LA SAL Y LA ALQUIMIA

“La sal proviene de las fuentes más puras, el sol y el mar” Pitágoras

Cuando se vive entre salinas y se descubre los misterios que en ella se guardan, todas esas prácticas que vienen de cientos de años atrás y que en una gran parte, por lo menos en donde vivo, se siguen realizando a la usanza antigua, es entrar en otra frecuencia, donde se van entrelazando las viejas vivencias que quedaron sembradas en la tierra y las nuevas que se atraviesan.

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La sal esa joya de diamantes blancos que reluce con sus brillos a ese sol que la va secando y se aparece con sus cristales mostrando que guarda en sí misma el recuerdo de millones de años, allí estaba, se solidificaba, mientras dejaba que su vapor abriera los pulmones cada vez que se respiraba.

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Caminaba entre las piletas como si estuviera en una haloterapia, esa terapia que la sal permite cuando se respira un ambiente impregnado de ella, dicen que con ello se reduce el estrés, el aparato inmunológico se nutre, y ni que decir de los síntomas respiratorios, que hasta al Covid asusta, sencillamente inhalando sus vapores.

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Había leído un escrito sobre la alquimia y la palabra, donde la sal jugaba un papel fundamental, por ser la estructura, la técnica utilizada para volcar el mensaje salido a la luz desde las entrañas del creador humano, me había remontado a aquellos momentos infantiles donde había descubierto a los alquimistas y me habían fascinado, esa búsqueda de la piedra filosofal, llamó mi atención, no entendía mucho, no sabía muy bien que era, sin embargo las palabras me resonaban como algo esencial, como un misterio escondido, un tesoro como los de los piratas, aguardando a ser sacado a la luz y regalar con ello un enigma descubierto, trasmutar algo opaco en algo con mucho brillo y al que se le podía nombrar.

Detrás de todo eso que me leían era como si se me abriera un mundo, un mundo donde lo que importaba en esta vida no era lo que se veía, sino que había algo mucho más allá a lo cual había que volcarse a encontrar, esa carta dibujada en lo invisible.

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La triada alquímica esos tres elementos el azufre, el mercurio y la sal, que componían todo el universo.

El azufre pertenecía al elemento fuego, combustibilidad, encarnaba al alma, el mercurio era el agua, lo líquido y expresaba el espíritu y la sal elemento tierra, era la estabilidad representaba al cuerpo.

Eran vacaciones, mis juegos infantiles cambiaron, pasaba el día caminando por el jardín, viendo que elementos me llamaban la atención, para que dentro mío se abriera el conocimiento, también de qué forma podía hacerme de esos componentes de la Tria Prima.

El azufre fue muy fácil, en aquella época se usaban las barritas que se frotaban sobre las áreas doloridas del cuerpo, sobre todo en el cuello o que se habían agarrotado con ello se sacaba la tensión y sobre todo el aíre que se decía se había acumulado, cuando se cruzaba una corriente sin tener cuidado, pues él ocasionaba mucho daño a los músculos, hacía que se contrajeran causando dolores a veces insoportables, sobre todo cuando se pasaba entre dos ventanas abiertas que causaba que él circulara sin nada que lo detuviera.

Era muy común escuchar un grito que advertía: «Cierra la ventana te va a dar el aire» o «salte de la corriente «.

El aire se volvía como un enemigo invisible acechando sin que te dieras cuenta y cuando menos lo pensabas te agarraba desprevenido, ingenuo, desatento y ¡ZAS!, te prensaba y en la tarde noche, con mucho sosiego, alguien tenía que frotarte esa barrita amarilla verdosa en el área dolorida que mientras lo hacía crujía y con ello mostraba que lo estaba sacando o luego se la ponía en agua y ahí veías como pequeñas burbujas salían de ella y con ello no cabía duda de ese aire extraído y con ello el alivio.

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Sabía donde se guardaba ese mágico elemento, en una cajita, donde estaban las barritas y también cuando se partían los fragmentos que la componían, así que fue muy sencillo en un descuido, cuando ningún ojo estaba viendo, sustraer un pedacito que sin lugar a dudas nadie tendría en cuenta.

La sal, esa fue un poco más difícil pues se podía decir que no se permitía que se tocara ya que el derramarla traía malas consecuencias no solo a quien lo había hecho sino también al ambiente en donde se estaba, por lo tanto había que ser muy pero muy estricto al manejarla y si por esas casualidades se desparramaba, enseguida había que cortar el hechizo haciendo una cruz sobre ella y en muchos casos si se era muy creído en esos sucesos, rezar una oración, no importaba como, solo hacerla. Era todo un ritual, pues también se usaban las saladuras cuando se quería enviarle a alguien la mala suerte, se le ponía en la puerta de su casa, junto a otros elementos y no se podía cruzar, había que limpiarlo primero, de adentro para afuera, para no atraer esos malos designios.

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También en un descuido, donde nadie miraba, tomar unos granitos de esa sal gruesa que se utilizaba para los caldos, fue sencillo y un gran paso, en la carrera hacia la trasmutación.

Ahora el mercurio, ese sí, pasó mucho tiempo, antes de poder llegar a él, estaba muy difícil no era un elemento que se contara en el botiquín o en la cocina, bueno estaba junto a las medicinas, muy bien guardado en la punta del termómetro de vidrio, donde su color inconfundible brillaba, ese plateado metálico.

Cada vez que por algo se usaba me quedaba mirándolo, preguntando sobre él, y recuerdo que fue muy grande la restricción a tocarlo.

-Es veneno, no se toca- me dijeron

Y un día sucedió que el termómetro, ¡BLIM!, se fue al suelo y como por arte de magia el mercurio empezó a correr en pequeñas gotitas que luego se empezaron a juntar como si se atrajeran, no recuerdo bien, pero fue puesto en un frasquito de esos en donde venían las inyecciones, sobre todo las de penicilina que se usaba por cualquier cosita que a uno le sucediera, luego con azufre molido se llenó el piso para ver si quedaba algún rastro de él, ya que donde hubiera se volvía de color café, señalándolo.

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Maravilla de momento, los dos se juntaban el azufre y el mercurio, todo un descubrimiento y lo más importante ya estaba el tercer elemento, ahí guardado en un frasquito, para algún día quien sabe cuándo, deshacerse de él, pues no se podía hacer de cualquier forma y quién sabe a dónde se le llevaría.

Pasó el tiempo y se fue olvidando y ahí sin que nadie lo advirtiera lo llevé a mi escondite en ese jardín de las maravillas donde surgiría el hechizo de la alquimia.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

JUNIO 2025

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Agradezco fotos tomadas de internet

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8 comentarios en “LA SAL Y LA ALQUIMIA

  1. Qué curioso y qué maravillosas observaciones y experiencias. Sí, siempre me llamó la atención el mercurio sobre todo, esa agilidad de desprendimiento y de unión. La sal, esa alquimia, el aire… Todo ese misterio que nos rodea y nos invade…Gracias, Themis por contarnos esa experiencia. Mi abuela, recuerdo que hacía que evitaramos ese mal aire que podíamo recoger sin darnos cuenta. Gracias, amiga.

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    1. Digamos que hay de todo, salvo ficción, es una anécdota de cuando me leyeron sobre los alquimistas, es que en la casa, mi hermano mayor tenía la tarea de leerme sobre diferentes temas, y como vivía con un libro en la mano, me leía sobre lo que el leía, y un día estaba leyendo sobre ellos y me tocó. Me encantaron y claro como no todo entendía, lo imaginaba o lo ponía a mi manera. Ahora con la sal en la alquimia rememoré aquel instante y nació esto. Abrazo grande y gracias

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  2. ¡Hola Themis! Oye qué chévere está esta entrada. Entre misteriosa, evocadora por aquello de la infancia. Uy, quisiera respirar eso para los pulmones y que cualquier cosa les tenga respeto! Hoy voy a hacer una confesión. Mamá, tú que me oyes en el Cielo apenas te vas a enterar que varias veces cuando me ponías el termómetro, lo tiraba a propósito porque me encantaba ver el mercurio. No te enojes, por favor. Ay Themis alquimista, me sigues sorprendiendo, a tu lenguaje que debo decir, es elegante, le añades esos ingredientes que hacen el relato más ameno. Te mando un abrazo grande..ah ya sé! Te salió más lindo porque lo escribiste en el mejor día del mes ☺️. Cafecito por favor!

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    1. Jajajajajajaaj, me encantó lo del termómetro, es que eran una belleza esas gotitas que corrían y se juntaban. Los alquimistas fueron muy importantes para mí, sobre todo en muchas concepciones filosóficas y formas de ver la vida.
      Felicidades Maty, imagino tu cumple y si no es así, fue festejo. Abrazo muy grande, y un delicioso elixir negro de altura con aroma a una gran montaña. Gracias

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  3. Hola, Themis, ¡vaya! Me has dejado con la miel en los labios o la alquimia, jeje, deseando leer tu próximo relato a ver cómo continúa la historia. Muy entrañables esos inicios. El remedio de las barritas de azufre no lo conocía.

    Un abrazo. 🙂

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