CAMINATAS MAÑANERAS: RODEANDO AL NATUCHO

EL DÍA DE LOS PERROS

Casi todas las mañanas salimos a caminar, dependiendo del día es el rumbo que tomamos, por las inmediaciones nada más, sencillamente para empezar ese nuevo amanecer con ejercicio de mantenimiento, para que el cuerpo no se amodorre y sienta que aún hay vida en sí mismo y despierte.

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Con eso que los años empiezan a pesar según se dice, cada día nos volvemos más y más perezosos para hacerlo andar y lo vamos consintiendo y él claro, empieza con todas sus dolencias, pierde flexibilidad, equilibrio, y ni se diga los dolores que se multiplican, sin embargo, buscamos las pastillitas, para que mágicamente nos quiten lo que traemos, los masajes, la fisioterapia, todo lo que viene de afuera, eso sí, ni se hable de hacer el trabajo por nosotros mismos y encontrar  soluciones que nos fortifiquen, más allá que lo complementemos si es necesario.

Excusas nos «sosobran» y voluntad es lo que «fafalta»,  dijera alguien en un dicho tal vez suyo o tal vez de otro, eso no tengo conocimiento, «ni que sosobre, ni que fafalte, justo es», siempre decía y así vivía.

Caminar en la mañana tempranito ayuda a que la jornada tome otra intensidad, antes lo hacía por las tardes, sin embargo he sentido que el cambio beneficia.

Ese día íbamos a darle la vuelta al Natucho, ese cerro que corona al pueblo con su Cruz allá arriba donde todos los mayos se le hace su misa, su comida y su convivio.

Subíamos por esa cuesta un poco empinada donde el dorado de esa luz tan especial que las primeras horas de la mañana nos regalan, iba bañando el alrededor.

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Llegamos a la calle que va marcando el rumbo hacia él, cuando un perro con un andar muy tranquilo y sin armar escándalo se nos acercó, nos dio la vuelta como que de lejos nos olfateó, tal vez para ver qué tan de confianza éramos pues eso sí por ese rumbo a esa hora no solíamos andar, ni se ve mucha gente, parecía el que marcaba la selección de quién pasaba y quién iba para atrás.

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También se olía que algo estaba en la atmósfera, como las vibras alteradas, los ánimos, no señalaban una marcha tranquila, todo latía acorde a ese clima en que el planeta se ve sometido.

No habíamos caminado ni una cuadra cuando otros dos muy pero muy osados sobre todo uno de ellos se vino encima, ladre que ladre, y el otro desde atrás le seguía, eso sí con unas palabras nada más se callaron, olfatearon y como quien dice nos dejaron seguir sin ofuscarse.

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Perros, perros y más perros, salían por todas partes, a medida que subíamos cada vez eran más bravíos, como si la soledad o el que no ven mucho desconocido pasar se les hace más extraño y se lanzan por si las dudas, más vale mostrar bravura y ganar el territorio, como los matones que ahora proliferan en este mundo, que se presentan como los pandilleros pidiendo su cuota supuestamente por sus cuidados, no pueden bajar su estatus acostumbrado, que ganaron apoderándose de los que tienen los otros para ellos preponderar y mantener ese estilo de vida y por ello creerse grandes, pobrecillos no se dan cuenta que ya el declive está cerca, las patadas de ahogados, eso sí, nos harán cimbrar.

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Llegamos a un paraje en donde ya no había casas, pues el monte abierto cada día está más lejos, el pueblo crece y las casas cada vez están más arriba, hay que caminar más para encontrarse con esa inmensidad silenciosa e enigmática.

Antes no había camino, se abrieron  y ya se sabe que detrás llega el ser humano y se asienta, y enseguida cerca todo, para que sepan que ya tiene dueño, que le  pertenece, el cerro y el bosque desaparece,  pues donde cuesta más llegar allí son pocos los que se atreven.

Ahí andábamos, dándole la vuelta al Natucho, con tanto perro al acecho, que quién sabe los motivos por los cuales nació esa plática pero surgieron una serie de historias sobre la «Serpiente de Agua», esa que entabló la lucha con la «Serpiente Emplumada» que bajó como una sombra y parece que le cortó la cabeza, pero esta historia que es una leyenda que hasta hay códices, de los que se salvaron de la destrucción, sobre todo de la quema, que la registran. Eso sí, se las dejo para contarla en un capítulo especial.

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Sin mucha novedad, más que los perros que ahí seguían, seguimos bajando, bajando hasta llegar al otro extremo del pueblo donde está la nueva cancha con ese pasto verde, que reluce y la Iglesia del Calvario.

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Rumbo a ella fuimos a sentarnos un poco en la platea ese montículo de piedras ígneas donde se ve abajo el pueblo y la otra Iglesia, la del Santo Patrono.

Saboreando unas deliciosas guayabas, la fruta que abunda en esta época y nos regala esa vitamina C, más aún que los cítricos, más la A y otras y ni se diga potasio, fósforo, hierro y quien sabe cuántas cosas más.

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Hacer un alto, entrar unos momentos en la contemplación, tomar fuerzas renovadas para seguir la marcha y llegar a la casa, con un cuerpo alertado, por esa luz brillante del Hermano Áureo que navega en el cielo en busca de su cenit , de que el día ha comenzado y eso ayudó a que dejara de producir esa hormona que nos hace sentir dormidos y nos avisa que ya estamos bien despiertos, felices y contentos para abrazar esa nueva bendición que nos fue concedida, abrir los ojos a una nueva andanza para ser vivida .

MÉXICO

ENERO 2025

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10 comentarios en “CAMINATAS MAÑANERAS: RODEANDO AL NATUCHO

  1. Qué precioso recorrido, Themis, no solo por los caminos y los cerros, sino por la esencia misma de la vida en movimiento.
    Hay algo tan genuino en ese encuentro con los perros, con el monte, con la historia que se dibuja en cada paso.
    La caminata es un reflejo del propio andar, a veces con resistencia, a veces con compañía inesperada, pero siempre con la certeza de que el día, al final, nos regala su luz y su promesa de seguir adelante.
    Gracias por compartir.
    Un abrazo 🌷

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  2. Gracias Themis así es el afán de cada día, qué empieza cuesta arriba y termina cuesta abajo. A esta edad alcanzar la casa cuando finaliza la jornada es un placer ganado con mucho trabajo. Un abrazo.

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  3. Hey, aquí estoy! ¿No me hablabas a mí? ¿En el primer párrafo? Clarito me vi allí, pero no, ya no, ya me corregí ☺️

    Iba a decir «como siempre» pero ya me arrepentí. Cada vez es única e irrepetible. Tu estilo sí, eso sí. Oye Themis pero eso ya no es una caminata, es toda una excursión… Los perritos me dan mucho dolor. Comprendo que al ir caminando se puedan volver una amenaza, pero no puedo ser indiferente a esos seres indefensos que nacieron y están allí, nomás, sin más, expuestos a todo. En fin, es otro tema.

    Gracias por enseñarme la palabra «Natucho», no la conocía.

    Celebro una vez más las fotografías, esas de las sombras están para colección, de verdad. Te mando mi abrazo más cariñoso y cafetero. 🌹🌹🌹🌹🌹

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    1. Hola Maty, tu siempre andas por ahí en la vuelta, acompañas en todos estas salidas, con ese cafecito mañanero que vuelve al despertar un acto sublime.
      Los perros no están abandonados aunque así parecen, son los que cuidan las casas que cada día se alejan más del centro del poblado, eso sí, se están volviendo un peligro sobre todo en determinados días en donde todos están alterados y cada día más salen de todas partes.
      Estoy tratando de ver que quiere decir Natucho, cuando sepa te lo cuento.
      Te mando un abrazo super grandote y un muy feliz fin de semana, Gracias

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  4. Hola, Themis, una buena caminata mañanera, andando en palabras más que en pasos… Los perros sueltos son «peligrosos» porque nunca sabes qué intenciones tienen, si son pacíficos o no. Las fotos al compás de las palabras buenísimas. Una productiva caminata, sin duda.

    Un abrazo. 🤗

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