«…Todo comenzó un día..
…….Esa sensación de libertad….
……..De no sentirse amarrado a nada……
………De no necesitar tener los pies en la tierra……..»
Era la madrugada aún, estaba obscuro afuera, me desperté con su canto, él lo entonaba cerquitita y a lo lejos otro le contestaba, traían un duelo de trinos, en donde cada uno hacia alarde de sus posibilidades y de su virtuosismo, para terminar en un dueto coreado, acompañado del murmullo de los otros pajarillos que despertaban, un amanecer inusual, aún parecía noche cerrada, las estrellas lucían en el firmamento. El canto embelesaba, hacia que el corazón se nutriera con esas alabanzas al Creador, sentí una profunda gratitud por la belleza sencilla de la naturaleza, por la magia de la vida que se renueva con cada nuevo día.
Cerré los ojos por un momento, dejando que el sonido envolviera mi alma, agradecida por poder ser testigo de ese milagro matutino, símbolo de los pequeños detalles que llenan al espíritu del amor infinito que nos rodea y nos envía esos compañeros de vida.
Cada primavera aparecen ellos, claro, el resto del año andan ahí en la vuelta, sin embargo, no se hacen tan notorios como en esta época. Son los tenores, como les llamo, esos gorrioncillos con la cabecita roja, el gorrión de monte o de los pobres, pues es un ave canora de jaula que es muy popular en las clases bajas que no pueden aspirar a tener un canario.
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Ellos fueron uno de los responsables de fijarme en los alados, bueno, además que la pandemia colaboró, para que así lo hiciera, donde sentía que todo el aire libre por el cual podía andar, sobre todo en un principio cuando no se sabía de qué iba todo eso que sucedía y mejor era prevenir, encerrarse, no salir, quedarse quieto, ya que todo llevaba a ello, más cuando rodeaban los contagiados. Luego ya fue más factible cuando sabiendo qué era ese bichito que acechaba, salir al monte con el cubrebocas puesto, mantener la sana distancia con el alrededor, no estaba impedido el transitar por la calle y el alcanzar todo ese oasis de cactus, un gran privilegio para aquellos tiempos y para los actuales también.
También Coquita, esa tortolita maravillosa, con sus arrullos llamando a su compañera para que fuera a la sombra de esa enredadera que estaba creciendo y que regalaba el fresco, junto al tenor con su bel canto, ese pajarillo especial que superaba a los de su especie, con ese trino melodioso, haciendo que todo se volviera un sueño que elevaba y que me saliera fuera de las paredes que me rodeaban. Ellos sin lugar a dudas mostraban al cielo.
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Volvieron de nuevo y no solo ellos, muchos otros empezaron a aparecer, además de todos los de costumbre que ya son los comensales diarios que hacen que un patio «encementado» esté lleno de vida por donde se le mire.
Todo fue a raíz que el maracuyá empezó a crecer y crecer y desarrollarse, y ganar espacio hacia la casa del vecino, cosa que no estaba bien pues sus hojas caían a su patio y les regalaban un trabajo extra, cosa que en cierta forma y en la forma completa había que solucionar. Hubo que traerlo para la casa y el pobre estaba muy pero muy enredado en sí mismo y esa maraña quedó colgando.
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Así que hubo que ponerse manos a la obra, hablo en plural cuando la ejecución fue en singular, como decía siempre mi madre con aquel dicho: «aramos dijo el mosquito mientras viajaba en las guampas del buey», más allá de un poco de ayuda que pudiera mi persona otorgarle, como alcanzarle algo que necesitaba desde el piso, pues andar en el techo, eso sí que no, no son para mí las alturas, solo las de los cerros en una parte, son las que puedo subir, las otras mejor es mantenerlas alejadas, ni siquiera en un banquito, por eso no hay nada mejor que tener todas las cosas al alcance de la mano, pues sí, hay que aprender a adaptar el espacio de acuerdo a las necesidades de cada etapa.
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El maracuyá empezó a desplegarse a través de los cables que se le fueron poniendo para que de ellos se fuera sosteniendo, bien contento que se puso como que el espacio lo hizo seguir creciendo, abrirse, y empezar a mostrar todo ese verde que desplegaban sus hojas y la sombra nació y con ella la sensación de fresco en este otoño-primavera en que el calor decidió rostizarnos, si rostizarnos, quemante como él solo, como si hubiera querido crear un pequeño infiernillo en estas tierras.
Es otro tema, como dijeran en otro lado «de por sí, para allá vamos, estos son los primeros pasos, para que vayamos viendo de que se trata» y culminaba como que había que agradecerlo que fuera de esta manera que la vida y por supuesto el de arriba nos lo advirtieran y nos diera tiempo para ir viendo como le hacíamos para protegernos o qué cosas había que aprender, pues esperar que lo solucionaran de otro lado estaba difícil muy difícil, eso era cosa de cada «cristiano» y comunidad si se unían para sobrellevarlo.
Sin embargo, una parte de ese maracuyá estaba enredada, lo había hecho sobre sí mismo a través de espirales que iban para arriba, luego bajaban para volver a subir, para volver a bajar, esos enredos que se dan cuando el espacio se llena de formas entrelazadas y caóticas, creando un garabato de líneas que parecen danzar en un equilibrio inestable. Otra vez, aparece, estos trazos entremezclados en la naturaleza, algo me están indicando sin lugar a dudas, he de prestar más atención.
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El maracuyá parecía reflejar la mente humana con esos caracoles y entreveros como si en su misma estructura llevara una maraña de emociones y vivencias que se mueven a su antojo de acuerdo a esos caminos que transita y se mezclan con los enredos de otros y así todos enredados caminamos por la vida, más allá que si un día se quiere alivianarla hay que separar lo que es de uno y lo que es de los demás, un trabajito harto pesado, más si ya pasaron muchos años de viajar por esa manera de andar y nunca a ello se enfocó el trabajo que hay que realizar. Eso sí, la vida siempre pasa su factura, quiérase o no se quiera y hay que afrontarla, intentando dejar la desesperación de lado pues es la que nos alcanza, darse cuenta que el tiempo no sobra o no hay energías para cambiar todo eso que…eso sí siempre hay tiempo para decir, suelto todo y hasta aquí y me encomiendo a lo que está por encima de mí.
Los espirales y enredos reflejan el embrollo en que se metió, cuando sus circunstancias lo fueron introduciendo, como en el humano que sus pensamientos y sentimientos lo van llevando como si en su misma estructura, llevara en su interior una maraña de trastornos y recuerdos que se entretejen sin un orden establecido y sin ningún sentido.
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Esa sensación de caos organizado, de movimientos ascendentes y descendentes, como símbolo de esa naturaleza amoldable y multifacética de la vida misma, donde los caminos se cruzan y se vuelven a separar en un juego constante de vueltas y revueltas, de aros y líneas rectas.
Así surgió la tarea de desenredarlo, de encontrar un camino más abierto, que no ocupara tanto espacio de los vecinos; un reto que invitaba a aprender de cada paso y a descubrir qué se puede hacer con ese maracuyá que, día tras día, se expande más y llena de vida todo a su alrededor. Y en ese proceso de búsqueda y creatividad, brota la oportunidad de transformar lo cotidiano en algo maravilloso, dejando que la naturaleza y la innovación guíen nuestra senda hacia nuevas posibilidades.
Lo único a tener en cuenta, es que no siempre se sobrevive en su totalidad o…
CONTINUARÁ….
MÉXICO
MAYO 2025
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CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LOS MORADORES DEL TECHO 3
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LOS MORADORES DEL TECHO 2
CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LOS MORADORES DEL TECHO (1)
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!


¡Hola Themis! Es que en verdad que lo cotidiano es extraordinario! Nunca había visto tanto verdor en el patio. Gracias por enseñar otro poco del jardín de mis amores, por esos pajaritos que hasta me parece estar escuchando. Muy lindo Themis, no como siempre porque cada vez es única, diferente e irrepetible.
Muchos abrazos!
maty
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Gracias Maty, si, el verde se extendió es que estaba todo amontonado buscando trepar hasta el sol y colándose en la casa del vecino, por eso se lo desenredó para crear un techo que de un poco de sombra, pues el calor de esta temporada está muy difícil de soportar. Si sigue creciendo va a quedar muy hermoso, también al maracuyá se le sumó el chayote así
que a ver. Abrazo ultra grande
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Sin duda todo un mundo vive a tu alrededor Themis, hermoso lo que nos cuentas. Las aves que te rodean, sus conductas, ese ir y venir y estar atentas de las tórtolas, aquí también las observo con esas conductas y los gorriones y los mirlos y las lavanderas… Un placer aprender del mundo que nos rodea. Te mando un fuerte abrazo y siempre mi admiración y aprecio.
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Siempre que escribo las crónicas me acuerdo de tí, y de los tus alados, que también andan ahí en la vuelta, buscando su comida y de los gatos y de todos esos animalitos que llegan a tí. Gracias Julie, pásala lindo, muchos abrazos para tí también
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Previamente te dejé comentario pero al publicarlo me pidió que volviera a «iniciar sesión», espero que sí te haya llegado.
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Sí Ana, gracias lo recibí, te mando más de un abrazo, infinitos
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Hola Themis, me encanta cómo le encuentras siempre un paralelismo entre la naturaleza y la forma de ser humana. Esos gorrioncitos del principio no los conocía, acá me visitan unos amarillos pero no son canarios, son otro tipo de aves y hay muchas. Y es verdad que ver sus vuelos, oír sus gorjeos lo hace a uno sentirse bendecido. Pues vaya con la maracuyá, sí que creció. Ya para estas fechas seguro que reina en tu patio, ya sin tanto enredo. Te dejo abrazos.
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Somos parte de lo mismo y en cierta forma ella te enseña viéndola en el afuera a desentrañar tu adentro. Estos gorrioncito tienen un canto bellísimo lamentablemente por eso le cortan su libertad y los meten en jaulas. Son una bendición que andan dando vueltas a nuestro alrededor, el maracuyá ahí va creando un techo. Gracias Ana, abrazo grande
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Hola, Themis, la pandemia dejó algunas buenas costumbres, a ti la de mirar el cielo y a los alados. Tiempos raros aquellos, espero que no vuelvan. Bienvenidos esas nuevas costumbres para dejar testigo de estos artículos tan de la vida y la naturaleza. Nos has dejado con la duda, ¿qué pasará? ¿Quizá no le gustó al maracuyá su desenredo? Esperaremos a ver qué ocurre.
Un abrazo. 🤗
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Una gran interrogante de lo que pasará en este mundo de los alados y ese maracuyá que se está adaptando poco a poco. En el próximo capítulo se sabrá más sobre lo ocurrido. Gracias Merche, abrazo grande
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