«LA LIBERADORA» QUE SE ACERCA

-¡Ayyyyyy!- dice alguien- mientras mira tantas calacas- que cosa tan tétricas y verlas así de grandes impresionan- un suspiro muy profundo y otro- ¡Ayyyyyyy! -y sin darse cuenta ella parece La Llorona, solo le falta agregar «….mis hijooooossssssss».

Aunque al segundo no pudo aguantar, algo dentro había sucedido, largo la carcajada y se dispuso a entrar a ese mundo que se le abría, a compartir el momento trágico o no, eso depende de siempre de nuestra concepción.

Ahí andaba en la Avenida Reforma en la Ciudad de México entre cantidades de personas que pululaban por todos lados, estaba viendo los alebrijes, esos híbridos de animales y seres fantásticos, cuando del otro lado de la calle se observaba una pared muy pero muy amarilla, indiscutiblemente el color que nos dice y nos acerca a este festejo del Día de Muertos.

*

*

En el centro de la calle se veía también ese color ambarino parte del «Festival de las Flores de Cempasúchil «que se extendía, dándole el lugar especial que desde época prehispánica tiene, nada más y nada menos que guiar a los que llegan a visitar a los suyos desde el otro lado del portal, no solo por su tonalidad sino por su aroma penetrante también.

*

*

Sin titubear mucho, crucé y me fui acercando y me encontré en el Hotel Marquis que había adornado su fachada en homenaje al «Cine de Oro en México y Estados Unidos».

Me quedé un poco observando el comportamiento de los que estaban alrededor, sus risas, muchas de ellas medias histéricas, hablando en voz alta en diferentes idiomas, como sorprendidos,  su gestos, su asombro, ese encuentro con ese mundo que en cierta forma no entendían que existiera, esa celebración tan alocada, la Muerte, «La Huesuda», en calacas gigantes de cartonería representando a diferentes artistas, ahí estaban.

*

*

Todos muy alegres, tanto los vivos como los muertos, como si no hubiera división, como si todos fuéramos parte de lo mismo, unos antes otros después sin embargo, todos vamos camino al mismo lado, bueno, un decir, pues para los mexicas dependía el lugar a donde íbamos de la edad en que moríamos, los bebés tenían un árbol gigante nodriza que los guarecía y podían mamar de sus hojas todo el día y también la forma de morir tenía su importancia, los ahogados por ejemplo, se iban con Tlaloc, el Dios de la Lluvia y del Agua, a su paraíso.

*

*

Más allá que se habla del Mictlán pero no todos a él llegan, se van separando de acuerdo a muchos aspectos, también es importante decir que las ánimas se podían quedar vagando o perdidas, por ejemplo en las orilla del río Apanohuacalhuia que tenían que cruzar, pues era la frontera entre una y otra condición, eso sí solo lo podían atravesar acompañados de un perro un xoloitzcuintle, perro mexicano por excelencia, pues no era ni blanco ni negro, sino pardo como tenía que ser.

*

*

Ese perro se encargaba de olfatear a las ánimas y sentía si era digna o no de seguir el camino al descenso, dependiendo si había maltratado a algún perro en su vida, si así lo hubiera hecho no lo acompañaban y ahí quedaba obligado a dar vueltas y sin poder entrar a la otra dimensión.

Pero esto es una historia bien larga que tal vez en otro momento les contaré, para ir teniendo elementos para ubicarnos en este pasaje e ir preparándonos para cuando él llegue, ya que de eso se trata, de aceptar a » La Igualadora», no solo la nuestra sino la de todos los que nos rodean.

En la «Gaceta UNAM» leí que:

 “Nuestros abuelos contaban que la muerte significa alegría, trascendencia y regresar al lugar de origen: el cuerpo se desintegra, pero el espíritu vive por toda la eternidad”

¡Vaya jolgorio! de instante, sacándose muchas fotos, muy feliz de encontrar dos alas, lo que está muy de moda, pues por todos lados hay, para que se pueda posar como si uno las tuviera y haciendo el gesto que se le ocurra en el momento. Solo se trata de jugar, jugar que es lo único que nos humaniza y que en gran parte lo hemos perdido por eso muchas veces somos ¡tan amargados! y despiadados.

*

*

Ahí estuve un buen rato, hasta que decidí seguir mi camino, era hora de regresar, mientras lo hacía iba viendo todo lo que me topaba que con «La Comadre» y su celebración se tratara.

Muchos cargando las flores de cempaxúchitl, ya fuera en ramo o en planta, la ciudad vestía detalles amarillos-anaranjados por todos lados y a su paso perfumaban con ese aroma envolvente que embriaga, con un dulzor especial que va dejando la huella para subir la nariz y aspirarla.

*

*

De repente me encontré frente a un restaurant donde estaba adornado con el mariachi tocando la trompeta y «La Calavera Garbancera», los dos acompañados por el que no puede faltar: el perro, ese que los ayudó a cruzar ese río imprescindible para que se inicie el camino a descarnarse y cuando ello suceda llegar a ese espacio tan anhelado donde el descanso eterno nos aguarda y nos libera de toda carga.

*

*

Con una gran sonrisa pues la verdad, el ambiente de festejo, de asombro, de desconcierto, de extrañeza, hasta con una pizca de miedo, como si fuera un aderezo, el estar metido en un mundo en donde los mortales se iban uniendo para llegar al regocijo y celebrar con ello este momento donde la muerte es la principal protagonista y que la risa naciera sin ningún impedimento, así como en la parte íntima en la ofrenda, esperar con el corazón abierto, a los nuestros que llegan.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

OCTUBRE 2024

***

¡¡¡ALEBRIJES!!!, ¡¡¡ALEBRIJES!!!

LA MUERTE Y EL AMARILLO

LA MUERTE Y LOS ENCUENTROS

DÍA DE MUERTOS EN MÉXICO

TE INVITO A QUE VISITES EL BLOG

puedes encontrar otras entradas que te pueden interesar.

GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

Comenta y comparte…GRACIAS