ENCUENTRO EN BELLAS ARTES

Salí de mi cita, feliz y contenta, todo iba bien, de nuevo tenía que sumergirme en el metro, ahora me tocaba ir camino a Bellas Artes, pues allí me aguardaban.

La estación super vacía, un gusto subirse y encontrar asiento eran algunas paradas, había que transbordar en Pino Suarez para llegar, un poquito nada más y ¡al fin!, parecía que la meta estaba ahí cerca, a unos pasos de distancia. Eso sí, el subir y bajar escaleras ya es inherente a cualquier recorrido que se haga en este sistema y los pasillos largos, bien largos que parecen nunca acabar.

Quién sabe los motivos de la decisión que tomé al bajar, más allá que dentro mío sentía que algo me volcaba a tomar uno de esos túneles, de los no acostumbrados, por el contrario, estaba como obscuro y nadie lo seguía en ese momento, me zambullí en él como buceador explorando el entorno y ¡oh!, maravilla encontré frente a mis ojos, una escenografía que absorbía la mirada y llevaba al asombro a actuar de una manera exagerada, como teatralizada, sin embargo, era la emoción que había acaparado todo el semblante y hasta las orejas parecían que danzaban de algarabía y ni se diga como revoloteaba el adentro del contento.

Me encantó lo que mis ojos miraban sillas, sillas y más sillas de colores sobresalían en un fondo blanco y negro geométrico, parecían que flotaban o por momentos que estaban asentadas en un piso que si se lo observaba fijamente se movía.

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¡Qué locura!, Vida mía, estos es lo que guardabas, la cereza en el recorrido artístico, donde un mundo de miles de posibilidades se presentaba, la Lucha Libre y sus murales, los Vitrales en San Lázaro y ahora esto, total y absolutamente insospechado, lo que es más ni siquiera sabía que existía.

Iba caminando despacio, despacito, absorbiendo todo ese mundo mágico de forma y color, ese delirio al cual me había trasladado, como demente que se ríe de su propias fantasías materializadas, comencé a hacerlo detenida, admirando las sillas y esa creación media simbólica que las sostenía.

No había nadie, estaba sola en él, me sentía libre, más allá que ya había perdido toda compostura con este nuevo tropiezo, un chavo cargando una mochila, pasó a mi lado y me dirigió una mirada y una sonrisa.

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Foto mía

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¡Vaya locura de día!, ¡vaya caminos de encuentros!, lo seguí, había que bajar la escalera.

Una pared con un motivo geométrico repetido, con colores más tenues contrastaba con esa visión de las sillas.

Hermoso de admirarse, de ir bajando y tenerlo a un lado.

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Lamenté mucho no poder tomar fotos, mi pequeña y ancianita cámara no da de sí para estas cuevas subterráneas, por otro lado me sentí suelta, dispensada de esa tarea, recorrer los pasillos solo admirando, donde juegos diferentes se presentaban.

Solo una logró salvarse aunque movida ahí queda pues inmortaliza un instante.

Unos sombríos, que sugerían movimiento que con la poca luz se resaltaban.

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No recorrí a todos ellos, algún día si aún sigue tal vez, me aboque a hacerlo, pues era un descubrimiento asombroso, surrealista, con un arte con un sentido muy especial, que no se detenía en nada y llegaba a todo, líneas, colores, símbolos…..

Cual niño deslumbrado me fui metiendo por un lado y nacían las luces y motivos más realísticos.

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Por el otro y de ahí el contraste de tonalidades fuertes, bien de esas de: «tállate los ojos».

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Salí a un espacio donde unas aberturas estaban, donde incluían el nombre de la estación BELLAS ARTES, surgían, muy estructuradas.

Un momento de sosiego, frente a esta «hongueada» de matices que estallaban, aquí el blanco y el negro nuevamente hacia ese efecto de centrarnos de llevarnos a un mundo más realista, más de cimiento, más de mente humana racional.

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Eso sí, sugería el detalle de color que empezaba a replicarse en estrellas que llenaban todo el espacio, en las paredes, en el piso, mientras que nos subían al cielo, a la luz natural, a salir fuera de esas cavernas vueltas arte.

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La «Galería Metro», así se llama a estos espacios que van desde lo figurativo a lo ecléctico, de lo electrónico al pincel, mostrando una gran gama de manifestaciones, se pensó para homenajear a este medio de transporte que cumple 50 años y a todos sus usuarios que por millones lo recorren todos los días.

Con ello van expandiendo al arte, que no solo se encontrará en  los museos y las exposiciones donde solo una elite concurre a visitarlo, va ganando espacios donde el pueblo usuario puede admirarlo, sensibilizarse con él, con ello tener una nueva experiencia, que lo sorprende, le abre nuevos canales de asimilación de conocimiento, de poderse compenetrar con otra forma de ver al mundo y sobre todo mostrarle que esos pasillos interminables, no están muertos, en ellos se encuentra la vida que el artista deja plasmada y con ello la belleza.

Me gustó leer una frase que dice algo así como, que el arte viajará a pie en el Metro de la ciudad.

Esta exposición «Original Múltiple» la realizó Pedro Friedeberg, artista y diseñador mexicano de origen italiano, conocido por su trabajo surrealista.

Una de sus obras más conocidas es la «Mano Silla», que representa una escultura de la palma de la mano donde te puedes sentar y los dedos como reposabrazos y el respaldo.

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Foto tomada de internet

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Con una gran sonrisa, con un sentir revolucionado por todo ese embeleso por el que la Vida me había llevado, asomé de ese mundo subterráneo,  a ese otro mundo enloquecido, la ciudad quien sabe por qué motivo estaba paralizada, cerrada, fui caminando a la escalinata del Palacio de Bellas Artes donde supuestamente me esperaban.

Me senté en ellas, donde había un insignificante pedacito de sombra, mientras miraba todo lo que pasaba alrededor.

Llegó una madre con su hija:

-Nos permite sentarnos junto a usted

-Sí, acomódense

Allí estábamos muy plácidamente instaladas, compartiendo sombra, platicando de lo que pasaba, de esa locura que los ojos veían, de los claxones que sonaban, de las calles que se iban quedando vacías, y muchas personas pululaban, iban y venían sin entender que era lo que sucedía,  cuando se nos acercó uno de los porteros del lugar y dice:

-¡Párense, por favor!, no pueden estar sentadas allí

Nos paramos en un ¡TRIS! y se dirige a mí

-Usted no, ellas, usted no se ve la tapa la columna

El surrealismo se presentó y las tres al mismo tiempo nos empezamos a reír.

¡Vaya chifladura!, que por lo menos nos regaló endorfinas.

MÉXICO

JULIO 2024

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Agradezco fotos tomadas de internet

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