EL JARDÍN SECRETO

Había que cumplir con el decreto onírico, encender una ofrenda a la Tonatzin, Nuestra Madrecita, esa Virgen Morena que se apareció en ese cerro del Tepeyac en la Ciudad de México.

Presta me fui. Al llegar a la Basílica nueva, oficiaban una misa, el aire vibraba envuelto en la súbita consternación por el Papa Francisco que había seguido su viaje, un soplo de lo eterno tocaba lo terrenal.

Al salir, fui atraída por la magia púrpura de unas bugambilias, esas flores que desde pequeña me llamaban y corría a verlas extasiada en donde estuvieran, un arco vivo que custodiaba un sendero. Lo abordé, un vacío sagrado me absorbió, y con él una invitación al reposo, la reflexión, la contemplación mística que el alma anhela en esa cuna de cemento para encontrar su centro.

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Era un espacio secreto, resguardado, un hallazgo inesperado que se reveló como un portal. Por un instante, pareció no presentarse a cualquiera, sino a aquel que elegía el camino, como si un velo se rasgara para ir mostrando un conocimiento velado que la mente lucubrosa era incapaz de descifrar.

Me senté en uno de esos troncos que ahí estaban, asiento natural, guarecidos del sol, entre la vegetación verde y fresca que daba un soplo de vida en ese aliento denso de esa ciudad creciente, en un santuario que acoge a millones, donde la reverencia se disuelve en el bullicio.

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Me refugié en su silencio mientras contemplaba un muro ancestral, vestigio que me transportó en un viaje a un tiempo pasado de este espacio sagrado. Sentía el lugar cargado de sentires profundos de todos aquellos peregrinos que aquí dejaron sus esperanzas y su agradecimiento. El corazón latía en un contento sereno, estaba allí cumpliendo con esa solicitud, no solo la visión había traído el gozo del encuentro con ese ser que amé en vida y sigo amando, que me acompañaba ahora, sentada a mi lado, sino la alegría del destino.

La sonrisa brotó con una magia que irradiaba. Estaba sola, sin alma terrestre que recorriera el sitio, era muy nuevo para mí, era un descubrimiento embriagador, un designio para mi llegada. Sin duda, un regalo íntimo del Cielo y de mi madre.

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Me fui yendo en la contemplación de esa puerta era como la antesala del encuentro. De pronto un impulso interior, me alzó, no era yo quien me ponía en pie sino un resorte del alma. Retomé el descenso como si una corriente invisible me llamara.

Y entonces la revelación, el sendero se abrió en un pasaje, diferentes placas anunciaban las Bienaventuranzas y el recorrido espiritual daba su comienzo, salía de un sueño y despertaba a la Verdad.

«Bienaventurados serán cuando por causa mía le insulten y les digan toda clase de calumnias contra ustedes. Alégrense y regocíjense porque su recompensa será grande en el cielo»

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Esta dicha, esta alegría que el espíritu regala, es un regocijo que desciende directamente del Cielo y expande el ser. Nos une al Universo, a la Fuente Divina y al Ser que encarnó para legar las Enseñanzas, y al Espíritu Santo que susurra y guía al iniciado.

La dicha es eterna, una nueva escala de valores que expande la conciencia y abre el acceso a una percepción más profunda de la Realidad. Transitar el camino de las enseñanzas con una vida unida a lo sagrado, sin esperar retribución mundana, es llevar consigo la gracia plena. La recompensa no reside en los cielos lejanos, sino en la vida misma, en la certeza de que, en infortunios o en gozos, en tristeza o en la alegría, nunca se estará solo, sino anclado a ese Todo que nos envuelve y nos conduce.

Mi alma se detenía en la lectura, como si una guía invisible me señalara dónde posar la mirada.

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.» VII

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Entonces lo percibí: había comenzado el camino a la inversa, desandando el sendero hacia el Origen, despojándolo de adornos e interpretaciones caídas. Era un regreso al inicio, como deconstruir para reconstruir. Ahí estaba la lección: el camino de lo sagrado no es solo avance lineal. En ese Reino Celestial, libre de los preconceptos rígidos de la Tierra, no existe ni adelante ni atrás, ni arriba ni abajo.

Trabajar la paz. No basta con vivir en ella, aislado, sino que el verdadero sentir reside en salir y esforzarse para que gane terreno en este mundo de guerra y contaminación. «¡Salid!», parecía decirme. «No te quedes dentro, habla, escribe, clama. Lleva la paz a los corazones dolidos.» Reconciliar al mundo con Dios, no a través de convicciones forzadas, sino al expresar de una forma especial el corazón de esa, de esa Fuente Celestial que nos nutre.

«Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios» VI.

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El corazón limpio es aquel cuyo centro es el Creador, que no permite que nada ni nadie usurpe ese lugar esencial. Por eso, lo verá, lo llevará consigo y ninguna angustia podrá doblegarlo. Sabe que es parte de ese Todo que lo contiene, lo guía y dicta su reinar sobre los sentimientos y pensamientos. Le enseña a dominar lo efímero y a expandirse en la conciencia más real que ellos anuncian.

«Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados» II

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Es el llanto del arrepentimiento sagrado, de la toma de conciencia sobre las motivaciones egoístas que a menudo nos han guiado, de la competencia terrenal que usa cualquier medio para llegar a un fin. Un objetivo que promete una felicidad efímera, o que nos muestra la cima vacía pero aplaudida por todos los que de abajo miran con ojos de envidia. Reconocer y desterrar estas sombras nos acerca a la liviandad que trae consigo el consuelo, y al llanto profundo que limpia el dolor clavado en el alma.

«Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos» I

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Andando, andando, llegué a ese Primer Paso, a la voz con la que Jesús comenzó su misión terrenal: «Arrepiéntanse porque el Reino de los Cielos está cerca.»

El pobre de espíritu responde genuinamente, pues sabe que su vasija debe ser vaciada para conectarse al Todo: la Vida, Dios, la Fuente, lo Sagrado, todo lo que está más allá de sí mismo. Y por ello, recibe en plenitud:

¡El Reino de los Cielos que llega y transforma su vida!

CONTINUARÁ…

MEXICO

ABRIL 2025

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