paisaje con riachuelo

HISTORIAS DE ANIMALITOS: EL CHIMICHURRI, SHIVA Y TODO LO DEMÁS (2)

 

Cuando me volví dueña de un perro

Habían nacido los cachorritos, una camada grande que andaban luchando por su sobrevivencia, algunos resistieron, ganaron la partida y se fueron criando.

La madre por ahí andaba, flaca, con cara de desgraciada, perseguida por sus hijos que no la soltaban y donde fuera se tiraba para darles de mamar.

 

perra amamantando

 

Poco a poco fueron creciendo, ya caminaban, andaban por todos lados, los habían desalojado de abajo del fogón y deambulaban por el patio, tratando de vencer uno de los obstáculos que les impedía meterse dentro de la cocina, una madera más alta que ellos.

 

cachorritos_2

 

El primero en dominarlo fue el Chimi y se metió en dónde estaba la mesa para comer, luego le siguieron todos los demás. Se ponían abajo de ella esperando que algún alimento cayera por descuido, ya que sabían que era una forma de lograr algún bocadillo extra. Así que siempre estaban atentos, mirando lo que sucedía alrededor y prestos a volar si algo caía al suelo.

Ahí fue mi primer contacto con él, pues cada vez que me sentaba a comer varios de ellos se venían y apoyaban sus cabecitas en mis pies y ahí se quedaban hasta que hubiera terminado, muchas veces hasta se dormían.

 

cachorritos_2

 

El Chimi era uno de los primeros en acercárseme, pues bueno sabía que era una persona muy «descuidada» donde a cada ratito se me caía algo de comida.

Desde cachorro era inteligente, él me sentía llegar y al segundo estaba parado a mi lado, viendo para donde iba a agarrar y que conducta haría,  me seguía a todas partes a donde podía. Se volvió un poco mi sombra y bueno ahí fue cuando lo empecé a mirar más de cerca, pues yo no quería perro, más allá que todos decían que tenía que conseguir uno para cuando estuviera en la casa de arriba, pues siempre era útil para avisar, incluso de otros animales que estuvieran rondando, más que por ahí vivía el tigrillo y había mucha víbora y sí, tenían razón, aparte de compañía, anuncian de lo que sea que entre al territorio.

-Hay mucha nauyaca, allá arriba- decía el dueño- mientras sorbía su café

Yo lo miraba y escuchaba con mucha atención, mientras él seguía.

-Es una víbora peligrosa, si  muerde difícil que alguien se salve- hablaba mientras me miraba viendo mi reacción-  hay medicina de hierbas, han salvado a algunos.

Seguía hablando y contando anécdotas de diferentes individuos que lo habían mordido, en lo personal las víboras merecían todo mi respeto, igual que los alacranes, los ciempiés, las arañas y otra serie de animalitos que prefería no encontrármelos en el camino.

-Le gusta meterse en la cama después que uno se levanta, para dormir calentita- y reía y reía.

Más allá desde ese día, miraba muy cuidadosamente la cama cada vez que me iba a meter en ella y no la dejaba tendida hasta que se hubiera enfriado, «prevenir es curar» dicen por ahí.

Así fue cómo un día me encuentro con una sorpresa que se había metido en ella una araña cargando su huevo, de esas que me causaban pánico en un tiempo, que luego se quedó a vivir en la esquina de la pared, pues matarla eso sí que no, de tanto frecuentarlas y que se me aparecieran en todas partes fui superando mi fobia a ellas.

 

araña con huevo

 

Sin embargo no había decisión, no me podía hacer cargo de un perro, él insistía, cuando llegaba me venía a recibir, moviendo su cola, en una danza que desataba la risa, pues se movía todo él, como en una tembladera, muy feliz y bueno uno se va haciendo a la idea.

Poco a poco sus hermanos fueron desapareciendo trocados por diferentes artículos, saldaron alguna deuda, pues los perros siempre eran necesarios y buscados, incluso encargados cuando alguna perra estaba de espera, más si se conocía que era un buen ejemplar, por otro lado morían con mucha facilidad, no resistían el ambiente hostil en el que se desarrollaban, si no tenían la suficiente fuerza y capacidad.

Al Chimi, que en ese momento no tenía nombre aún más allá que se lo quisieron llevar, el dueño de la casa lo impidió dijo que ahí lo dejaran, como que lo había reservado un poco para mí, para cuando me convenciera de que era necesario tener un animalito.

Un día estábamos en la cocina comiendo ya no se le permitía a ninguno atravesar la puerta pues habían crecido, más allá que cuando se descuidaban se colaban dentro, gallinas, caballos, perros, siempre en busca de algún alimento.

 

potrillo

 

Sin embargo el Chimi tenía como un permiso especial y entraba junto conmigo como si fuera mi guardaespaldas o en este caso el guardapiés, se sentaba abajo de la mesa a mi lado, como lo hacía en todas partes, muy derechito y quietecito.

 

cachorritos_2

 

Un día  entró una vecina y le dio risa verlo tan pegado a mi pie, atento, presto a defenderme si algo sucedía y ahí quién sabe qué fue lo que dijo, solo me tradujeron la contestación del dueño de la casa, la cual había sido, que era mi perro.

Sorprendida de la respuesta no atiné a decir nada, eso quería decir que tenía perro e inmediatamente me preguntó la recién llegada, que cómo se llamaba y bueno lo primero que nació de mi boca fue:

-Chimichurri- como la salsa que se consume por el Río de la Plata para aderezar los asados y otras comidas, quién sabe por qué estaba en mi cabeza tal vez había alguna fantasía con un chorizo al pan aderezado con ella, mientras comía mis frijolitos con tortillas, que muchas veces era el único plato que había.

Igual que me había sucedido con niños en los ambientes de «contexto crítico» en la ciudad como le llaman en la actualidad, que le cambian las palabras sin embargo en esencia siguen siendo lo mismo, los marginados del mundo, que una vez estábamos jugando a qué se parecía la luna y con lo único que la pudieron relacionar fue con comida, a un queso, a una naranja, a un plátano, a una albóndiga y nada que pudiera salir otra asociación.

Creo que en esas circunstancias los entendí muy bien, más allá que aunque estuvieran en una parte bloqueados por las fantasías de alimentos, muchos de ellos eran verdaderos poetas, que serían «asesinados» por falta de entendimiento y condenados a la violencia, tenían que  reprimir la sensibilidad que traían, ya que no servía para el medio donde se desarrollaban.

Todos rieron pues nunca habían escuchado un nombre tan chistoso, más allá que ni sabían que era lo que significaba, pues  muy pocos  hablaban español y una palabra así no la habían escuchado. La repetían y se reían aún con más ganas, su fonética les desataba la hilaridad.

Desde ese día tuve perro, con un sabor muy rioplatense, nacido en la tierra del tequila.

Me hice cargo de su alimentación y su cuidado, más allá que no siempre se quedaba conmigo, pues para él creo que le era confuso saber donde vivía, pues como yo a veces me iba por largas temporadas, el quedaba al cuidado de los de la casa, colaboraba en todos los trabajos, gustaba más andar por la casa del poblado que en la de arriba, era un perro muy sociable y le encantaba ir a la milpa, visitar a los diferentes vecinos, era muy andariego y conmigo como dueña su única tarea hubiera sido estar todo el día tirado esperando a que hiciera algo.

Eso sí cuando yo estaba arriba, ya más grande, una o dos veces al día me pasaba a visitar, lógicamente que en busca de su comida, pero se quedaba un rato tirado, sin ni siquiera molestarse en avisar si algo sucedía alrededor, cómo que iba a descansar de sus jornadas de milpa, de vigilancia, a veces pasaba la noche, otras se iba, apenas empezaba a obscurecer.

 

perro durmiendo

 

Era entendible para un perro, la vida en la casa del poblado era mucho más interesante y estaba junto a todos sus congéneres.

La verdad que cómo perro guardián no sirvió, por lo menos en esa casa, eso sí para recibirme cuando llegaba, mostrarme cuánto me quería y lo feliz que lo hacía el verme, era todo un espectáculo que se ganaba el corazón, daba saltos de contento, más cuando me había ido por un largo tiempo. A parte había añadido una forma nueva, mostraba sus dientes como si sonriera en una mueca muy chistosa, de esa forma me daba la bienvenida.

Eso sí había quienes pensaban que tanto amor se debía a la conveniencia ya que comía muy bien cuando estaba y de la otra forma su ración se disminuía, más allá que esas opiniones era lo que menos importaba, pues por otro lado no tenía respuesta, era una muy hermosa relación la que logramos entablar de correspondencia, se podía decir que él entendía lo que yo quería y siempre estaba presto a ayudarme, yo le daba su alimento, éramos libres en nuestro afecto, eso sí los dos lo sentíamos, lo cual lo ponía muy feliz y realizaba su danza de contento.

Se iba criando fuerte, robusto, todos tenían que ver con él, pues creían que era un ejemplar así por naturaleza, no entendían que la magia que lo hacía verse de esa manera, era simplemente que comía lo suficiente, lo que le correspondía, era un perro libre, aceptado y tratado de otra manera.

Continuará…..

México

 

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5 comentarios en “HISTORIAS DE ANIMALITOS: EL CHIMICHURRI, SHIVA Y TODO LO DEMÁS (2)

  1. Toda la historia es muy bonita, pero lo que más me ha gustado es la asociación de la luna con alimentos.
    Para poder poetizar primero hay que tener la tripa llena.
    El perro es muy majo y genial el nombre.
    Abrazo, Themis
    ( Qué miedo la serpiente que se mete en la cama. La araña tampoco me gusta demasiado como compañera de almohada)

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    1. Así es Paloma, más allá que ni el hambre le mataba lo poeta, de eso se encargaba la escuela.
      En realidad no creo que la serpiente se metiera en la cama, pienso que me lo decían para que me diera miedo y convencerme de que aceptara al perro.
      La araña esa sí, fue de verdad y desde ahí la empecé a controlar, pues tampoco me apetecía tenerla como compañera como dices de almohada, más allá que en realidad estaba en los pies. Un abrazo

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