DE PASEO CON LA MUERTE POR EL CENTRO DE MÉXICO

Sigo con la muerte, todavía hay un largo camino que nos aguarda, pues fue tanto lo que apareció de ella en esta Ciudad de México, donde ese ritmo que se aborda y esa lejanía de los pueblos de orígenes, nos estuvieran con ello recordando que no nos olvidemos que este es nuestro destino o como si nos quisiéramos concientizar a la fuerza o rescatar las viejas creencias para entrar un poco en la serenidad frente a este mundo que se cae a pedazos y que solo nos promete, muertes, guerras, violencia, drogas, así sean creadas por las farmacéuticas, para evadir esta realidad que no se puede resistir, disputas por el poder, por mostrar quien es más, quien maneja la fuerza, virus, pandemias, donde para muchos no tienen nada que perder y eso los lleva, junto al odio que sienten a hacer cualquier cosa, atentar hasta contra los suyos.

La amenaza de drones que manejados desde lejos pueden llegar y estallar en cualquier momento, como ya lo están haciendo en muchas partes del mundo, pues no quieren soltar a la sartén que tienen agarrada pues su teatrito de un mundo libre se les desmoronaría y lo que es más la tan valiosa «economía».

También que a un «loco» se le ocurrió que en vez de limpiar su casa y controlar a los suyos, educarlos y frenarlos en un consumo de esas substancias tan dañinas, es mejor exterminar a aquellos que las producen sin importar a quien se lleve entre las patas, total, es solo un daño colateral, a quién importa, somos tantos en este mundo que uno más o uno menos, da lo mismo, claro que esa es en parte la excusa, pues en realidad hay otros intereses detrás, más allá si quién arma el caos y trae el desequilibrio es quien dice buscar la paz y no se diga de aquellos que están todavía resentidos por haber perdido en la contienda que están pidiendo desde dentro que esto se haga realidad.

Ni modo, el mal está en ascenso, más cuando los que vivieron un genocidio ahora se identifican con sus agresores y se vuelven uno de los mismos.

Eso sí, como dice un proverbio africano y que hay que tenerlo en cuenta:

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede
cambiar el mundo”.

Probemos cada quién desde donde está.

Vamos por un camino incierto, manejemos la certeza que la «Señora de Negro» nos enseña y despertemos.

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Aquí se veía que todos jugábamos con ella, de diferentes maneras, eso sí, había gran ilusión en muchas caras, de poder mostrar lo que habían logrado y el orgullo que sentían cuando se les reconocía.

Entré en la calle Maderos, esa peatonal que desemboca en Bellas Artes, pues para allí me dirigían mis pasos.

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Por todos lados pasaban niñas, mujeres, con sus diademas de día de muertos, tan usadas en estos momentos como el adornarse la cara con pintura facial emulando la calavera, sobre todo a La Catrina.

La calle estaba vestida para el encuentro, las fachadas adornadas con ese detalle de color vivo, vibrante como es el amarillo de estos tiempos.

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Los arcos en diferentes tiendas competían, difícil elegir cuál era el más bello, ya que cada uno tenía esa pincelada especial que lo hacía único, que llamaba la atención, que no se podía dejar de detenerse a observarlos..

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Los escaparates adornados, aunque fuera con unos pocos elementos, tan estéticamente ordenados que con toda claridad manifestaban el momento.

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El organillero, vestido de muerte, toque que toque dándole la música que no podía faltar, para resaltar a ese México que se preparaba para la celebración.

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Y ahí a su lado Pancho Villa en esa representación que quedó plasmada en esta estatua que le crearon de ese momento en que subió una escalera para quitar el nombre de la calle que se llamaba Plateros y ponerle el nombre de Francisco I. Madero.

Parecía que gozara, que se reía con su sombrero en la mano, haciendo una «travesura» más como las que solía y advirtiendo que fusilaría a cualquiera que se atreviera a cambiar el nombre en honor a ese gran revolucionario. Se unía a la fiesta de aceptación.

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Seguí mis pasos, todo vestía para la gala que se avecinaba, el regocijo, la gente estaba contenta, así se le sentía, también la contaminación había cedido y con ello había más energía para recorrer, visitar, todo lo que por ahí había.

Parecía que todos le habían entregado el alma a la muerte y con ello le hubiera entrado la calma, el volcarse a disfrutar el instante.

De repente, sin esperarlo me encontré con dos calacas que rompían en una parte con todo lo demás expuesto, estas estaban vestidas a la usanza modernas, como maniquíes de la tienda.

Me detuve a mirarlas, sin lugar a dudas eran muy distintas a todo lo que había visto hasta el momento, me acerqué, como buena fizgona husmeé hacia adentro y vi que había una ofrenda.

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Dos jóvenes estaban parados platicando, esperando que alguien entrara, otro arreglando un exhibidor, les pregunté si podía sacar fotos y me respondieron con una gran sonrisa, pues les comenté que me había llamado la atención la ofrenda pues sin lugar a dudas, era distinta.

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Me dijeron que lo hiciera y ahí entré y me encontré adentro, con unos alebrijes modernos, que custodiaban el paso hacia ese altar que se veía más al fondo.

Eran los Pumas Alebrijes, que explicaban que ellos son representaciones de animales fantásticos o reales, sus colores simbolizan diferentes emociones,  son los encargados de llevar las almas de los difuntos a la tierra de los muertos.

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«Nuestros pumas alebrijes, Xochi Quetzal representan, el amor, la alegría y felicidad que sentimos de  tenerlos a ustedes en nuestra tienda.»

«Bienvenidos»

Detrás estaba la ofrenda y esas palabras que decían:

«México por siempre»

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Les agradecí, más sonrisas me regalaron, se les sentía felices, no parecían que estuvieran fingiendo sino todo lo contrario que les había dado mucho gusto el reconocimiento.

Seguí mi camino, hasta llegar a otra gran ofrenda, que en la próxima les cuento, ésta también, en una parte rompía con lo tradicional, pero eso lo dejo para otro día.

En ella los espejos nos….

CONTINUARÁ…

MÉXICO

OCTUBRE 2024

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BLOGGERNET

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ENTRE ALTARES LA MUERTE SE RECUERDA Y SE FESTEJA

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ENTRE ALEBRIJES Y CALACAS

¡¡¡¡¡¡¡¡ALEBRIJES, ALEBRIJES!!!!!!!

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