TORTOLAS 5_3

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: El nuevo visitante (5)

LA GRAN BATALLA

Desde aquel hecho que sucedió hace ya un tiempo en donde Coquita como la dueño absoluta del patio fue destronada por ese nuevo adversario que había llegado con mucha más fuerza, empuje y aparentemente juventud, pues en realidad no tengo manera de determinar la edad que esos pequeños seres, dulces y tiernos, la imagen del amor, de los enamorados, esos que parecen ser uno y que por sobre todas las cosas está el parecer vivir en el sueño encumbrado en que se ha metido a ese amor romántico que bueno para que decir que en los primeros momentos mientras las hormonas andan en su apogeo es posible que algo así se dé, más allá que pasado el tiempo todo se transforme en una gran batalla que para qué hablar y ese estar en las nubes para una gran mayoría se vuelve una gran caída y ¡BLIM!, la entrada a la realidad se cierne sobre los «drogados» actores de esa telenovela vendida desde hace mucho tiempo y que nos ha engañado a todos en la forma en que se espera que se den los acontecimientos del «amour».

No hay mucha diferencia entre los alados y los humanos, cuando se trata del manejo del poder ahí empieza el conflicto, más allá que hay que dejar claro que entre la pareja de alados, ahí si son como dicen «dos tortolitos» en apariencia.

 

 

Ya me fui por las ramas, dijeran por ahí, «diciendo bobadas», estaba hablando de las tortolitas que cada día que pasa las conozco más y me doy cuenta que el «Peace and Love», no va mucho con ellas.

Bueno como siempre sucede no era de esto que les quería contar sino de lo que ha sucedido en esta comunidad de no tan dulces habitantes, no tan tiernos encuentros y donde la guerra se ha desatado. Como en todos lados mientras dos bandos pelean todos los demás miran sin hacer nada, se protegen, hasta se espantan y se desaparecen, pues no es por nada por todas partes si se atraviesan los corretean o los picotean y se vuelven «daños colaterales».

De esa forma se volvió el patio un lugar de batallas campales donde son muy pocos los que comen y los otros pasan hambre, como en esta realidad de plano en la que estamos.

 

 

Eso sí no todo es negativo, como suele suceder donde todo es caótico siempre se encuentra lugares de armonía o aparecen cosas bellas, como en este caso que dentro de ello se presentó un ser que con un plácido chispeo muestra que hay encanto en esta vida, que también hay pacifistas que no buscan la confrontación y cuando la encuentran les parece mejor el alejarse de ella, aunque quedarse un rato viéndola puede ser de interés, eso sí, no entran en la disputa.

 

Aquí les va la historia.

 

De repente estaba en el patio cocinando, muy metida quien sabe en qué laberinto de mi «adentro», pues cada día encuentro que tiene más corredores, más obscuros que el tren fantasma, cuando algo llegó volando y me sacó de donde estaba, con tal espanto, que la cuchara que tenía en la mano voló y mi corazón latió un poco acelerado.

En el mismo aire al divisarme y estar frente a mis ojos, como si fuera una caricatura quedó como frenado, por unos instantes como congelado, despavorido dio una vuelta y se fue a parar sobre una de las varillas del techo. Pienso que él también tenía que hacer una parada para recomponerse del acontecimiento pues lo pilló de sorpresa igual que a mí. Ni modo así tenía que ser nuestro encuentro.

Solo vi un gran punto rojo con algunas partes negras que parecía el llamado a huelga en el Reino de la Naturaleza.

 

 

Era un pequeñísimo pajarillo rojo de esos que hay en la región y que de vez en vez se dejan ver por el pueblo, se quedó un rato mirando lo que sucedía en el piso, ahí estaban las tortolitas peleando y levantando alas, volando plumas por todos lados, se había armado la gran gresca en defensa del territorio, era Coquita con el nuevo amo que se traían una gran ofensiva, corrían por todo el patio y sucedía que cuando se alejaban de donde estaba la comida, enseguida bajaban todas aquellas que se habían quedado en el muro mirando y que eran las espectadoras y muy rápidamente comían sintiéndose el sonidito del piquito pegando en el cemento, ¡TIC!, ¡TIC!, ¡TIC!….

 

 

Regresaba alguno de los líderes y todas emprendían el vuelo a refugiarse a la seguridad de las alturas, más allá que había veces en que enojado uno de ellos subía a perseguirlas y algunas optaban por irse, pues la situación estaba tan de locura que era imposible el comer tranquilas o tan siquiera hacerlo más tardaban en bajar que en volver.

Esto sucedió por varios días, era improbable que hubiera serenidad, la armonía de los tiempos felices e idílicos había desaparecido, quién sabe que era mejor si Coquita con sus picotazos o este nuevo Manda Más que había llegado que eso sí no dejaba que nadie se le acercara, más allá que cuando aquella junta que parecía que habían realizado para destronar a la líder del lugar todos se habían juntado y daban señal de estar de acuerdo, eso sí no creo que supieran con mucha claridad en la que se estaban metiendo, suele suceder cuando las promesas percibidas son lo que se deseaba, pero cómo se iban a implementar eso era otra cosa  y saber cómo se manejan en esto en el mundo alado.

Se habían juntado todos con el único fin de destronar y eso no podía llegar a un buen fin, ni modo que se le iba a hacer, ahora había que esperar que era lo que sucedía.

 

 

Mirándolo desde afuera es muy parecido al manejo de los humanos, tal vez porque todos nos emparentamos en el ser animal. Elegimos para sacar a otro sin ver con claridad a quién o qué estamos dejando pasar.

Más allá la ganancia de todo se la llevaba el pequeño gorrión, que sigue viniendo al patio y él está solo, pasa como desapercibido, entre todas las corridas el simplemente comía y cuando le llegaban al lado se hacía a un costado dejándolos pasar para luego volver al lugar en donde estaba disfrutando de ese delicioso manjar dándose sus grandes atracones.  La verdad parecía invisible.

A veces también sucedía que se refugiaba en la paloma grande que llega, sobre todo en las tardes antes de que el sol se retire, ella primero mira todo, con una paciencia y una paz que cualquiera quisiera tener, pase lo que pase no se inmuta, hasta que de repente baja y come algunos granos, creo que solo viene por saborearlos. Su pareja también a veces la acompaña pero ella nunca baja, se me hace que no es de su agrado meterse en el ambiente de vecindad que se da.

Mientras tanto nuestro nuevo visitante que alegraba con ese canto suave y dulce, seguía llegando y dando el detalle a color en el ambiente grisáceo amarronado de los alados. Era un disfrute el verlo y cada día se quedaba más, se ve que le divertía o tal vez no entendía que era lo que acontecía.

 

 

Sin embargo sucedió que el nuevo señor del terreno empezó a tomarse atribuciones que iban más allá de la comida que le ponía, comenzó a entrar en la cocina a husmear entre lo que allí había buscando el alpiste y los granos que encontraba.

Brincaba por todos lados y lo que es más a veces parecía que exigía que se le tratara como se hacía con Coquita, que sin lugar a dudas ella en mí tiene un sitio especial y bueno ese sí no está en disputa.

Bien claro le advertí, que en donde se reunía la comunidad de los suyos el mandara como quisiera sin embargo en donde era mi sitio ahí nadie venía a decir que era lo que había que hacer, pues no se necesitaba «machito» que viniera a imponer lo que él creía que tenía que ser.

Así nos pasamos buenos ratos entrados en las palabrerías, donde de una forma u otra le quería hacer comprender que no se metiera en mi terreno, pues también era territorialista, más allá él contestaba como con unos pequeños como ladridos de cachorrito, extraño el sonido que hacía.

Reía al escucharlo, pues bien que me había salido valiente este contrincante. No tenía ningún empacho en ponerse de frente, quería en cierta forma arremeter y que se le hiciera caso, buscaba parece gozar de todas las prerrogativas que supuestamente eran atribuidas a ese rol que ahora él ejercía.

Cosa que me enojó pues tenía demasiada osadía se sentía en una parte dueño, ahí como buen espantapájaros fui yo quien lo comenzó a corretear pues no era prudente dejar que esta conducta subiera de tono, muy aguerrido era el nuevo señor y como que quién sabe qué efecto buscaba con esa actitud.

Abusos hay en todas partes y abusadores también, digamos que basta darles un dedo como quien dice para que se tomen la mano.

Después de eso me empecé a dar cuenta que los límites hay que ponerlos desde el primer momento y no dejar que las situaciones se salgan del control pues en cualquier comunidad es indispensable mantener la sana convivencia y los lugares especiales se ganan no se imponen.

Todo seguía igual, el pajarito rojo volvía de vez en vez a visitar eso sí no se metía para nada en donde estaba la comida, él se quedaba parado siempre en la misma varilla y desde ahí lanzaba a los aires un chisporroteo bien bonito, calmado, que a veces subía un poquito el tono, de acuerdo a lo que acaecía en el suelo, parecía como si estuviera reportando la bulla que había.

 

 

Hasta que un día se acabó el alpiste, sí eso sucedió y por unos días todos quedaron sin tener el disputado alimento, ya no había más peleas, ya no había más enfrentamientos y uno a uno se desaparecieron……….

 

CONTINUARÁ……..

 

MÉXICO

 

Si quieres enterarte de los capítulos anteriores en el MUNDO DE LOS ALADOS aquí te los dejo.

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (1)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (2)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (3)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: LA LUCHA POR EL PODER (4)

 

 

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4 comentarios en “LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: El nuevo visitante (5)

  1. Buen jaleo tienes en el patio. Parece un reflejo de la vida humana, o será al revés, que por mucho que nos creamos civilizados seguimos siendo animales y, en ocasiones, hasta peores que ellos.
    Es bien bonito y llamativo ese pajarito rojo.
    Me ha hecho mucha gracia lo de tu interior con más túneles oscuros que el tren fantasma.
    Abrazo grande, Themis.
    Espero nuevos episodios de tus pájaros y sus amores y conflictos.

    Le gusta a 2 personas

    1. En cierta forma pienso que uno lo interpreta de acuerdo a lo que ha vivido o está viviendo, más allá que hay comportamientos grupales que mucho se asemejan, como bien dices es la parte animal.
      Son muy divertidos paso ratos con ellos pues cuando estoy fuera por ahí andan en sus vueltas.
      Seguiré con mis reportes de lo que va sucediendo pues diario surge algo nuevo.
      Te mando un abrazo grande y que pases lindo fin de semana

      Le gusta a 1 persona

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