EL MURO DE LOS CRÁNEOS: HUITZILOPOCHTLI

EL COLIBRÍ ZURDO

Di la vuelta y ahí en el otro extremo del salón apareció frente a mí, ese muro al cual había ido a ver: los tzompantlis o «estantes de cráneos», me quedé mirándolo desde esa distancia.

Un niño de unos ocho o nueve años que estaba haciendo lo mismo junto a mi, comentó a su madre con un cierto dejo de asombro e inquietud, donde dejaba vislumbrar una cuota de miedo, de interrogante, tal vez sin entender mucho que era lo que veía, lo que había escuchado sobre él y tal vez pensando en su propia muerte, poniéndose en el lugar de esos cráneos.

-Me dijeron que hay tres cráneos de niños

*

*

La madre no contesta, no dice nada, sigue compenetrada en mirar la derrota de Tenochtitlán en un gran mural que la representaba, la caída del Imperio, tal vez también ella con sus propias interpretaciones y pensamientos, mientras sacaba con su teléfono la foto del recuerdo o para mandarla por las redes y dar cuenta de sus andanzas, sin lugar a dudas estaba en lo suyo.

El niño persistió con sus reflexiones, como pidiendo explicaciones.

-¿Mataban a los niños, para ponerlos en el muro?. ¿Les sacaban el corazón?. ¿Cómo los mataban?. ¿No tenían miedo?. Las preguntas nacían una detrás de otra.

*

*

Ninguna respuesta. Daba la impresión que él solito tendría que resolver esas interrogantes que le nacían, lanzarlas al aire y que alguna interpretación movida por sus propias emociones y su temperamento las contestara, eso sí, su cara mostraba el gran impacto que estaba recibiendo, no por ver las calacas algo a lo que estaba acostumbrado por los festejos en México del Día de Muertos, sino por el darse cuenta que sus pares habían sido sacrificados, que también estaban ahí representados y que no eran que habían muerto naturalmente, sino que los habían matado de exprofeso. 

Desde lejos lo contemplaba ese muro, había algo en esa imagen que me decepcionaba, en cierta forma no era eso lo que quería ver, ya que había visto en las fotos lo que se había destapado en las excavaciones, pero  aún no fue abierto para el público, sin embargo en eso que se exhibía, ahí no estaba la magnitud de lo que fue, ni trasmitía el sentir de su tiempo, ni lo que había sido en su forma real, solo era una recreación de la estructura original, eso sí, estaba compuesta por cabezas halladas en el sitio.

Iba con una imagen predeterminada, las expectativas esas que siempre todo lo frustran o si no lo hacen por lo menos, bajan muchas veces el asombro en lo encontrado, claro, que también lo pueden sobrepasar, no fue lo que sucedió en este instante precisamente.

*

EXCAVACIONES no abiertas al público

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Según parece eran muchísimas, se cuenta que Andrés de Tapia, cronista y militar contemporáneo de Hernán Cortés, hizo un cálculo aproximado de los cráneos que constituían la torre ceremonial y dijo que eran alrededor de 136.000, más allá que recién llevan encontrados unos cientos.

«El Muro de Cráneos, conocido como Huey Tzompantli, es una estructura mexica ubicada frente al Templo Mayor en Tenochtitlán, actual Ciudad de México. Se trata de una torre o muro circular de cráneos humanos, con un diámetro de aproximadamente 4.7 metros, que formaba parte de un altar dedicado al dios Huitzilopochtli, patrón de la capital azteca.»

Ese dios sediento de sangre, pues no tenía más remedio que nutrirse de ella ya que todas las noches revivía la batalla con su hermana a la que había descuartizado y con sus hermanos, a los cuales había convertido en la Luna y las estrellas cuando se enteró que querían matar a su madre para que él no naciera y por lo tanto él asume el lugar del dios del sol que llevaba la luz al día, permitiendo así la salida de la obscura noche que ellos provocaban y de ahí era que necesitaba tener un suministro constante de víctimas para sus sacrificios.

Huitzilopochtli o «Colibrí Zurdo», como era conocido, el dios del Sol, de la guerra y el guía de los mexicas ya que fue él quien les ordenó comenzar la peregrinación buscando la señal de «un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente», por lo que deambularon durante mucho tiempo hasta encontrarla en donde hoy se ubica la Ciudad de México.

*

*

Se lo representaba como un vigoroso y joven guerrero de piel azul, portaba en su vestimenta la imagen de un colibrí pues es su nahual, ese espíritu animal que acompaña y protege a una persona según las creencias mesoamericanas.

El lugar donde se le adoraba era Tenochtitlán, estaba junto al de Tlaloc, el dios de la lluvia, salvo que al de él se le daba más preponderancia, era más grande, la dirección que le correspondía en los cuatro puntos cardenales, era el sur ya que marcaba el solsticio de invierno y la época para la guerra. Los escalones para subir a su templo estaban pintados de rojo, con lo que se representaba la sangre, ese sacrificio fundamental para que pudiera llevar a cabo el amanecer.

*

*

Cuando los españoles ya se aposentaron en la ciudad, allá por el 1523 llegó Fray Pedro de Gante con otros 12 franciscanos con la tarea de empezar la evangelización y buscaron puntos de coincidencia entre las dos religiones, la que ellos traían y la de los indígenas, se encontraron con que entre noviembre y diciembre, ellos festejan a ese dios con un nombre largo y raro, muy venerado, en donde celebraban la ceremonia de Panquetzalitztli, dedicada a su nacimiento y se la consideraba un tiempo de renacimiento y el triunfo de la luz sobre la oscuridad, así que la aprovecharon y la empezaron a unir a la navidad en donde ellos festejaban el nacimiento de Jesús, trataban que triunfara frente a ese dios tan sádico, más allá que todo quedó en un sincretismo ni uno ni otro primó, sino que al que se quería exterminar se encubrió con el importado y todo persistió.

También su imagen como colibrí y el significado que este tenía, fue utilizado por Fray Pedro de Gantes en su catecismo en pictogramas en donde usó su imagen volando en vez de la paloma para simbolizar al Espíritu Santo, ya que éste les hablaba de su dios y la paloma no les decía nada.

*

*

Pequeñas adaptaciones para llevar adelante el cometido, pero esto son otras historias, que tal vez, más adelante contaré.

Me acerqué lentamente a ese muro cubierto de cráneos cuidadosamente alineados. Me detuve frente a él reflexionando sobre cómo debió haber sido ese rito en el que los guerreros de élite llevaban a los prisioneros, subiendo por esas escaleras, para que les extrajeran el corazón. Esos custodios  de un tiempo sagrado para sus dogmas, donde entregaban a sus víctimas como ofrendas a un dios que exigía sangre sin cesar…

CONTINUARÁ…

MÉXICO

ABRIL 2025

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Agradezco fotos tomadas de internet

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TENOCHTITLÁN: CUAUHTEMOC

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HACIA EL ZÓCALO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

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14 comentarios en “EL MURO DE LOS CRÁNEOS: HUITZILOPOCHTLI

  1. ¡Ay Themis, qué cosa has escrito en esta oportunidad! Nuestra cultura, nuestro mundo en aquellos ayeres tan sangriento de una manera diferente en ese tiempo pero igualmente teñido de rojo. Impresionante. No puedo abstraerme de lo que me hace sentir el nulo caso de la madre con su pequeño hijo lleno de incertidumbre y mucho espanto, me imagino su vida en soledad, sin respuestas y no solamente porque la madre estaba absorta ante esto tan grandioso como cruel. Es otro asunto, pero es un niño ignorado. Me tocó de igual manera. Mención especial a la aportación con el comentario de Ana, tan metida en estos temas. Y tu estudio, análisis y exposición, dignos de mucho respeto. ¡Muchas gracias Themis, un abrazo irrepetible! 🤗🤗🤗🌹🌹🌹

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    1. A mí en lo personal, ver esa relación también me llamó mucho la atención, más frente a las preguntas que el niño hacía y cómo se sentía su voz,, tal vez en algún momento se las contestara.
      Gracias Maty, hay mucha historia en México, camines por donde camines, estés donde estés, te mando un abrazo enorme lleno de cariño

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  2. ¡Buenas, Themis!

    Tu texto arranca con una imagen potentísima: la del niño haciendo las preguntas correctas, las que de verdad importan, mientras la madre está ausente, perdida en la pantalla. Ese contraste inicial ya sitúa todo el relato en un lugar muy humano y muy real. El niño ve los cráneos y piensa en la muerte; la madre ve un mural y piensa en la foto para las redes.

    Y me ha parecido muy interesante esa reflexión que haces sobre la decepción. Esa sensación de llegar con una idea preconcebida y toparte con una reconstrucción de museo. Creo que ahí está el corazón de lo que cuentas: cómo un objeto físico, por imponente que sea, casi nunca puede estar a la altura del peso simbólico de lo que representó. Es casi como si el horror y la fe de verdad no estuvieran en los cráneos que vemos, sino en la historia que tú misma despliegas después para darles contexto.

    El detalle de Fray Pedro de Gante usando el colibrí para simbolizar al Espíritu Santo es sencillamente fascinante. Es una imagen que resume siglos de choque y fusión cultural en una sola pincelada.

    Grande este viaje que va de la vitrina de un museo a la cosmogonía de un pueblo entero.

    ¡Un fuerte abrazo!

    Tarkion.

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    1. Esa escena del niño y la madre, fue algo que me hizo sentir lo alejados que están los adultos de sus niños, ese mundo que cada día se compartimenta más y que bueno, la mente infantil queda libre que para que cualquiera que lo quiera «colonizar», con cualquier tipo de sugerencia, actitud y camino, se sienta libre, sencillamente prestándole atención. Un mundo muy real.
      La imagen del colibrí se me hizo lo máximo como se fusionan por ser lo que convenía al momento, sin importar el significado que guardaban atrás.
      Gracias Miguel, abrazo bien grande

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  3. Hola Themis, sí, coincido en que esa representación del tzompantli no transmite mucho, los cráneos no son los originales ni la estructura tampoco. Lo que de verdad impacta es saber que existe uno real, y que efectivamente los cráneos son de víctimas de sacrificio. Ahora, como siempre, si vemos todo desde nuestra perspectiva moderna nos escandalizamos.

    Los mexicas fueron un pueblo imperialista, conquistador, el tzompantli era un disuasor, un símbolo de su poderío. Ahora, según algunos arqueólogos también hay que conocer el sentido de la religión y de la muerte para los antiguos pueblos mesoamericanos. Había una necesidad de alimentar al sol (como lo mencionas en tu entrada). Esto era a través de los sacrificios humanos pues la sangre era lo que lo mantenía vivo (si, eso creían con toda su alma por más que nos cause horror). Esto hace que el tzompantli, más que una representación de muerte, sea una representación de vida. Un testimonio de los esfuerzos por que el mundo tal como ellos lo conocían persistiera. Dar continuidad al ciclo solar, que constituía la vida de todos.
    Por otro lado, el dato de Andrés de Tapia está muy inflado, pero bueno, si eran más o menos, el hecho es que existe.

    Muy interesante, me encantó.

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    1. Hola Ana, escandalizarse no hay por qué, no es el único lugar en donde se hacia eso, claro no crear ese tipo de esctructura, pero si, sacrificar, quemar, son muchas las acciones que en cierta forma representaban lo mismo, las creencias que de acuerdo a quien las dirigía contaban para mantener al mundo sumiso y bien dices disuadir. En la actualidad pasa lo mismo, salvo que todos lo miramos sin decir nada, sencillamente sigue siendo simbolo de poderío y exterminar a quienes no nos conviene.
      Si, en la próxima entrega sigo ahondando un poco más en el significado y los motivos por los cuales solo eran cráneos. Gracias Ana, me gustó mucho tu aportación, abrazo bien grande

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    1. Hola Julie, es extraño estar parado frente a él, pues te das cuenta en cierta forma que no es el de verdad, es algo prefabricado, como de utilería, eso si me imagino que impresionante ha de ser el que desenterrado aunque sea una mínima parte de lo que era. Gracias, abrazo bien grandote

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  4. Hola, Themis, sinceramente no me hubiera gustado verlo en directo. Representa dolor y muerte, y aunque forma parte de la historia, de lo que no se debe volver a cometer, es una imagen dura.

    Comprendo las preguntas del niño y también los silencios de la madre. Difícil, no hay duda.

    Un abrazo. 🤗

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    1. En cierta forma esos «horrores» se siguen comentiendo y se cometían en aquella época en muchos lados, unos quemaban en la hoguera, otros los tiraban a los fosos de los cocodrilos, y en la actualidad se exterminan pueblos y todos lo miran y no dicen nada, la esencia del ser humano sigue parece siendo la misma.
      La mamá del niño no contestaba pues estaba muy metida en lo suyo, ni lo escuchaba, estaba con su teléfono. Ahora no creas que el muro crea alguna reacción por el contrario, es México la calaca es parte de la vida, tal vez a los extranjeros pero no me tocó ver la reacción de ninguno. Gracias Merche, abrazo bien grande y te entiendo eres alguien muy sensible que esas cosas la horrorizan.

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