Villa Santo Domingo de Soriano, se encuentra

en Uruguay, es un pequeño pueblo de un poco más de 1300 habitantes, de una extensión de unas 10 por 15 cuadras.

Está ubicada sobre las márgenes del Río Negro y a unos 10 kilómetros del Río Uruguay, el río de los pájaros y por añadidura a esta parte del río se le dice igual.

Los murales fueron el atractivo que me hicieron visitarla, ya que ando encontrándome con este movimiento que se empezó a desarrollar a partir de los años 90 en algunos pueblos del interior del país.

Es una Villa con un gran encanto, cautiva al visitante, acogedora, con habitantes dispuestos a darle al extraño la bienvenida, acompañarlo, la plática se hace amena, pues todos tienen alguna historia que contar, alguna pregunta que formular, los niños saludan alegremente cuando uno camina por sus calles, el ritmo lento donde se puede gozar del entorno sin que nada perturbe.

 

 

Es un pueblo rodeado de historia, asentamiento de los indios chanáes en sus comienzos que llamaban al río UM, que quiere decir en su lengua negro.

Fue el primer poblado que hubo en Uruguay fundado por los españoles conformado por indios, gauchos, mestizos. Cerca de aquí, en una de las islas, fue introducida la ganadería por Hernandarias la que se extendió rápidamente por el terreno beneficioso para ella.

Como dicen sus pobladores con mucho orgullo «AQUÍ NACIÓ LA PATRIA», pues fue la primera batalla que perdieron los españoles contra los rebeldes en la época de la independencia.

Aquí vivió Artigas en el 1780, Héroe de los Orientales, cuando se dedicaba a la faena y venta de cueros y al contrabando de ganado al Brasil.
Tuvo cuatro hijos con Isabel Velazco. En el predio donde vivió se erige una estatua en su homenaje.

 

 

En esta estatua lo representan tomando mate acompañado por su hijo Manuel y un perro cimarrón, símbolo de la campaña independentista. «Cuando me quede sin soldados, pelearé con perros cimarrones», fue uno de los dichos de Artigas.

Cuando uno entra a la Villa se encuentra con un gran árbol, un timbó que se le calcula unos 200 años, que era el ícono del pueblo, lamentablemente en este momento sólo queda su esqueleto ya que una plaga y según cuentan sus pobladores y el combate que hicieron sobre ella, lo dejó así.

 

 

Su muelle,  gran orgullo de sus habitantes, donde se pueden ver unas puestas de sol sorprendentes, donde las golondrinas revolotean y se  posan en sus barandales mansas y tranquilas, sin importarles la presencia del humano.

 

 

Otro de los atractivos de la Villa, es la Casa de las Máscaras, realizadas por Juan Alberto Artega Ruíz, Don Paco, como se le conoce en el pueblo, que se dedicaba después de la jornada de trabajo como albañil a hacer máscaras, como él decía: «al rancho pobre hay que adornarlo».

 

 

La radio comunitaria FM Tacurú que tiene en su entrada la estatua de dos payadores, en una sesión de contrapunto. La payada es una improvisación de un recitado en rima acompañado de una guitarra, cuando se hace en duo, que es como un pequeño duelo, se le llama contrapunto.

 

 

El Museo Marfetán ubicado después de su reconstrucción, en la mejor casa que tuvo el pueblo por los años 1750, guarda en parte la historia del lugar.

Villa Soriano es un pequeño paraíso de paz, tranquilidad, donde aún se duerme con la puerta abierta, rico en flora y fauna, con un maravilloso paisaje, donde los pájaros no le tienen miedo al hombre y coronan con sus cantos el silencio que la caracteriza.

 

 

Otro de los pueblos con encanto con que cuenta Uruguay, que no hay que dejar de visitar, disfrutar de su remanso, de sus pobladores y de todos los rinconcitos que guarda en su pequeña extensión.

Si ya lo conoces, deja un comentario para que otros compartan tu experiencia y se sientan motivados a pasar unos días en esta maravillosa Villa. Gracias.