ENTRANDO A LA CIUDAD DE MÉXICO

EL PSIQUIÁTRICO EN ACCIÓN

Había llegado a la gran ciudad, un día de esos en que el calor estaba que derretía lo que se le pusiera delante, no fue un viaje largo, tardó lo justo lo que siempre se tendría que demorar, cuando no se les ocurre a los buenos administradores mandar a reparar  la carretera en la hora de mayor afluencia de autos, de autobuses, de camiones que cada día brotan más como si hubiera una epidemia de ellos, todos juntos uno detrás del otro, cosa que muchas veces es imposible adelantarlos y hay que seguir su ritmo de grandes moles que se desplazan.

Eso sí, entrar a la ciudad, eso, ya fue otro cantar. Venía medio adormilada cosa extraña cuando viajo sin embargo, el sueño acorta cualquier trayecto y bendice las distancias. De repente un sonido atroz de esos que hacen que cualquiera brinque como el de los picapedreros, me hizo abrir los ojos abruptamente y ahí me encontré con esas obras monumentales que nunca faltan en esta ciudad, la Capital del Imperio, la Ciudad de los Palacios, la gran Metrópolis de México.

*

*

Seguían construyendo esos puentes enormes, altísimos para dar más movimiento a ese tránsito que debajo estaba enlentecido, claxonando como buenos intérpretes de las ansias urbanas, de esa locura que se empezaba a colar por todas las rendijas.

A lo lejos se veía una cortina gaseosa que teñía la atmósfera, que se comía a las montañas y desdibujaba el paisaje de cientos de casas una al lado de la otra que se extendía y extendía como si no tuviera fin y hacia que se volviera fantasmagórico, mientras un estruendo infernal se apoderaba de mi espacio vital:

-Ni modo, hay que entrar a este gran teatro de gritos, ruidos ensordecedores, de cortinado de neblina, de olor penetrante y por lo que se mira: un desquicio.

*

*

Me acomodé, ya no se podía hacer nada, había que ingresar a esa locura que frente a mis ojos se desarrollaba, mientras uno de esos cablebuses o como se llamen pasaba por encima sin ningún detenimiento.

Venía de otro lugar, y no solo eso, también de otro época lo que hacía que me viera sumergida en esa escena sacada en apariencia de una historia en la que el tiempo y el espacio se entrelazaban de una forma surrealista y ni se diga caótica.

Ese cablebús que pasaba deslizándose en las alturas, como un espectro que añadía elementos a mi presente, parecía invadido por ecos de estaciones futuras, tan remotas de donde mi yo había salido. Ganaba terreno en mi mente la sensación de estar a punto de sumergirme en un mundo diferente, donde lo cotidiano ya no aplicaba, donde todo cambiaba con cada nuevo algoritmo que se le insertaba o que ya por si mismo iba creando. Era como si esa máquina danzara una coreografía enmarañada que guardaba en sí misma su propia lógica de ser, donde los elementos en constante transformación desbordaban mis sentidos y desafiaban mi comprensión del ahora y del cómo se puede vivir inmerso en ello.

*

*

El futuro que me alcanza, el gran psiquiátrico, la atmósfera, teñida de esa nata que la volvía espectral, reflejaba no solo en una gran congestión física del lugar, sino también en una especie de añoranza por lo que se había perdido en esa voragine del progreso, ese teatro alucinado se convertía en ese símbolo de la modernidad desbordada, de ese mundo imparable que pensaba muy fuera de sí mismo, que avanzaba y con ello arrastraba las historias, las voces y las vidas de quienes quedaban atrapados en su paso.

Todo siguió hasta llegar a la terminal donde, cuando iba a descender me sorprendió la amabilidad de un hombre joven, que tomó una de mis mochilas y me ayudó a bajarla.

Se lo agradecí y me regaló una gran sonrisa.

Buena fue la bienvenida, una señal de que entre la locura y los buenos encuentros se iba a desarrollar la estadía.

Tomé el taxi de la terminal a mi destino, al salir lo primero que sucedió es que nada se movía, todo el tránsito estaba atascado y ni se diga la ansiedad que corría entre esas filas de autos parados, donde el gran concierto de resonancias de la ciudad se desató.

*

*

Un gran tapiz sonoro, mezcla de sonidos urbanos, culturales como ese vendedor que pasaba entre los autos con su pregón: «Agua fresca, agua fresca recién sacada del hielo, a 20 a 20» y desde las ventanas de los autos se extendían los brazos con su dinero en la mano. Las voces se multiplicaron, era un gran tianguis entre ruedas que todo lo comerciable y antojable en ese instante allí se encontraba, los colores adquirieron un aspecto más vibrante, el sol reflejado en esa nata, daban la idea de rayos reflectores que hacían y creaban una iluminación cegadora que parecía que floreaba y marcaba a dónde dirigir la mirada en ese ritmo frenético de la gran ciudad.

Las motocicletas pasaban a los lados, teniendo su camino libre, al igual que la bicicletas que por todas partes pululaban, el chófer me imagino que viendo mi cara incrédula, que miraba para todos lados, hizo esa pregunta tan sencilla pero cargada de curiosidad.

– Perdone y usted, ¿de dónde viene?

-Del desierto

-Y, ¿cómo ve la ciudad?

-De locos

Se rió y ahí nos enfrascamos en una deliciosa plática, donde me fue contando lo difícil que estaba la gran urbe con el calor, las contingencias ambientales, la violencia y todos los males que la aquejaban.

-Ve ahí donde se aglomeró toda esa gente-un espacio en un parque donde cantidad de niños dejaban escapar sus gritos de alegría- son como piscina que pusieron para los pequeños para que puedan soportar estas olas de calor que están haciendo. También hay puntos donde les dan agua para que beban y no se deshidraten, sobre todo en estas zonas donde no son de personas muy acomodadas. Eso lo comprobé luego donde repartían vasos de agua para la tercera edad y los niños sobre todo y prácticamente cuando se pasaba cerca de ellos insistían para que se tomara uno.

Platicando, el tiempo fue pasando y llegamos a mi destino. Me había sumergido sin ansiedad, con una mirada quizás de extraterrestre que venía de la misma Tierra,  en ese organismo que parecía vivo, que respiraba un gel pegajoso entre los ruidos de esa tropósfera extraña y envolvente.

Un desafío… ¡¡¡BIENVENIDOS!!!

CONTINUARÁ…

MÉXICO

ABRIL 2025

***

RUMBO A LA CIUDAD DE MÉXICO

ENTRE ALEBRIJES Y CALACAS

¡¡¡ALEBRIJES!!!, ¡¡¡ALEBRIJES!!!

***

Te invito a visitar mi página de face

blog de themis

Y TAMBIÉN  EL BLOG

puedes encontrar otras entradas que te interesen.

Link Pagina Principal 1

GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

FIRMA baja res

Comenta y comparte…GRACIAS…!!!

12 comentarios en “ENTRANDO A LA CIUDAD DE MÉXICO

  1. El texto está plagado de detalles que hacen que la ciudad cobre vida. La “cortina gaseosa” que tiñe la atmósfera no solo evoca la contaminación, sino que crea una imagen fantasmagórica, como si la ciudad estuviera envuelta en un velo de ciencia ficción. El cablebús, deslizándose en las alturas, es un símbolo futurista que contrasta con el caos terrestre de los cláxones y las obras, y su descripción como un “espectro” añade un matiz casi sobrenatural. El pregón del vendedor de agua, “recién sacada del hielo”, es tan visual que puedes imaginar su voz cortando el ruido, mientras las manos con billetes asomando por las ventanas pintan una escena de comercio improvisado, como un mercado sobre ruedas. La mención de las piscinas para niños y los vasos de agua para ancianos, con voluntarios insistiendo en que bebas, es un detalle conmovedor que muestra el lado solidario de la urbe, un respiro en medio del “tapiz sonoro” de motos, bicis y cláxones. Y la mirada “de extraterrestre que venía de la misma Tierra”, capta esa sensación de ser a la vez parte y extranjera en el torbellino de la metrópoli.

    Te felicito.

    Le gusta a 1 persona

    1. Describes muy bien esa atmósfera donde todo conjuga y son escenas cotidianas dentro de la ciudad, con todo ese caos muy propio de ella, se conjugan muchos momentos, escenas, dulces, violentas, que conmueven, parece sin lugar a dudas ficción, donde llegando de otro lado se siente como un impacto. Gracias, abrazo grande

      Le gusta a 1 persona

  2. Themis,
    Me ha gustado mucho este texto porque transmite de forma directa una sensación que muchos vivimos cuando nos enfrentamos a las grandes ciudades: el ruido, la saturación, el caos, pero también esa mezcla de humanidad y adaptación constante que se cuela entre todo eso.

    Lo cuentas desde una mirada muy consciente, como quien observa de verdad y no solo pasa por los sitios. Esa imagen de la ciudad como algo que avanza por inercia, sin tiempo para pensar, me parece muy acertada. Y el contraste con el gesto amable del joven o la charla con el taxista lo equilibra muy bien. Porque sí, dentro del desorden todavía hay personas que hacen que todo no se sienta perdido.

    Me ha hecho pensar en cómo a veces sentimos que venimos “de otro lugar” no solo geográficamente, sino mentalmente. Y lo difícil que es no dejarse arrastrar por esa especie de “normalidad” acelerada que ya nadie se cuestiona.

    Un texto que no solo describe, sino que te obliga a mirar y a pensar. Gracias por compartirlo.
    Un saludo grande.

    Le gusta a 2 personas

    1. Gracias Miguel, siempre es un shock el primer acercamiento más cuando se viene de un lugar muy el paz, tranquilo, sin mucho movimiento, dode el paisaje infinito lo tienes a la vuelta de la esquina, y el poder estar inmerso en la naturaleza solo son pasos. me llamó mucho la atención esos constranstes que viví, los extremos etre sonrisas y peleas, eso sí, disfruté a muchas personas desconocidas que entablamos pequeños encuentros, de esos de corazón que son los que valen la pena. Seguiré hablando de ella, pues más allá fue un gran delirio la estancia en ella, cada día se agudiza más en cada una de las inmersiones que hago en ella. Abrazo grande y gracias por todo lo que dices

      Me gusta

  3. Hola, Themis, la ciudad es un asco, y perdona la expresión, pero es la verdad, todo tráfico, ruido, prisas, estrés, contaminación, etc. Lo único bueno es que hay mucha variedad cultural, pero nada más. Espero que fuera una estancia buena en cualquier caso.

    Un abrazo. 🙂

    Le gusta a 1 persona

    1. Sí Merche, es un gran caos, que de entrada por salida es disfrutable, aunque a los días hay que salir huyendo. Si, estuvo muy bien, siempre me encuentro con cosas lindas, muchas que no conocía. Ya las iré escribiendo, y te iras enterando, gracias abrazo infinito

      Me gusta

  4. Hola Themis, así que fuiste a mi ciudad. Yo nací ahí, solo que me fui joven. ¿Sabes? Cuando regresé una vez, de paseo, no me había tocado ver cómo habían quedado los «segundos pisos» y la verdad no me gustó esa sensación de no poder ver el cielo. Coincido que todo es muy caótico, yo doy gracias a la vida de haber podido hacer mi vida en lugares más tranquilos, aunque AMO mi ciudad.

    ¿Sabes qué me gusta? Hospedarme en el centro y andar por ahí, ir al Templo Mayor, a su museo de sitio, en general andar viendo las nuevas excavaciones de ese mundo perdido que es México-Tenochtitlán. O ir a Coyoacán, visitar museos, comer todo lo que te brindan en esa ciudad caótica, donde conviven los extremos. La ignorancia y la cultura, lo opulento con lo paupérrimo, lo moderno con lo más atrasado jajaja. Espero lo estés disfrutando. Excelente entrada. Saludos.

    Le gusta a 2 personas

    1. Hola Ana, fue la ciudad que me recibió cuando migré a México, viví como veinte años en ella, me corrió la contaminación y en lo que se estaba vlviendo. Siempre seguí apegada a ella y esté en donde esté me doy mis vueltas. También me hosedaba en el Centro Histórico, me encanta, ahora es más hacia la Roma, bella colonia también la primera en la que viví y por lo menos una vez durante mi estada, lo voy a visitar. Te va a encantar el final de esta entrada pues justo se desarrolla, en el Templo Mayor y antes un recorrido por sus calles.
      Gracias por tus palabras y por leer, abrazo grande

      Me gusta

  5. Me hiciste recordar i último viaje en autobús a la Ciudad de México, desde Guanajuato. Realmente, llega un momento que, como bien dices, resulta insoportable el tiempo, la paciencia, hasta llegar a la terminal y luego la continuidad por la ciudad en el taxi. Cuando por fin llegas te parece mentira haber sobrepasado el tiempo y el espacio. Ya nos seguirás contanto, pues México dá para mucho. Un fuerte abrazo, amiga. Feliz Semana.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Julie, tienes razón que anduviste por estos rumbos, si es muy latosa esa entrada, te tardas mucho tiempo y ni se diga luego el taxi, es de no dar crédito. Esta vez la ciudad estaba de locos y no se diga las personas, violentas muchas de ellas y la gran mayoría perdidas en el mundo de las pantallitas. Te mando un abrazo muy grande y que tengas una semana maravillosa

      Le gusta a 1 persona

Replica a Ana Piera Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.