EL TEATRO ARBEU
Había ido al Centro de la Ciudad de México en un día muy especial, la contaminación del aire daba la sensación de que una bruma matinal se extendía sobre ella y el caos era mayor al que se suele encontrar, había tomado una calle llena de bocinas de audios en las veredas, con sonidos estridentes que los cláxones de los autos acrecentaban más.
Buscaba un lugar para refugiarme aunque solo fuera por unos instantes, donde estuviera fresco pues el calor era demoníaco, un pequeño infiernillo que atrapaba al cuerpo, además ese ruidazal con su rechinamiento era el tormento.
Caminando enfocada en que la vida me escuchara y me guiara para llegar a él, seguí mis pasos y de repente a mi costado apareció una iglesia con sus puertas abiertas.
¡El refugio!, no vacile un segundo y entre en él, más allá que grande fue mi sorpresa cuando dentro descubrí una biblioteca, que murmuraba un susurro que merecía ser escuchado.
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Cuentan que hace mucho, muchísimo tiempo, donde hoy reposan los volúmenes encuadernados y el aire huele a papel añejo y tinta, se alzaba el antiguo Oratorio de San Felipe Neri, cuya construcción data del siglo XVIII.
Las paredes frías de piedras que ascendían como manos en súplica, la penumbra perpetua que las rodeaba… todo conspiraba para hacer del templo un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido por un designio divino, sin embargo, otro era su sino.
Llegó un día, un momento bisagra en la historia de la ciudad, en que las fuerzas del cambio ondeaban sus banderas de la libertad, por todas partes una marea imparable de nuevas ideas y leyes de gobierno llamaron a la pesada puerta de madera.
A mediados del siglo XIX durante la Presidencia de Benito Juárez cuando se promulgaron las Leyes de Reforma, entre ellas estaba la separación de la Iglesia, del Estado, donde se nacionalizaban todos los Bienes Eclesiásticos, y ese oratorio se convirtió en el Teatro Arbeu, más allá que antes de llegar a él, también se utilizó como bodega, orfanatorio, caballeriza hasta que al final en 1970 logró transformarse en la Biblioteca de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Un silencio ominoso cayó sobre el templo. La última oración se había pronunciado. La última vela se apagaba, dejando solo una brizna de humo azul que se perdió en la oscuridad de su bóveda.
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Y entonces comenzó la gran conversión, una metamorfosis de miedo para los creyentes y de esperanza para los que aguardaban que la situación cambiara, el ser libres del yugo de la religión y decidir por uno mismo, fue en esos finales del siglo XIX y principios del XX, donde se instaló una época de gran efervescencia cultural.
Donde hoy los lectores buscan el silencio, en ese mismo espacio, en ese cambio resonaban las risas, los aplausos y los grandes dramas. Se había abierto el Teatro Arbeu que ofrecía espectáculos de alta popularidad y además de mucha calidad para aquellos momentos.
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Esto sucedió pues en ese mismo intervalo se estaba reparando el Gran Teatro Nacional y no se podía dejar a los espectadores sin obras que presentar.
Por él pasaron diferentes géneros, desde la Ópera y la Zarzuela, las Operetas, dramas serios, comedias ligeras, hasta el mismo Diego Rivera por allá por los años 30 hizo una escenografía para una de ellas que fue parte del movimiento teatral de la época y que grandes muralistas como él lo acompañaban y lo engrandecían.
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Sin embargo, en 1954 la última escena quedó plasmada, un teatro atiborrado cerró sus puertas como recinto de espectáculos, para convertirse en un estacionamiento.
Donde ese telón que se abría a grandes divas de la ópera, tenores, sopranos, orquestas, se transformó en rugidos de motores y olor a gasolina, hasta que el destino decidió darle otro propósito: ser la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, un escenario silencioso e infinito para la lectura.
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Pero eso se los dejo para contárselos en la próxima puesta…
CONTINUARÁ….
MÉXICO
OCTUBRE 2025
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Agradezco fotos tomadas de internet
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
BLOG DE THEMIS... 
Pues menuda sorpresa, Themis. Pero así es México. Sorprendente por donde vayas. Me su cecedió a mi cuando iba buscando un cuatro en el Museo de San Carlos y la sorpresa fue inolvidable, si entré a las diez de la mañana, salí a las diez de la noche… Ahora que muchas bibliotecas están tirando sus libros, me encanta que nos hables de tu experiencia con esta sorpresa. Es ejemplar hoy consdervar los libros, y reconozco ampliamente la cultura de México y en México. Ya espero el siguiente capítulo. Mi abrazo y admiración desde España.
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Hola Julie, una biblioteca muy bella, da gusto estar en ella y si que me sorprendió para bien, no me la esperaba.
México tiene muchos rinconcitos que uno no se imagina lo que puede encontrar y en donde sea. Te mando un abrazo muy grande. y comentario al margen me acordé mucho de tí pues viene la celebración más mágica y hermosa de este país, Día de Muertos y todo se está vistiendo para recibirlos
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Hola, Themis, qué gran título has puesto a este artículo. Me suena que ya hablaste de esta biblioteca, ¿verdad? O al menos un poco, recuerdo alguna foto y de comentarte sobre los libros en la iglesia. Gran iniciativa, esperando la segunda parte, jeje.
Un abrazo. 🤗
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Si, la incluí en una de mis visitas a la Ciudad de México, pero sin contar su historia sino el descubrimiento que hice de ella, ahora es más como llegó a ser biblioteca, dicen algunos que es una de las más bonita de México y no lo dudo, es bellísima.
Es que hoy es el Día de las Bibliotecas y participo en una convocatoria de uno de los blog, lo hago todo los años, contando alguna anécdota sobre alguna de las que estuve en ellas. Gracias por tus palabras, abrazo más que grande y ya prontito va la segunda parte
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