CRÓNICAS DESDE EL PATIO: EL LIDER SINDICAL

EL PATIO SE VISTE DE VERDE

Ya ni tranquilo se puede estar con todos estos comensales que manejan el reloj como si lo tuvieran adherido a sus plumas, me acuerdan a una tía que ya pasados los 90 años casi 100, a las 12 del día ella se paraba de donde estaba y comenzaba a caminar por la casa arrastrando los pies con los cuales hacia un sonido, por otro lado muy fastidioso que alteraba los nervios de quien lo oía y si se estaba concentrado en algo, sin lugar a dudas lo sacaba de donde se encontraba.  

Se sentaba en la mesa en su lugar a esperar que le sirvieran la comida, pues aunque no se guiaba por el reloj, el que tenía en su estómago después de tantos años de manejarlo, le marcaba el instante preciso para llevar adelante esta acción y ahí esperaba, eso sí que no se fueran a pasar ni un minuto para que empezara el movimiento y si bien no llamaba ni decía nada empezaba con sus refunfuñes y sus caras que a veces eran más elocuentes que mil palabras, claro si la veían y si no ella cargaba con una serie de murmullos, que la hacían pararse y empezar a caminar por el corredor arrastrando nuevamente los pies.

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De esa manera, hacía notar que ya era la hora,  mostraba la falta de paciencia y lo que es más que no estuvieran pendiente de ella y sus costumbres, que por lógica eran las que la sociedad de su otro siglo marcaba. No quedaba de otra que entrar en la resignación ante tanta obsesión por la puntualidad e ir a darle su comida, ya que ella siempre argumentaba que si la dejaban lo podía hacer sola, en cambio la desgracia de los años la llevaba a tener que depender de otros y para cerrar toda duda al respecto a lo que eso significaba en su vida, agregaba un frase: «No sirve llegar a viejo». Eso sí, comía sin ningún lamento.

Es curioso cómo el reloj, ese pequeño dispositivo, puede llegar a convertirnos en esclavos de su ritmo, haciendo que cada minuto cuente y que nuestra vida se ajuste a sus tic-tacs, claro que los de ahora ya ni suenan. La tía, con su rutina arraigada y su manera de expresar su disgusto, nos recuerda que a veces la vida no necesita ser tan rígida, que hay momentos en los que basta con dejarse llevar y aceptar que no todo tiene que seguir el compás exacto del tiempo o ser a nuestra manera, eso sí hay que empezar antes a flexibilizarse pues como otro familiar decía:» es un castigo llegar a viejo»  y se lamentaba volviéndose el tormento de quienes lo rodeaban,  pues las costumbres y las manías pueden influir en nuestra convivencia y en nuestra percepción del mundo.

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Ahí estaba el Mandamás, igualito, ya también el tortolito con sus años encima, entrando y saliendo, caminando y haciendo gestos para que me diera cuenta que ya había llegado la hora y no había movimiento, como diciéndome, en apariencia muy enojado y molesto, «Mueve tu culito y ven a atenderme, o ¿no ves acaso que soy el «mero-mero», el gran sultán y a un tris mío ya tendrías que estar dándome lo que quiero?.».

Me empecé a reír y a hablarle cosa que no le gusta, pues cuando eso sucede ya sabe, después de seis años ha aprendido que también yo me enojo y lo que es más lo corro. Pero bueno el tiene que mostrar la superioridad y como buen representante sindical hacerse valer  y demostrar frente a su comunidad de seguidores  que él es capaz de gestionar y solucionar los problemas y lo que es más exigir lo que les corresponde.

Más allá también él lucha con sus miedos y dudas y por otra parte con sus concepciones instintivas que quién sabe de donde las saca o cómo se le enriedan los cables en su cabeza. El otro día esa mirruña pequeñita llena de plumas me hizo frente, y me empezó a correr como si fuera uno de los de ellos, sacando su sonido característico cuando aleja a los de su especie, queriendo luchar por la supremacía, ¡vaya personaje!. Claro, que no se me acercaba mucho, pero gritaba y movía su cabeza, claro que con un ¡Buuuuuuu!, se acabó el problema.

Cuando vio que me paré, empezó a dar brincos por los escalones y se quedó parado en el último y ahí me miraba, daba vuelta su cabeza, muy impaciente, dando señales que me veía muy lenta y que ya era hora que me acelerara o no me había dado cuenta de cómo corría el tiempo, y me recordó a mi tía, que no podía esperar ni un segundo, «esos servidores, ¡tan perezosos!, ¿qué habré hecho para merecer esto ¡Dios mío!?».

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Arriba del pequeño techo y junto al tinaco ahí estaban todos los demás fodongos que sin mover una pluma esperaban a que se les sirviera la comida, tomando sol, sin decir palabra, pues para algo tenían a su líder que se encargara él de que les sirvieran, mientras ellos miraban.

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Otros posados desde la enredadera del maracuyá que da un frescor al patio y ha cambiado la temperatura del mismo, no permite que el suelo encementado se vuelva tan caliente, una magia, ahí sí, queda bien claro en cómo hemos los humanos dado en la torre al Planeta con eso de meter cemento, entre otras cosas, en donde se pueda y como el efecto lo notamos con un sencillo cambio.

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El patio ha vuelto a renacer aparte con él, más vida empezó a llegar y otras plantas empezaron a crecer, como el melonero que de un día para otro sacó sus primeras hojas y día a día iba para arriba con una velocidad que alarmaba, que si uno se ponía unos momentos a mirarlos veía como trepaba, pues aunque es rastrero, no se le puede dejar que se extienda por el suelo, así que se le colocó una guía para que se fuera para arriba y ahí anda, hasta que se le solucione el problema.

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También llegó una mariposa negra con pintitas que se posa en sus flores, le encantan y revolotea a su alrededor, una arañita de un color maravilloso, un verde brillante que era un placer mirarla mientras saltaba de un lado a otro o los acorazados esos polinizadores del maracuyá, que cada día llegan más, a veces tan torpes los pobres como el otro día uno que se dio contra la pared y termino atontado en el suelo.

Pero la verdadera magia ocurrió cuando una mariposa de esas naranjas, que tanto le gusta la enredadera, empezó a danzar en el aire, posándose suavemente en las hojas y dejando que sus alas brillaran con un destello dorado. La mariposa encontró un pequeño rincón entre las flores, un refugio perfecto para descansar y contemplar el mundo desde allí y dejarle un regalo, ¿cuál será?, este queda para ser develado en la próxima entrega.

Les dejo que sigan imaginando cómo sigue esta historia, cómo el patio va transformándose y cómo, día a día, la vida en él se vuelve más juguetona y llena de un embrujo muy especial.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

JUNIO 2025

CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LOS MORADORES DEL TECHO 3

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10 comentarios en “CRÓNICAS DESDE EL PATIO: EL LIDER SINDICAL

  1. ¡Hola, Themis! Qué relato tan encantador y lleno de vida. La manera en que describes el patio como un pequeño universo que se transforma con la llegada de plantas, mariposas y bichos es muy evocadora; casi puedo ver ese maracuyá trepando y la mariposa naranja danzando con sus alas doradas. La comparación del “Mandamás”, ese tortolito líder con aires de sultán, con tu tía obsesionada por la puntualidad es divertidísima y le da un toque muy humano y cálido al texto. Me encanta cómo logras que algo tan cotidiano, como un pájaro impaciente o una anciana refunfuñando, se mezcle con reflexiones más profundas sobre el tiempo y cómo nos esclaviza a veces. Esa frase de “no sirve llegar a viejo” y el lamento de tu familiar son un guiño melancólico que conecta muy bien con la idea de aprender a soltar la rigidez. El giro hacia la transformación del patio, con el melonero creciendo a toda velocidad y la arañita verde saltando, es puro encanto, como la crítica sutil al cemento y al daño al planeta. La mariposa dejando un “regalo” misterioso es un cierre que pica la curiosidad y te deja con ganas de saber qué pasa después.

    Te felicito.

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    1. Hola Marcos, me gusta mucho como desglosas lo escrito y lo vas llevando a recrearlo, hasta para mi misma, marcando esos puntos que lo realzan y le dan vida a todas esas locuras que suceden en ese universo pequeño, pequeñito sin embargo que guarda cada día más vida.
      Gracias por hacerlo, gracias por hacer que me lea y escriba desde otra perspectiva. Abrazo grande, pásala lindo

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  2. ¡Hola Themis! Gracias por llevarme nuevamente a MI patio! Ya me lo apropié, sé que me dispensas. Este artículo tiene una gracia especial, la cuestión de la tía de casi 100 años y las imágenes… Lo siento, me gustan las imágenes, las disfruto como niña chiquita ¡Qué le voy a hacer! Y tras los pajarillos, cemento de por medio o no, la vegetación, la mariposa, la araña y QUE VIVA MI PATIO, QUE VIVA PORQUE MUCHA VIDA DA, se ha puesto divino. Y más, tu crónica linda. Muchos abrazos Themis!

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    1. Hola Maty, si, es tu patio no lo dudes y cada día con las renovaciones que está teniendo crecen nuevas historias, pues también aparecen nuevos pobladores que se dan a conocer de diferentes maneras, y nuevos cuidados y muchas viejas anécdotas dejan de serlo y siguen su viaje. Gracias, abrazo muy pero muy grande y hermoso fin de semana

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  3. Hola, Themis, creo que los tienes mal acostumbrados, seguro que estaban diciendo: ya está la de la camarita con sus fotos y nosotros aquí esperando… A un revuelo suyo desaparece la mariposa y el resto de animales, como no los atiendas, así que, por tu bien, ponles primero la comida y haz después las fotos, jeje, que nosotros podemos esperar.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Jajajajajajajajja!!!!, claro Merche, otra que ya me agarraron mi lado flaco, y a veces se me pasa su hora de comida sin darme cuenta o ya mis actividades no me permiten respetarla a rajatabla, y son impacientes. Voy a tener en cuenta tu consejo, los atenderé primero, abrazo bien grande y gracias

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  4. Siempre me gustan tus relatos sobre el patio y sus habitantes. Me da curiosidad cómo los distingues, aunque claro, entiendo que cada uno tendrá su personalidad, como el «mandamás». Gracias por las fotos y compartir tu rinconcito lleno de vida con nosotros. Abrazo fuerte.

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    1. Hola Ana, si, cada uno tiene su forma de ser y sus características, sobre todo los primeros que llegaron fueron los que más diferencié, además era pandemia, estaba recluida y tenía mucho tiempo para sentarme a observarlos y conocerlos. Ahora son muchos, ya casi no los reconozco, salvo a los que van quedando de los antiguos que cada día son menos, se podría decir que solo está el Mandamás y su compañera. Gracias a tí, por estar, abrazo grande

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  5. Hermosa crónica desde el patio. En realidad parece que lo estoy viendo y como tardes en poner la comida, son capaces de todo, hasta de meterse en casa para protestar. Muy simpáticas aves, sobre todo las tórtolas, yo si tardo en ponerles comida vienen a la puerta a protestar. Una delicia, leer estas historias reales que no todo el mundo conoce. Muchas gracias, Themis. Mi abrazo fuerte y feliz fin de semana.

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    1. Sí la que compartimos cada una desde un punto de este Planeta Tierra, y que la conocemos, son bien divertidos y te hacen acercarte a la vida, a los otros habitantes del ecosistema en donde vives y que van adquiriendo derechos, muy parecidos a muchos humanos. Gracias a tí Julie por leerlas y ser compañera de aventuras por esos derroteros, también para tí un maravilloso fin de semanas, muchos abrazos.

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