
Me ha encantado todo.
Yo tengo en mi balcón una familia de palomas. Les acaba de nacer un pichoncito precioso.
Es un deleite mirarlos pero que lindo es como haces tú. Al contarnos detalladamente cada cosa.
Y las poesías que añadiste preciosas Themis.
Un abrazo fuerte.
Es un gusto leerte otra vez.
Besitos.
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Gracias Esperanza, el gusto es mío tenerte nuevamente por el blog, dejando tan lindos comentarios.
Qué bueno! que tengas palomas pues son compañía y compartir con ellas el mundo es muy lindo. Te mando un abrazo grande y me da mucho gusto tenerte de vuelta
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Muy tierno el poema, qué bien que lo recordaste.
Me gusta el gordito, tan pacífico él.
Abrazo grande para ti
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Hay que tener paciencia para que los recuerdos lleguen. ES todo un personaje, me gusta mucho, es diferente, es muy bonito como ser. Un abrazo grandote
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De repente recordé que era la hora para levantar el arresto a una araña que tenía detenida en la caja. Un abrazo.
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¡Qué bueno!, que te lo recordé y que ya haya cumplido su condena ahora que se vaya lejos a recorrer otros espacios. Un abrazo grande
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