En la casa
en que estoy viviendo ahora la que está en el desierto, en el tiempo de la cuarentena lo que para mí es más un retiro, la posibilidad de pasar más tiempo con uno mismo, irse descacharizando, tomar las enseñanzas que se encuentran guardadas en las circunstancias, para renacer en donde sea en este plano o en otro, más liviano y con otra visión acerca del mundo y de la vida, ya que no volverán a ser lo mismo, en el patio del fondo que está todo encementado, quién sabe por qué dejaron un pequeño rectángulo de tierra.
Cuando llegué por primera vez solo una enredadera que se extendía por el piso era lo que crecía. En ella fue donde nacieron las primeras mantis religiosas, aquellas pequeñitas y aún hay cada tanto un nuevo nacimiento.
El otro día estaba sentada en los escalones que hay tomando un poco de fresco, ya que el calor en esta época está tremendo, cada día que pasa se pone más fuerte, de repente un pequeño ser viviente daba unos saltos en el aire y volvía a caer en el cemento el cual estaba ardiendo.
Me quedé mirando a ese bichito que desde lejos no diferenciaba mucho qué era, más allá que la forma de movimiento que tenía llamaba la atención, era como si se quemara y quisiera huir, sin embargo cada vez se iba metiendo más a donde los rayos del sol estaban en su apogeo y se alejaba de la sombra.
Por otro lado parecía como si se cayera en un intento por elevarse a los aires, algo en mitad del salto lo desinflaba y se venía al suelo en lo que parecía un gran trancazo para un ser tan pequeño.
El ardiente piso, la cruel caída, no lo detenía, él perseveraba, como si estuviera luchando por su vida y creo que lo hacía, hasta se sometía a ello por momentos daba la impresión, tal vez para robustecerse más.
Era una mantis, había habido un nuevo nacimiento y pienso que estaba intentando su primer vuelo. Invariable, seguía y seguía pretendiendo elevarse y caía sin paracaídas hasta que en un instante logró despegar y llegar hasta la pared que se encontraba a unos cuantos metros y se quedó en la sombra.
Veía el esfuerzo que ese bichito hacía para lograr una destreza que con seguridad era vital para su vida, una vida independiente, por otro lado salió fuerte pues si libró las que libró en este mundo para permanecer en él, era porque había desarrollado potencias, aptitudes que lo diferenciaron de los otros, ya que cuando nacen los primeros en hacerlo se comen a los demás que van saliendo de esa cápsula en donde se encontraban, eso es lo que dicen.
Me quedé preguntando: ¿será que cuando va de por medio la vida le ponemos más empeño a las cosas, no nos podemos distraer en estupideces sino que uno se aboca a protegerla primero y vemos lo transcendente?, sin embargo el humano en muchas situaciones hace exactamente lo contrario, ¿será que ya el instinto de conservación ha dejado de funcionar como es debido?, ¿por eso será que nos mandaron ésta pandemia del coronavirus que estamos viviendo para qué recapacitemos por lo alejados que estamos de la Naturaleza?.
Nos hemos distanciado de nosotros mismos, de nuestra esencia unida a la fuente misma, estamos perdidos en las superficialidades de una vida sin sentido, pues bueno aunque haya sido una fabricación de los «malignos», vestidos de corderos regordetes, lo que podemos encontrar detrás de esta propagación del coronavirus es una fuerza mucho más sublime, sagrada, que es la fuente misma de la Creación que a través de diferentes dificultades que nos va regando por el camino nos muestra, nos enseña a recorrer el sendero puliendo «el espejo del corazón», que en última instancia es lo único a lo que tendríamos que abocarnos y como lejos estamos de ello, nos manda a recluirnos para que recapacitemos, tomemos conciencia y regresemos de nuevo al movimiento viendo todo con otra perspectiva.
Sin embargo no era de esto que les iba a hablar sino del mini huerto que se fue formando en ese pequeño espacio de tierra.
La enredadera se fue desarrollando, como se la regaba se sintió parte de la familia y fue avanzando en robustecerse, cada día saca más guías sin embargo ya no son tan largas como las que se veían al principio, ya que quería crecer, desplegarse y claro con el sol quemante sobre cemento la pobre sufría pues su punta se le quemaba y se secaba.
Sin embargo ella luchaba y luchaba por la sobrevivencia, el poder adaptar su naturaleza a esas condiciones que se le presentaban, ella era hija del monte, sin embargo fue una elegida para compartir el espacio con la raza humana a la cual le encanta alfombrar la tierra con cemento, taparla, que nadie la vea, hay que desconocerla para ver si de esa forma desaparece y no nos trae el recuerdo de salir de sus entrañas.
No se detenía lo que le sucedía, de nuevo volvía a hacer el esfuerzo, crecía del extremo y lo mismo acontecía, más allá un día reaccionó y ahora suelta cada día más guías que forman entre ellas como una red que crea como una sombra, se eleva unos milímetros, su punta se ha vuelto muy firme, con un filamento bastante sólido y fuerte que en su cumbre.
Más allá que la muy lista se aprovecha de las otras plantas que por una causa u otra fueron apareciendo en ese mini huerto, donde se dejaron semillas que brotaron, o pequeños brotes que se desarrollaron, asi pienso a veces y otras que pueden estar en una sociedad de cooperación. Lo que hace es que se le enreda al jitomate y así permanece prendida a él. Hay que ver para donde va esto, por ahora las otras no muestran ningún resentimiento.
Lo primero que creció fue una planta de Jitomate que muy tierna empezó a asomar sus primeras hojas, fue toda una alegría cuando la vi, adoro el aroma de la planta y comer su fruto recién cosechado, se desarrolló, hasta ahora que ya tiene cuatro que cada día engordan más
y muchas flores amarillas.
Como nunca se le puso un palo o se la ató para que se sostuviera siguió el crecimiento de la enredadera, como si fuera rastrera, con lo cual la ayuda con su sombra a subsistir en este clima extremo.
Una planta de frijol que está cada día más robusta, con mucha fuerza y empuje busca al Sol y acompaña a las otras en este mini terreno milagroso, donde la vida brota a pesar de lo árido del terreno, eso sí se ve que la tierra es bendecida pues deja que crezcan y se adapten juntas a las circunstancias.
Claro no es un ecosistema desértico a un cien por ciento sino semi árido, pues de vez en vez llueve sobre todo cuando llega el tiempo del agua con la cual bendicen los Cielos a la tierra.
Lentejas, una planta muy delicada de una cantidad de hojitas pequeñitas, que tienen un movimiento muy sutil y etéreo cuando la brisa las mece, como si temblaran, unas minúsculas florecillas blancas, muy tiernas y alegres, ahora comenzaron a vestirla.
El que no podía faltar en el desierto mexicano el nopal, con sus grandes espinas, éste lo traje enganchado en mi pantalón en una de las caminadas por el monte y qué mejor lugar para dejarlo que en el mini huerto.
Chiquito, chiquitito, un mini nopalito, eso sí empezará a sacar cuerpo y tal vez, un día me regale a mí o a alguien, sus deliciosas hojas espinosas para prepararlas con su cebolla, su cilantro, su ajo o asados con queso o a la mexicana, un deleite para el paladar.
Y las otras son las diminutas plantas de calanchoe, ese vegetal que dicen que tiene propiedades medicinales muy milagrosas, sobre todo para el cáncer.
De las hojas, en todo su alrededor nacen las nuevas plantitas, es muy hermoso ver la forma de reproducción que tiene.
Las encontré un día que caminando por la calle había una planta adulta llenita sus hojas de hijitos, los cuales caían a la acera y se rostizaban por el calor, así que tomé unos cuantos los envolví en papel, le puse agua y los traje y ahí los planté también.
Están creciendo muy lentamente, como que recién están asomando sus hojitas muy escrupulosas, también pienso que como cuando las puse eran tan pero tan pequeñitas, que quedaron tapadas pues al ponerle agua a las otras se fueron cubriendo y desaparecieron de la superficie y tuvieron que hacer el esfuerzo no solo de lanzar sus raíces a lo profundo, sino además vencer esa masa que las encapuchaba, hay que ver ahora como va a seguir el proceso, con qué apresuramiento van a crecer o si se tomarán su tiempo, como todo en esta vida hasta que se aclimaten al nuevo territorio y a la nueva forma que las circunstancias las obliguen, pues a las que yo conocí hace ya un muy buen tiempo y de las cuales comí en varias oportunidades sus hojas en ensalada, lo habían realizado relativamente rápido. Claro el clima era exactamente el contrario al de este lugar.
Eso si ver el esfuerzo que están haciendo todas ellas recluidas en un muy pequeño espacio, en un clima intenso donde podrían competir por la preponderancia dentro de él y sin embargo cada una va encontrando su lugar, tal vez deban dejar de lado muchas cosas que son incluso de su propia Naturaleza, que tendrán que transformarlas, cambiar su forma en parte para lograr compartir con ese todo nuevo a donde fueron transportadas, que no le deja otra posibilidad si quieren vivir que el cooperar con los otros en ese mini lugar, que se volvió en este instante vital para su sobrevivencia.
Hay transformaciones que nos obligan a adaptarnos o perecer si hay resistencias, como es en parte lo que el futuro marca a la raza humana, y la aguijonea a cambiar la cabeza, a tomar consciencia realmente, hacer un examen de sí mismo y decidir hacia dónde va a apuntar el crecimiento, ya sabe ahora hacia dónde conduce el camino que se seguía.
¡¡¡ DESPERTEMOS !!!
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Este virus nos recuerda que no somos eternos, pero también la capacidad de superación que tiene el ser humano. Y también estamos valorando que la tecnología que tiene como todo su parte negativa, también una muy positiva el estar cercanos a la familia y amigos. Buen miércoles 🙏
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Toda la razón, cuando las cosas se hacen con moderación no son malas ni buenas, el problema es cuando nos volvemos adictos a ellas. La cercanía que da la tecnología es indudable, más allá que el estar al lado de la persona tiene otra magia que se está perdiendo por ella. Buenas noches y que tengas un lindo descanso
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Gracias
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