CAMINO AL MONTE: LA LUNA ESTURIÓN

LA SORPRESA ESCONDIDA

Había llegado el día de la próxima salida, ahí me sume a ella rumbo a un cerro ya no tan cercano al pueblo, sino que había que cruzarlo, llegar a la carretera, caminar para el otro lado, adentrarse en esos terrenos que iban llevando más lejos del poblado, llegar hasta el cauce del río seco, que en cierta forma es seco hasta que llega la riada y lo llena y eso sí, esa no avisa lo hace cuando llueve, ni siquiera tiene que ser cerca puede ser a kilómetros, por eso hay que estar bien atento y mirar si no hay nubes largando agua donde se pierde la mirada.

Salimos a buen paso, pues parecía que el trayecto iba a estar largo, no tenía claro a donde se quería llegar yo solo seguía, pues en lo personal me importaba poco el destino sino el hacer ejercicio, agarrar ese ritmo con la respiración que va llevando a uno a entrar en la meditación, olvidarse de lo que trae en la cabeza, fundirse con el camino, sentirse de nuevo inmerso en la Naturaleza, poder estar un rato en ella, cercana a todos esos seres que la pueblan y que en su gran sabiduría siempre transmiten algo.

Iba mirando las sombras que se formaban, mientras marchábamos, hacía tanto tiempo que no andaba por ahí, que me parecía mentira el paso del tiempo.

Andando, andando, nos fuimos alejando, entramos a terrenos menos poblados, en esos parajes habían puesto luz en la calle en muchos lugares que antes no la tenían, señal que se seguiría construyendo y el pueblo se expandiría.

A medida que nos alejábamos de la zona poblada, empezaron a aparecer esas paredes que me encantan, que son parte de unas especies de laberintos cerca del cauce del río, eso indica que ya está cercano.

Llegamos al cauce del río, me detuve a mirarlo, me maravilló volverlo a ver, cruzarlo, todo me parecía nuevo aunque recordaba lo vivido cuando recién descubrí esos paisajes, esos lugares, hacía más de un año.

De ahí empezamos a subir cerro, no era muy empinado, poquito a poco el camino nos iba llevando.

Los cactus cada vez se hacían más notorios y empezaron a rodearnos, a sumergirnos entre ellos, a percibir su presencia, a sentir lo aislado del lugar, donde pocos humanos parecería que por ahí pasan, el silencio donde ningún eco del pueblo llega, el monte se iba presentando libre, resuelto, creciendo a sus anchas.

Mostraba juegos de luces hermosos, llegamos a un sendero que llevaba a un árbol rojo, de esos increíbles que hay en este desierto, recordé la experiencia de aquella salida hacia ya tanto tiempo, en donde uno de ellos me dio cobijo de un sol abrazador que hervía sobre nuestras cabezas después que una espina se me clavara en mi rodilla como una buena sesión de acupuntura.

¡Qué belleza de árbol!, pequeño aún sin embargo lucía como si estuviera en un teatro iluminado con unos focos que realzaban su figura, su copa llena de hojas verdes brillantes, que lo hacían aún más espectacular.

Todo lo que veía me asombraba, había ya olvidado que el mundo guardaba todos esos secretos, que para donde mirara podía dar testimonio de una creación perfecta, que solo hay que respetarla.

Seguimos el camino, ya llevábamos más de una hora caminando y aún no habíamos llegado al destino, que iba a ser vestigios de una zona arqueológica, un lugar de entierro supuestamente, más allá que no se tenía mucha información sobre ello.

Al fin nos encontramos con una fosa,

un límite de piedras colocadas verticales

y una piedra redonda.

Significado de ello, ¿quién sabe?, tampoco importaba mucho, estar en esa cima ya era suficiente para contemplar y respirar otro sentir de la existencia.

Me senté estaba un poco cansada, llevábamos más de una hora y media caminando y aunque el terreno era bastante plano era de subida a un cerro.

Mis acompañantes se fueron a seguir investigando a ver qué más encontraban por los alrededores, quedé sola en esa inmensidad rodeada por cientos de cactus columnares, era un bosque enorme, todos muy derechitos, como guardianes, antenas que recibían y emitían.

Se me hacía una visión de cuento, de un lugar fuera de la realidad, donde todo se transformaba y allí a lo lejos el cauce del río seco, que me impacta, más aún después de haber vivido tantos encuentros en él, hasta una riada, cuando sin esperarlo el camino se corta y uno queda sorprendido de la sorpresa que le había guardado el destino y la noche que llegaba.

Delante mío, de repente llamó a mi atención un mándala que allí estaba, sus colores, sus espinas, sus hojas, su forma, no me cansaba de decir lo bello de todo lo que me envolvía, tanto lo grande como lo pequeño.

Me sentía transportada, inmersa en un cuento mágico, lleno de seres venidos de otros planos que me cautivaban y me mostraban que la divinidad siempre está presente, mírese para donde se mire, que a veces no se le ve por quererla buscar de acuerdo a la forma que creemos nosotros que tendría que tener.

¿Cómo es posible que el ser humano esté tan ciego que no pueda ver esto, que lo quiera acabar, que sea más importante sus proyectos de crecimiento de empresas que acogerse a la Naturaleza?, eso sí llegará el día cuando todo esté destruido y él haya perdido la cabeza, que se dé cuenta que nada es más trascendente que el estar inmerso en ella. Será demasiado tarde.

Mientras me decía a mí misma que debía agradecer el poder estar en ello, que la vida me permitiera llegar a conocer y fundirme con espacios como esos, donde pocos seres han pasado y aún guardan la vibración limpia de cuando fueron creados.

Cuando de repente, algo me llamo de mi lado izquierdo, me di vuelta mire y ahí me la encontré a ella, dulce, elegante, sencilla, sensible, sin hacer gala de magnificencia sin embargo resaltaba en ese todo, con su vestido blanco, delicado y etéreo más cerca de los Cielos.

Me quedé mirándola y hablando con ella, diciéndole lo hermosa que estaba, el aroma que sus pétalos exhalaban y agradeciéndole que con su presencia en ese preciso momento sellara mis pensamientos, donde me estaban mostrando y ratificando como decía en «El principito» el sabio zorro:

«He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien;

lo esencial es invisible a los ojos…».

Perdida entre todos esos seres, maestros en la sobrevivencia, que fueron creciendo y transformándose desde el agua que por estos lugares hace millones de años reinaba, fue transcurriendo el tiempo.

Llegaron mis compañeros, compartimos unos plátanos que llevábamos, descansaron unos momentos y reemprendimos el regreso.

Ya habíamos tomado el camino, cuando señala uno de ellos el Cielo, un punto luminoso que se ve entre los cactus a lo lejos, era Ella, la Luna Esturión, que estaba saliendo.

Otro regalo que la Vida me estaba haciendo, no la esperaba, ya llevaba un tiempo en que la había perdido como mi modelo, pues no podía salir a encontrarla, la veía en el patio de la casa cuando ya coronaba el cielo, sin embargo su nacimiento llevaba meses sin verlo.

Esa luna que dicen que representa la sobrevivencia, que nos muestra fuerza, que aún falta un camino que transitar, sin embargo lo podemos hacer pues aunque no lo creamos somos más resistentes de lo que profesamos ser.

Luna de esperanza, de llenar al corazón de confianza, de buenas vibraciones para de esa forma emanarlas para impregnar la atmósfera con ellas y robustecer a todos aquellos que están débiles.

Se estaba haciendo la noche, el cielo obscurecía su azul añil y no solo estaba Ella en el firmamento sino Saturno y Júpiter en una claridad deslumbrante la acompañaban, así fuimos retomando el camino de regreso.

Aún quedaba un buen rato para llegar al pueblo, con el corazón rebosante de aire puro, de silencio, de meditación, de estar en el sosiego, con paso constante y firme nos hundimos en esa noche iluminada por los rayos plateados.

MÉXICO

CAMINO AL MONTE: EL VIEJO SOTOLÍN (3)

CAMINO AL MONTE: LA LUNA ESTURIÓN

CAMINO AL MONTE: LA GRAN EXPLANADA

CAMINO AL MONTE: ENTRE PAREDES (1)

Te invito a visitar mi página de face

blog de themis

Y TAMBIÉN  EL BLOG

puedes encontrar otras entradas que te interesen.

Link Pagina Principal 1

GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

FIRMA baja res

12 comentarios en “CAMINO AL MONTE: LA LUNA ESTURIÓN

  1. Es cierto que ese paisaje de cactus parece sacado de un cuento.
    A la naturaleza no le hace falta que le inventen nada, ella sola es pura magia.
    Me encanta las fotos de la luna y tu paseo entero.
    Ojalá estemos a tiempo de salvar tanta belleza, no sé, no pinta bien.

    Un abrazo grande y que tengas la ocasión de dar muchos más paseos como este.

    Le gusta a 1 persona

    1. Gracias Eva, espero que la Vida me permita seguir paseando por lugares como este, donde aún hay espacios que no los han «civilizado» y metido tras las rejas, sin embargo son tantos por los que anduve libre en ellos y ahora los han vueltos privados que desconfío.
      Por otro lado lo agradezco mientras está, un abrazo

      Me gusta

  2. Bellisimo !!!!Tus relatos tienen magia !!! Me siento transportada al lugar ….y lo disfruto !!GRACIAS !!! Me quedo con el mandala y » ..lo esencial es invisible a los ojos a…no se ve sino con el corazon

    Le gusta a 1 persona

Replica a gladyslimongi 1@gmail.com Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.