«SE EQUIVOCÓ LA PALOMA…SE EQUIVOCABA…»

«Se equivocó la paloma, se equivocaba
Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua
Se equivocaba

Creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana
Se equivocaba, se equivocaba
Que las estrellas eran rocío, que la calor era nevada»

Sobre esta paloma que les voy a contar no solo se equivocó, sino que se estrelló, sin embargo el final fue feliz, logró retomar su vuelo hacia la libertad, toda una hazaña.

***

Los alados no me abandonan y me encuentran en el camino, hasta se presentan sin esperarlos y dan cuenta que como ángeles guardianes siempre revolotean alrededor, tal vez para recordar que hay que mirar al cielo y agradecer y que éste a su vez, no nos abandona.

Había llegado a la casa de mis amigos en la Ciudad de México, donde me darían alojamiento durante esos días que iba a estar en ella.

Hermosísimo reencuentro, después de meses sin vernos, de ese cariño que con los años, más de 50 se ha ido robusteciendo y da cuenta que aunque no haya distancia para el corazón, ¡qué bello!, es que la vida de nuevo nos congregue y nos regale esos momentos de poder compartir juntos en presencia.

Ya estaban todos reunidos alrededor de la gran mesa, donde el aroma vaticinaba una comida deliciosa como es costumbre de la casa donde «la maga de los aromas y los sabores», había preparado un pastel azteca, un platillo muy mexicano realizado con tortillas sofritadas que se van alternando con salsa de jitomate y pollo o alguna carne, hay quienes lo hacen con jamón y queso, pero no es de él que quiero hablarles, tal vez algún día lo haré, estaba acompañado de frijolitos, arroz rojo, ensalada que cada quién puede hacer a su gusto tomando los diferentes elementos que en la mesa se encuentran.

¡Qué más se le podía pedir a la vida!, la lluvia de la llegada y estos buenos instantes para ser vividos y agradecidos.

Entre plática y plática, recuerdo y recuerdo, anécdotas, risas, sonrisas, salió el tema de la paloma.

Me llevó a esa canción de «Se equivocó la paloma…Se equivocaba…», de Alberti y cantada tan magistralmente por Serrat.

Resulta que esa mañana una paloma se había estrellado contra el piso del patio, asustando a quien ahí estaba que ni se esperaba que ese bólido alado se estampara, quedara media turulata y se fuera corriendo a refugiar debajo de una escalera de espiral que sube a la azotea y ella, dentro de la casa.

Quise ver si la podía conocer pero la noche ya se estaba haciendo cargo de la obscuridad y no pude encontrarla.

Tendría que abandonarse la búsqueda y dejar para la mañana el conocerla, pues me habían señalado para hacerme cargo de ella, le habían puesto migas de pan y agua, por si tenía hambre, pero…. había un cierto miedo, una ornitofobia hacia ella, a que anduviera por ahí dando vueltas y sobre todo que fuera a volar, a meterse en la casa, ya que espantaba.

«Se equivocaba, se equivocaba
Que tu falda era su blusa, que tu corazón su casa
Se equivocaba, se equivocaba»

Después de tantos alados en la casa no se me hizo ningún problema hacerme cargo, ver qué podía hacer por ella, pues me imaginaba que el golpe tuvo que estar duro y quien sabe en qué condiciones se encontraba.

A la mañana tempranito en esos momentos en que el Hermano Áureo se dispone a despertar y saltar de la cama, asomarse y decirnos que ya el día está con nosotros, mientras se sentía fuera el murmullo de los piquitos que frente a la luz desplegaban su canto alabando a la mañana, me levanté por un café para empezar la jornada acrecentando la sonrisa.

Mientras esperaba me asomé al patio y allá escondida debajo de la escalera la encontré, estaba aterrorizada, se metía dentro de sí misma como no queriendo ser descubierta. La dejé. No hice nada por el momento.

Al rato volví a asomarme y ahí la vi, estaba parada mirando para todos lados, me di cuenta que no estaba mal, tal vez traía algo en el ala pero si así era no estaba grave pues se la miraba entera.

*

*

Me dediqué a controlarla a ver cómo se comportaba, me fui acercando, me dejó en un momento estar bien cerquita de ella, mientras le hablaba con mucha suavidad, congraciándome con su desgracia y dándole esperanzas que todo iba a salir bien. No hice nada para agarrarla, no era lo que buscaba, sino que se sintiera en confianza.

Poco a poco lo fue haciendo, tenía agua, le puse de mi alpiste ese que uso para el té, que ayuda a tener la presión bajo control, feliz lo empezó a comer, lo que me hizo ver, que si comía no estaba ¡tan mal!.

A cada rato la checaba, pasó todo el día en esa actitud, caminaba por el pasillo que allí había, de un lado para otro, sin embargo apenas sentía movimiento corría con dificultad a guarecerse en algún rincón que la protegiera.

Pasó otro día, ya se la veía mucho más contenta, aunque todavía un poco como atontada.

Al otro día, me asomé y ahí estaba, rodeada de una hermosa luz ámbar, esa que mostraba que el amanecer se estaba colando por todas partes.

*

*

Estuve un ratito con ella, le puse su comida y la dejé en paz, ya ni se movió cuando me vio por el contrario se echó.

La dejé tranquila entre la luz amarilla que la rodeaba.

*

*

En un momento se sintió un arrullo, que la hizo inquietarse, desplegó un poco sus alas, logró un corto vuelo que la ubico sobre la escalera de caracol.

No sucedía nada con su ala, todo estaba bien.

Se subió al otro techo, fue caminando por él, hasta llegar al borde y lanzarse a un pequeño patiecillo.

Iba como siguiendo ese zurear que escuchaba atenta, levantaba su cabeza. Estaba muy animada.

De repente en su caminata se encontró reflejada en un vidrio que allí estaba, comenzó como a picarlo, tal vez, en defensa de ese territorio, sin embargo luego, se acostó y se quedó quieta, quietecilla, como si la imagen que veía la acompañara.

De nuevo resonó el arrulló, presta se incorporó y elevaba la cabeza cómo buscando de donde venía ese llamado.

*

*

Fue caminando hacia donde lo sentía más fuerte, cada vez extendía más su cabeza como queriendo escuchar mejor, la acomodaba de diferentes maneras, quedó un buen ratito con ella de costado.

*

*

En un momento volteó, movió sus alas, como queriendo volar y llegó hasta la alambrada que separaba al vacio.

Quiso volver a desplegarse. Algo la detuvo, algo hizo que volviera a acurrucarse. Se quedó muy buen rato en esa posición, mientras el llamado se acentuaba, cada vez se volvía más claro, más preciso, como animándola a que alzara el vuelo.

*

*

Pasó el tiempo, el calor ya sofocaba, abrí la puerta para ponerle agua y comida, por si se iba a quedar todavía, se paró en automático, me quedó mirando por unos instantes, en un gran esfuerzo abrió sus alas y cruzó el aire al edificio vecino.

*

*

El llamado tal vez de la que sería su pareja se volvió mucho más intenso, la animaba a que se arriesgara, no era importante que se equivocara sino que volara en busca de esa libertad ansiada.

*

*

Así lo hizo, retomó el vuelo seguro y firme y se perdió entre los edificios.

«Ella se durmió en la orilla o en la cumbre de una rama»

«Se equivocaba, se equivocaba»

***

LETRA DE LA CANCIÓN: «SE EQUIVOCÓ LA PALOMA»

 Poema de Rafael Alberti, poeta español, musicalizada por el argentino Carlos Guastavino e inmortalizada por Joan Manuel Serrat.

*

En 1939 ante la derrota del gobierno republicano Rafael Alberti, se exilia en París, con su compañera en casa de Pablo Neruda.

Cuenta en su autobiografía, «La arboleda perdida», cómo surgió este poema.

“Cuando llegué a París mi estado espiritual era negro, desesperado […], apoderándose de nosotros, los recién exiliados españoles, el túnel de la más tremenda incertidumbre. […] una de aquellas noches, de las más solitarias, poseído de no sé qué extraños impulsos, comencé a escribir una canción, cuyo comienzo era ‘Se equivocó la paloma. /Se equivocaba. /Por ir al norte fue al sur…’

Cuando llegué al final me quedé sorprendido: ‘Ella se durmió en la orilla. /Tú en la cumbre de una rama.’

No comprendía yo cómo en aquel sumergido estado de angustia en que me hallaba me había podido salir una canción como aquélla. La leí, la releí, no hallándole ni el más remoto rastro del estado que me invadía […] Abriéndose vuelo entre los cielos y campos de muerte que arrastraba conmigo, aquella paloma había llegado hasta mis manos, traspasándola con aire de escritura a una hoja blanca de musicalizado por el argentino Carlos Guastavino papel que tenía sobre la mesa.”

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6 comentarios en “«SE EQUIVOCÓ LA PALOMA…SE EQUIVOCABA…»

  1. Preciosa anécdota Themis, me encanta cómo rehabilitas animalitos. Ellos son unos grandes maestros, seres aparentemente simples pero que tienen tanto que enseñarnos. Me encantó la explicación del origen de la canción. Es una de mis preferidas. Saludos.

    Le gusta a 2 personas

    1. Hola Ana, chistosa, lo que menos me esperaba encontrar a mi arribo era un alado en problemas esperando que hiciera algo por él, ya fuera solo hablarle y darle ánimo con paciencia para que emprendiera el vuelo.
      La canción y la forma en que se escribió algo increíble, me gusta hurgar en esos instantes creativos expresivos de los autores. Abrazo grande y gracias

      Le gusta a 2 personas

  2. ¿Qué tal la ciudad después de todo lo apacible que es tu andar en esta vida? Y me enamoré de esta palomita, ella sí se equivocó, como las mías de uno de mis relatos recientes. Pero retorno el vuelo. Es bella, bella.

    Muchas gracias por el aporte de Alberti, y te mando un grannnn abrazo.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Maty, estuvo duro la andada por la ciudad, más allá que es muy hermosa, pero…..muy insana en todo.
      Por unos días está bien, el caos en algunos lados está terrible, el aire, la gente y el tránsito desquiciados, también están todos sus puntos hermosos. Gracias, abrazo grande

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