LA OFRENDA DE MUERTOS: EL HILO DE ORO DEL REENCUENTRO

PARA MIS «MUERTITOS»

Hacía días que la idea me habitaba como un dulce presagio, más, que se unía a todo el movimiento en este México mágico que los espera y todos se vuelcan a recibirlos. No era solo levantar un altar, sino erigir un portal bordado de memoria, una arquitectura efímera que con el papel china iría construyendo donde la pena se vuelve aire y el gozo tangible. Quería llamar a «mis viajeros de la eternidad» y a los que quisieran darse una vuelta, no por obligación, sino por un deseo hondo de compartir, que vinieran a morar un rato entre mis muros, a sentirnos en ese «afuera», en ese espacio asombroso de la comunión.

Imbuida en todos los preparativos el velo entre los mundos se hacía añicos, cayendo en jirones de luz que, en lugar de separar, trenzaban el «Acá» con el «Más Allá». Era un reencuentro no solo anclado en el corazón, sino extendido en el aire, en el perfume de la espera.

*

*

Recordando viejos momentos que a veces nada tienen que ver con las anécdotas, aunque ellas siempre se cuelan, sino con los sentimientos, esos que están guardados tan adentro, de todo eso vivido en las malas y en las buenas y alguna que otra lágrima cae, las huellas atesoradas surgen, el unísono extraño de la dicha y la melancolía estaban, emocionaba el sentirlo como si hubiera estado aprisionado para ahora liberarse, con esas manos que creaban esa ofrenda para ese instante indivisible.

Ahí andaba en la vuelta, ya había conseguido el cempaxúchitl esa flor dorada con ese aroma penetrante que es el centro,  pues ella atrae a los difuntitos a las casas de los vivos, dulce y fresco, sin embargo, con un dejo amargo que es la esencia de la nostalgia, envuelve los sentidos y en las tierras mexicanas evoca la tradición y canta la promesa del retorno.

La nube o ilusión, esa flor blanca y pequeñita, volátil y delicada que simboliza la pureza, inocencia y ternura, por eso es el alma de los niños, «los Muertos Chiquitos», los que llegan primero y les asegura un camino y tránsito suave entre los mundos.

Me llevó a mi madre, las amaba, a nuestras caminatas de niña pequeña por un campo plantado de ellas, donde sus florecillas acariciaban mis mejillas y la sonrisa nacía.

*

*

Había salido a buscar el papel china con el que tapizaría el umbral, pues es con él picándolo con lo que la hago.

Desplegado sobre cajas y el suelo, dudaba entre los tonos de la tierra, negros, naranjas y amarillos o el arcoíris del espíritu, morados, rosas y lilas, pues la ofrenda es, a fin de cuentas, una danza entre el luto y la celebración o mejor dicho entre la Vida y la Muerte.

Compré los dos, no había decisión y el tiempo se agotaba, que fuera el instante quien decidiera.

*

*

Mientras mi mente repasaba la lista sagrada, la sal purificadora, las veladoras que son faros, el pan, las flores, el agua, la atención se centraba en el detalle personalizado, aquello que solo el amor conoce.

Ahí andaba, lavando los enseres de barro que contendrían el café, el pulque, los cacahuates, las frutas, los dulces, cuando un suspiro tibio rompió el silencio de mi espalda. Di un brinco, no de miedo, sino de asombro ante la inconfundible Presencia.

*

Pulque, «la bebida de los dioses»

*

Una voz, apenas un murmullo que se hizo palpable, me alcanzó:

-A mí me ponés un libro.

Con la boca abierta, no daba crédito. ¡Eras tú!. Mi gran amiga de la juventud, una de las «Muchachas de Abril,» la que la historia convirtió en herida y memoria de un momento muy duro de mi país. Llegaba por primera vez, pidiendo no un bocado, sino el alimento inmortal de la letra.

*

*

A partir de ella, los pedidos se sucedieron en un eco alegre. Sabiendo que mis dones son más del espíritu que de la cazuela, la mayoría ignoró la comida; en su lugar, el aire se llenó de interés por la música.

El primer compás se anunció con su propia aparición: lo vi entrar bailando como antaño con esa cadencia suave y envolvente, y su petición flotó con una carcajada de travesura y jocosidad, una risa ancha que invitaba a la vida a mover las patitas.

A VAVA INOUVA para mí- y un grito de alegría bien mexicano nació.

Así quedó inaugurado ese rincón efímero «Melodías del Umbral», que ahora es un jardín sonoro para los:

«¡Difuntitos Pachangosos!»

Y así, la ofrenda se convirtió mientras la realizaba en un coro de almas, un tocadiscos milagroso donde cada muertito elegía su propia frecuencia. El aire se pobló de peticiones con nombre y apellido, cada melodía un puente..

Mi abuela, trajo al Nápoles de mi abuelo, del que nunca se olvidaba, la luz del sur con «O sole mío» y la voz magistral de un Pavarotti se dejó sentir.

-Che bella cosa …- alguien dijo.

*

*

Mi tía, con el aire de una viajera eterna, cruzó el océano con «Bajo el cielo de París», que tocaba en su acordeón en cada fiesta, para evocar a Edith Piaf para mi madrina que también andaba por ahí. Una amiga entrañable solo pedía el refugio de un verso de Serrat, dejaba librado a que yo la sorprendiera y «Aquellas pequeñas cosas», apareció, seguido de «Esos locos bajitos», para cerrar con «Vagabundear». Para mi hermano, la cadencia ligera de la saudade en la bossa nova que inició con: «La chica de Ipanema». Y mi padre, con la elegancia del adiós, reclamó el lamento solenme de un tango de Gardel y «Cuesta Abajo», se escuchó.

*

*

Pero, la ofrenda guardaba su revelación más profunda. Un alma que no conocí en vida se acercó con una cortesía antigua, preguntando si aquel era el punto de solicitud de canciones. Afirmé, y su petición fue un eco de promesa y destino: «Volver, Volver» en la voz vibrante de Vicente Fernández.

Le pregunté si sentía nostalgia por el regreso, a lo que sonrió con un brillo que superaba al cempasúchil. Y me desveló su relato:

Con mi gran amor nos conocimos, en el exacto instante en que él, Vicente, cantaba esa canción en una fiesta. Fue un flechazo tejido con música y destino, y desde ese primer cruce de miradas, fuimos uno, aunque la vida nos separó por años. Hasta que un día, volví a cantarla como lo hacía con frecuencia, era mi profesión y la usaba cada vez que podía como un conjuro para evocarla. Y entonces, sucedió, en una de las tantas fiestas a las que asistía, la vi entrar. Nuestros ojos se encontraron en un reflejo de puro contento. Terminé la estrofa, dejé el micrófono y le ofrecí el irnos juntos. Ella aceptó sin un instante de duda.

*

*

Vivimos ese amor con la intensidad de un solo verso hasta que «La Patas de Hilo», como la llamamos, nos encontró a los dos juntitos en un accidente. Al igual que al que compuso ese himno que nos unió, que también se vino con su amada.

La canción no es un ruego por volver, me dijo. Es un recuerdo de la fortuna de no habernos separado jamás, ni en vida ni en la muerte. Y esa fue la última y más tierna petición en mi altar.

Y así, mi ofrenda, pequeña en espacio pero inmensa en espíritu, quedó terminada.

*

*

Ahora hay que aguardar que las presencias invisibles crucen el umbral, se regocijen con ella y la música elegida, que nos inunde de alegría, porque el amor, es la única memoria que se niega a ser pasado tanto en la Vida como en la Muerte.

Y cuando el tiempo nos haga señas de que ya estamos en la hora del regreso y la vela consuma su último suspiro, llegará el instante de la dulce paz de la despedida sabida y no temida.

El adiós es solo un «hasta pronto», hasta que el aroma del copal y el cempaxúchitl nos una de nuevo.

MÉXICO

NOVIEMBRE 2025

***

EL SUSURRO DEL CEMPASUCHITL

DÍA DE MUERTOS EN MÉXICO: LA LLEGADA DEL RECUERDO

blogdethemis.blog/tag/día de muertos/

LA MUERTE Y LOS ENCUENTROS

ENTRE ALEBRIJES Y CALACAS

*

TE INVITO A QUE VISITES EL BLOG
puedes encontrar otras entradas que te pueden interesar.
GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
FIRMA baja res

Comenta y comparte…GRACIAS

 

10 comentarios en “LA OFRENDA DE MUERTOS: EL HILO DE ORO DEL REENCUENTRO

  1. ¡Hola Themis! Qué bonito te quedó, y me lo ambientó totalmente la aparición de Vicente Fernández. México mágico, sí que sí. Tus altares, el papel picado y la magia de la música adornando el ya de por sí floreciente día en que festejamos la trascendencia. Un gran abrazo Themis! 🌹🌹🌹

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Maty, es que mis muertitos son de muchas nacionalidades diferentes, por se cumplían pedidos de música diversa, hasta que llegó el que trajo el sabor mexicano con su anécdota que le dio otro sabor al encuentro, más allá que de los mexicanos que cantan no hubiera elegido a Vicente Fernández, pero así se dio y así fue, se trataba de cumplir sus solicitudes. Gracias, abrazo bien grande, inmenso

      Me gusta

    1. Gracias Merche, es vivirlo de otra manera, ellos andan dando vueltas, se aparecen, hablan, te traen sus encargos, y es pasarlo de otra manera, con otro espíritu, y si es solo un hasta luego….Abrazo inmenso

      Me gusta

  2. Qué hermoso recorrido para componer tu altarcito, Themis, me encantó ir paso a paso contigo, aquí no tenemos esas costumbres, pero sí mi padre me enseñó a recordar a las personas vivas que has conocido y se fueron, mentalmente traerlas a la memoria, decirles algo, rezar, hablar con ellos y que sepan que les recordamos, que les seguimos queriendo en este plano tan efímero. Una vez más me hiciste recordar mis andadas por los panteones mexicanos, por las veladas de angelitos, por las casas y las ofrendas. Gracias, amigta. Mi abrazo fuerte. Feliz ya casi fin de semana.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Julie, muy buena enseñanza la de tu padre, hay que recordarlos, hablarles, y las oraciones, aquí esta tradición en una forma de tenerlos presentes, de elaborar los duelos, sacar y crear la energía que se cobraría el dolor llevarla a un compartir, a un enfoque y tenerlos cerca. Tú la conoces bien, has andado en ella y realmente caló hondo en tí. Te mando un abrazo inmenso y un fin de semana hermoso, gracias

      Le gusta a 1 persona

Replica a themis t. Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.