HACIA EL ZÓCALO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL NIÑO

Y saliendo de ahí, de ese Museo de la Cancillería, donde una torre me había llamado para que viera unas exposiciones de Kasamusa Nagai, bella, bella y pasara un rato entre todos los animalitos y plantas, iba imbuida en ese sentir que me había dejado ese mundo onírico realista que se me había presentado.

Marchaba al ritmo de la música que allí había encontrado, realizada por ellos que coreaban y hablaban y me habían suspendido en otro infinito, mientras cuidaban que no todo se perdiera, que no se exterminara, » Vida para compartir», era el lema.

Quedó en mi retina una imagen estridente de amarillos y naranjas que pegaban un grito muy ensordecedor de «SOS», donde las líneas se desaparecían y el mundo entre brumas se  esfumaba.

Cuando miro a un costado y una imagen reflejada de misma me lleva a reconocer a mi yo que se iba despintando, como si un rayo blanco entre algodonado y nebuloso, como un sueño difuso que se deshace en el aire, que advierte que eso nos podría pasar si no cuidamos nuestro hábitat y a todos los que en él están, como mostraba con ello Kasumasa. 

*

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Por un lado nació el: «¡¡¡ay!!! nanita, ¿esto qué es?», pero por otro vaya risa que me causó el sentir que como niña había jugado, con todos esos seres vivos y era justo en ese día el que se conmemoraba «El Día del Niño», por eso la llegada al Zócalo, me recibía con una gran fiesta para celebrarlo, llena de colores, de música y alegría, y niños por todos lados y padres y me envolvían en una calidez infinita.

La plaza estaba completa, gente por todos lados, me fui metiendo dando la vuelta por el pasillo que lo rodea, el de los arcos, también para resguardarme un poco de ese sol abrasador que ya estaba en pleno hostigamiento a las almas como si fuera por otra parte un pequeño infierno, donde la celebración tapaba cualquier incomodidad.

*

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Me senté un rato en una banca, donde quedaba un mínimo lugar para hacerlo, como quien dijera me iba «desvielando», mi carromato ya viejecito de mitad del siglo pasado,  necesitaba estar un poco a la sombra, pedí permiso para hacerlo pues estaba casi completa. Una señora que estaba a sus anchas, que ocupaba media banca, a parte su bolso apoyado en ella, se tuvo que correr, cosa que la molestó mucho me miró con cara de pocas amigas, dudo en hacerlo, frente a ello me quedé sencillamente parada mirándola, un señor que estaba en la punta se corrió un poco, y del otro lado otras dos que conversaban mientras sus miradas estaban de pleno en las pantallas de sus teléfonos, al sentir la escena pues nunca levantaron sus caras, estaban embrujadas por las luces y las imágenes que les mostraban, también se juntaron y la señora refunfuñando y con muy pero muy mala actitud se movió.

Finalmente, me senté y, por un rato, me dediqué a observar todo lo que pasaba a mi alrededor, aunque muchas cosas parecían suceder en silencio, en un mundo aparte, donde la realidad se mezclaba con la indiferencia y la rutina. La escena me hizo pensar en cómo, a veces, en medio del bullicio, las personas se desconectan del entorno y de quienes las rodean, sumidas en sus propios universos digitales o en las preocupaciones del momento.

Me levanté para seguir el camino, ahí sin perder la esperanza de encontrar el lugar de los vitrales, sin embargo, de repente algo muy adentro me hace cruzar a la plancha donde estaba la gran festividad, algo dentro quiso resistirse, pues jalaba como el niño pequeño o el perro, que quiere ir en una dirección y quien lo lleva hacia el punto opuesto.

En eso estaba, me paré un momento para dilucidar, y tratar de ponerme de acuerdo con ese adentro y mientras miraba la catedral, la bandera, la fiesta, y ¡ZAS!, el impulso nació y crucé.

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Eso sí, nunca me metí dentro solo pasé por el alrededor, viendo todo lo que sucedía, una ambulancia que les permitía a los niños subir y observar todo lo que había adentro al igual que el acostarse, como si lo llevaran a él.

Talleres donde podían realizar una artesanía, que estaba completo, completísimo, incluso hacían filas para poder ingresar, el puesto de agua para que se hidratara quien quisiera y así muchas actividades que se veían a lo lejos, mientras daba la vuelta sin entender todavía hacia donde los pasos me llevaban.

*

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Pasé por los danzantes y por donde estaban haciendo una limpia eso tan normal ya dentro de la gran ciudad y en todas partes en México, donde sacar las malas vibras que se juntan y liberar al cuerpo y el alma de ellas, con copal y hierbas, hace que uno se sienta más liviano y relajado.

*

*

Así andando entre una marabunta llegué al Templo Mayor y ahí me cayó el veinte de hacia dónde nos encaminábamos, a lo que un día lancé al aire las ganas de conocer, de llegar a él, en esa gran Tenochtitlán, esa mágica y colosal ciudad, capital del imperio azteca, fundada en una isla del lago de Texcoco y que con el tiempo se convirtió en la Ciudad de México.

Era el muro de los cráneos o tzompantli, una estructura que exhibía miles de cráneos de víctimas de sacrificios humanos, que se encontraba en el templo de Huitzilopochtli, el Dios de la Guerra, el cual a los españoles los aterrorizó al llegar a la ciudad y verlo, y…

CONTINUARÁ…

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14 comentarios en “HACIA EL ZÓCALO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

  1. Hola Themis, me gustó tu entrada, desde el epicentro de mi caótica ciudad de nacimiento. El zócalo de Ciudad de México es uno de mis lugares favoritos, no me gustan mucho las multitudes, pero sí lo que evoca ese lugar. Ya nos contarás si entraste al Templo Mayor, si visitaste el museo de sitio que es WOW. Bueno, para mí todo ese rollo prehispánico me encanta y he estado varias veces y todas las veces lo amé. Te mando un abrazo fuerte.

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    1. Hola Ana, también yo cada vez que voy a ella, me doy una vueltecita por el zócalo, me gusta mucho a parte también siempre ando a la búsqueda de algo que se necesita y en el pueblito no hay y ahí lo encuentras o lo encuentras o por lo menos te dicen en donde hacerlo. Si entré al museo solo a la entrada pues había mucha gente, pero estuvo muy interesante. Otro día aprovecharé y lo recorreré. Otro abrazo para tí y gracias

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  2. Así es el centro de la ciudad, me hiciste recordar la última vivita al Zócalo, los puestos de artesanías, los indígenas haciendo limpias, los vendedores de todo lo que uno pueda imaginar, la bandera, la gente, el ambiente y la hermosa Catedral… Gracias, Themis, espero tu próximo capítulo. Mi abrazo y feliz semana.

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    1. Ahora te entiendo, si, todo el alrededor del zócalo está lleno de puestos y espectáculos, el mero centro solo cuando hay eventos como este. Si, la Catedral es hermosa, hundiéndose cada día un poquito más. Te mando un super abrazo y también para tí una feliz semana.

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    1. Gracias Dakota, es México y si por algo se caracteriza es por fiestas, celebraciones, la alegría que en ellas se encuentra. Te mando abrazo muy especial, me pone contenta que me acompañes en estos viajes

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  3. Hola, Themis, ¡cuánta gente! Parecía que siempre ibas dando con lugares más o menos solitarios (la biblioteca, la exposición), salvo el autobús donde te quisieron ceder el sitio; pero ahora, llegó la revolución. No me extraña que tuvieras sentimientos encontrados. No sé si era la celebración del día del niño o la del adulto… En cualquier caso, se respira alegría, eso es bueno, aunque haya gente.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Esas celebraciones van junto con pegado, pues por cada niño a veces hay varios adultos que lo acompañan, eso sí la alegría, las risas, el disfrute, el jolgorio se sentía por todas partes y eso que no era fin de semana que ahí imagino no se podría caminar de todos los que deben haber llegado. Gracias Merche, abrazo ultra grande

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  4. ¡Themis! Mi Zócalo amado, tan amado! Si por mí fuese estaría allí cada semana, al menos. Caminaría, me regocijaría así como lo haces tú, degustando cada instante, cada acción voluntaria o involuntaria de esa gente que pareciera no estar allí y en verdad, ¿Dónde se encontrarían? Lo que no haría es la «limpia» (aunque me gustaría experimentarlo, imagina en mí los efectos del copal). La fotografía está colosal, de verdad, quedó linda y llena de misterio, esa sombra que te envuelve. Y todo, todo lo que cuentas hace ver y sentir que tú estás VIVIENDO. No sabía que habían hecho ese festejo por el Día del Niño. Cada foto la he disfrutado muchísimo, especialmente la que te dije. Y me alegra mucho que habrá continuación! Themis: la cronista de la vida, la que exprime hasta la última gota del limón. Un abrazo enorrrrme 🌹🌹🌹

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    1. Hola Maty, si, el festejo del Día del Niño fueron tres días, estaba super grande, mucho movimiento, había se ve muchas actividades, talleres, obras, títeres, lugares para conocer como la ambulancia, las motos de los de tránsito, inflables grandísimo y eso que no entré en la explanada, pues no daba entre el calor y la gente.
      Las limpias tan características de México, en los pueblos son muy normales, incluso viví en uno que después eventos importante y al acabar la misa, dentro de la iglesia se formaban filas y las señoras las hacían. Sí, ahora el copal te sería difícil, aunque es tan rico de sentirlo. Aún falta unas cuantas entradas pues hay otra parte que fue en la que terminé. Abrazo bien grande, super grande de la cronista de la vida.

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