EL MONTÍCULO EN EL DESIERTO
Íbamos rumbo a esa «Capilla Enterrada», que se encuentra en el desierto en el centro de México, a ver si encontrábamos a ese enigma que se aloja entre cerros y salinas, que no se conoce muy bien su historia, salvo lo que se ha trasmitido por tradición oral, eso que se cuenta, que uno y otro guardan de lo que los abuelitos de los abuelitos narraban.
Quería conocerla desde que había llegado a la región, sin embargo diferentes circunstancias habían ido dilatando el emprender el camino hasta ella, quería ver esas pinturas que se encontraban allí, esos dibujos que nadie sabía quién los había realizado, lo único que presumían era que su construcción venía de diferentes épocas.
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En ese camino de bajada, veíamos desde la lejanía un montículo con una cruz que se erguía muy orgulloso de ser el centro de ese espacio.
Llegamos a él, después de desviarnos un poquito del trayecto que teníamos que seguir.
Adelante teníamos esa escalera que nos iría llevando hasta la cima, en donde esa cruz tan característica de un calvario en el monte, nos aguardaba y también el poder otear ese horizonte de montañas.
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Con paso calmo fuimos haciéndolo, no había apuro, por estos terrenos las prisas mejor es no tenerlas, ni la ansiedad, ni el cansancio, ni el desasosiego, no son buenas compañías, solo encaminarse en el próximo paso que hay que dar, en mirar bien en donde se pisa, como en la vida, si miramos la meta, parece que nunca llegamos a ella, sin embargo, si nos concentramos en el paso que sigue, nos vamos dando cuenta como avanzamos y eso nos llena de emoción, de logro en vez de frustración. Un paso a la vez…
Un aire frío se sentía y al mismo tiempo el sol empezaba a bañar la piel que no estaba cubierta mientras subíamos, pues abajo al caminar por esas veredas, las mismas paredes de las montañas impedían que el Hermano Áureo llegara hasta el suelo.
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Abajo estaban las salinas, esas construcciones que vienen desde la época prehispánica, desde antes de llegar los españoles a la región, en donde descubrieron ese «oro blanco» como le llamaban, para poder explotarlo y mandarlo a sus tierras.
Claro, que no cambió mucho la forma de explotación con su llegada, los pobladores siguieron siendo utilizados como mano de obra barata, antes lo hacían los mexicas, ¿la diferencia?, sus tierras ya no eran sus tierras, sus tierras pasaron a ser de ellos, de los recién llegados, que sin ningún escrúpulo los obligaban.
Allá abajo estaban, allá abajo se encontraban, comenzaba lo que se conocen en la región como el paraje de : «Las Salinas Grandes», pues también están las chiquitas.
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En ese paisaje seco y árido, que guarda en sus esencias ese gran secreto que viene de tiempo inmemoriales cuando toda la región estaba sumergida en el océano y era ese puente que unía el Golfo de México, con el vasto Atlántico, y del otro el Pacífico.
Los primeros pobladores del lugar los ngiwas, «los dueños de las llanuras» o mal llamados popolocas, ofrecían ese producto bajo en sodio a los mexicas como tributo, de esa manera evitaban invasiones, guerras y que sin ningún problema los exterminaran, pues su suerte no empezó con la conquista sino que prosiguió con un nuevo y más abrupto formato de servidumbre.
Mirar desde arriba, desde ese calvario, el paisaje que abajo se extendía y esa cúpula celeste, que se apoderaba de las montañas en donde posarse, era un poema, el sentirse resguardado, cobijado por esa gran inmensidad, infinita y eterna.
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Todos los 3 de mayo se honra con una misa que se celebra, donde la cruz es el centro de todos los salineros que se reúnen en la ceremonia a ella.
Bajamos había que proseguir el camino antes que el sol abrasador se hiciera cargo del día, ese que nos estaba llevando no solo a cruzar esa extensión de grandes salinas, más de 15 que se encuentran juntas y aún se trabajan a la usanza prehispánica con algunas modificaciones, que se unieron en la colonia para cambiar el bloque de sal, formato para los mexicas, y llevarlo al grano como era más requerido por los conquistadores, sino al punto esperado, esa capilla ahí escondida.
Seguimos nuestro camino, vestigios de otra vieja edificación, hasta con su puerta, sus bisagras antiguas, antiquísimas realizadas artesanalmente, lugar de habitación o de bodega o ambos a la vez, ahí estaba a la vera de la vía.
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Una maravilla encontrarse con todos estas estampas que vienen de tiempos antiguos, que guardan grandes secretos en ellas, la historia casi inexplorada del lugar, a pesar de haber sido la cuna de muchos acontecimientos, como la domesticación de los alimentos básicos de la nutrición de los mexicanos. Eso sí, aquí nunca se construyeron grandes pirámides, ni una cultura para ser impuesta, sino todo lo contrario siempre se tuvieron un bajo perfil, como si no hubieran querido ser vistos.
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Serpenteando, serpenteando, con paso sin prisas con un ritmo constante, pues sus horas lleva llegar a ese destino mágico al que nos dirigíamos, allí adelante, cerquita, cerquitita y para el gran asombro, estaba ella, una salina para ser explorada, para ser recorrida, una y más, por todas partes nos rodeaban.
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– Ve por allá donde está el sol- señalan- por allá dando la vuelta está la Capilla.
Rumbo a ese sol que nos aguardaba dirigimos nuestros pasos, mientras descubría a mi alrededor una gran maravilla de colores tornasolados que dentro de grandes piletas reflejaban el paisaje que los rodeaba.
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Así con paso lento, contemplando ese alrededor que nos llevaba sin quererlo a otra época, a sentir que una apertura al túnel del tiempo se había abierto y nos permitía meternos por ella, entrar sin quererlo a otra dimensión.
CONTINUARÁ…
MÉXICO
DICIEMBRE 2024
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Querido amigo:
Un viaje lleno de misterio y belleza, donde la historia y el paisaje del desierto se entrelazan.
La caminata hacia la Capilla Enterrada nos invita a descubrir secretos antiguos mientras disfrutamos de la paz y el vasto horizonte.
Una experiencia única y profunda.
Las fotos que nos dejas son muy bonitas y nos hacemos una idea de lo maravilloso de esa experiencia.
Un abrazo 🌷
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ES muy hermoso salir a andar el desierto, meterte en el monte de cactus, andar entre ellos, vivir el silencio magestuoso, rodeado del cielo azul cerúleo y en las noches repleto de pequeños puntos luminosos.
Gracias por pasar por mi blog, abrazo grande
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Hola Themis, ¡qué paseos interesantes te avientas! Tus recuentos y tus fotos hacen que te acompañemos en tus aventuras. Saludos.
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La verdad que sí, Ana, no me puedo quejar, me gusta el hacerlo, el explorar el monte y todo lo que hay en él. En este lugar hay muchas cosas escondidas, que son muy interesantes y que te las vas encontrando mientras caminas por el bosque de cactus. Gracias, por acompañarme en estas aventuras, es muy lindo saberlos ahi. abrazo grande
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Hola Themis, estoy de acuerdo contigo, es como viajar a otra época, hacia una dimensión del pasado entre el espacio temporal del tiempo. Qué paisajes y fotos nos compartes tan bonitas. Es un auténtico placer viajar a través de ti por lugares tan bellos. Un abrazo grande
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Gracias Nuria, así es, otra época, donde los sentires prehispánicos se mezclan con los actuales que a su vez no son modernos, sino que siguen arraigados en el tiempo.
Otro que un viaje es atravesar este desierto, encontrando vestigios de muchas épocas, pues aquí también encuentras fósiles marinos, tepalcates, construcciones y vestigios de muy atrás.
Abrazo super grande
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Es realmente otra dimensión, como muy bien dices, Themis. Por lo que nos cuentas y las descripciones que narras, es un lugar único, muy interesante. Ya nos seguirás contando cómo es esa capilla misteriosa y los secretos que oculta en ese paisaje. Espero el próximo capitulo. Mi abrazo y feliz semana.
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Hola Julie, si ahora nos tocará adentrarnos en las salinas, y en el trabajo que se desarrolla en ellas, y el significado de la sal para la región y más para el lugar.
Todo aquí es misterio, desde los cactus que te hacen sentir en otro planeta.
Te mando un abrazo super grande y una muy hermosa semana. Gracias
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Hola, Themis, qué bonito lugar… Las pinturas son una maravilla. Raro que el sitio no esté «explotado» para turistas, por lo que veo de las fotos no parece que hay mucha gente, ¿no? Quizá por esa escalera y difícil acceso.
He intentado acceder a la primera parte y el enlace no funciona, me daba error, no sé si seré yo o es que de verdad no funciona el enlace, te lo comento para que lo tengas en cuenta.
Un abrazo. 🙂
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Hola Merche, es difícil que te encuentres con gente en el desierto, son lugares difíciles de llegar y tienes que andar mucho para hacerlo, el terreno no es fácil y muchas son brechas.
Es muy bueno que no haya turistas, esos terminan todo, a veces llegan pero son especiales, llevados por los guías que hay y que llevan grupos de interesados, generalmente son estudiosos o lugareños de la región.
Caminamos horas para encontrarnos con las primeras personas, trabajadores de una salina.
Te mando el enlace del otro capítulo a ver si lo puedes abrir.
Gracias Merche, abrazo bien grande
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