AL ENCUENTRO CON LOS PRISMAS BASÁLTICOS: EL ASCENSO (2)

EL DÍA DESPUNTABA

Comenzó el ascenso, las piedras boludas abundaban por todas partes, de repente se desprendían, estaban muchas de ellas a flor de la tierra, me habían advertido, que mirara muy bien por donde pisaba, porque son engañosas, parecen estar aferradas al suelo y el menor movimiento las desprende y al ser redondas hacen rodar a cualquiera, hasta al más experto, parecería que su juego es hacer que el equilibrio se pierda.

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También hay que ver que esto es desierto y no tiene miramientos, es descarnado en sus enseñanzas y en advertirte que no seas ingenuamente confiado, ni hagas alarde de experiencia pues en cualquier instante te muestra lo equivocado que estabas.

No se podía dejar de prestar atención, dejarse ir por el paisaje que rodeaba, ya que cualquier distracción por ínfima que fuera podía tener consecuencias dramáticas.

Mejor era detenerse unos momentos y en esa firmeza de agarrarse a la superficie como si de las plantas de los pies salieran ganchos que se incrustaban, meterse dentro de ese hechizo que la naturaleza mostraba.

El sol manifestaba sus primeros rayos que con un amarillo tímido asomaban entre las nubes que espesas tapaban su nacimiento.

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De repente un aroma inconfundible, fresco, que regalaba a los aires esa, «la alegría de la montaña», como le llamaban los griegos,  que infunde energías, frena la fatiga y fortifica el sistema inmune entre algunos de los atributos que tiene: el orégano. Sentir de cerca su fragancia, reconocerlo, para ver si es el verdadero o el que muchas veces lo acompaña uno similar pero falso, se podría decir. Es del bueno, al regreso si el tiempo lo permite hacer una pequeña cosecha, sería excelente.

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La marcha sigue, recién estamos en los inicios, cada vez el camino se empina más, más allá ya no hay vuelta atrás.

Los cactus resplandecían, habían engordado, aprovechaban estos momentos benditos para guardar toda la mayor cantidad de agua que pudieran, estaban bañados, acicalados, luciendo sus mejores galas después de toda la resistencia mostrada con la seca.

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El verde relucía, a medida que se iba subiendo cada vez más abría imágenes casi de cuento, como si hubiera pasado el hada de los sueños y con su varita logró el hechizo de que todo renaciera.

Los pájaros contentos cantaban, iban para un lado y para otro, festejaban a ese nuevo día y a la vida que seguía, que ya no estaba guardada.

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Abrían el sendero arcos formados por flores de diferentes colores, que a cada tanto se aparecían para robustecer aún más la entrada a ese mundo de fantasías, regalos de la vida que se exponía que puede llevarnos a ver milagros, un desierto que bullía con su energía restablecida, que revelaba los tesoros escondidos, nutridos mientras se aguardaba el día para mostrarlos a aquellos que se atrevían a salir a encontrarlos.

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El aire límpido impregnaba los pulmones, un sentir de plenitud y contento, restablecía el equilibrio interno.

De repente una florecilla de tonos morado que son a la vez delicados y cautivadores se presenta delante.

-Estos tonos son muy difíciles de encontrar en la naturaleza, es uno de los colores menos comunes en ella- nos señala Aby, fascinada con ese mundo de florecillas silvestres que nos rodea, con ello imprime aún más elementos a  ese encantamiento que yace escondido en esta zona.

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Ese color que evoca el misterio y ambigüedad, que se  asocia con lo recóndito, lo aventurero, unido en muchas culturas a la espiritualidad, a la búsqueda del enigma y el significado de la vida, que se dice que nos conecta con lo trascendental, estas pequeñas flores rústicas, salvajes, están vestidas con él y lo lucen con tierna inocencia.

No se detienen los marcos de flores y de verde, al igual que las piedras boludas, que no dejan de estar presentes, mostrando tal vez, que en esta vida hay que estar enfocados, sin perderse en los deleites, pues detrás o adelante de ellos aguardan sorpresas que para el descuidado pueden llegar a ser no placenteras. 

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Sin detenimiento se seguía en el ascenso el ritmo cada vez se aceleraba más, aun no habíamos llegado ni a la mitad del recorrido, allá a lo lejos dejábamos al pueblo, muy abajo se veía y se perdía, al igual que el cauce de ese río seco.

Era hora de hacer un alto, descansar unos momentos, restablecer energías, mirar a lo lejos, disfrutar todo ese paisaje, sentir la atmósfera, vibrar con ella, acoplarse, irse fundiendo cada vez más en sus entrañas, con esa naturaleza agreste que a cada paso nos iba mostrando más sus inicios, sus primeros momentos, cuando surgió de ese océano que la cubría, para que en ella la vida salida del agua surgiera.

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Beber agua también, hidratarnos, pues es esencial el hacerlo, platicar un ratito, dejar a la atención enfocada que descansara, que pudiera perderse unos momentos, más allá sin olvidarse en donde se estaba sentada, que había también que cuidarse de la fauna no grata que habita el entorno.

Hasta que el recreo se terminó había que seguir el viaje, un terreno aún más fecundo nos aguardaba delante, el verde y los árboles tupidos, no dejaban duda, que una gran sorpresa estaba escondida detrás de todo ello.

Así con paso decidido nos metimos en una especie de jungla que se abría delante de nuestros ojos maravillados.

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La magia silenciosa se hacía cargo de llevarnos y ……..

CONTINUARÁ…

JULIO 2024

MÉXICO

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6 comentarios en “AL ENCUENTRO CON LOS PRISMAS BASÁLTICOS: EL ASCENSO (2)

  1. Hola, Themis, menos mal que las piedras boludas te dejaron transitar, para después contarnos la historia y enseñarnos las imágenes. Qué verdes se ven los cactus por el almacenamiento de agua, como dices, me recuerdan a dos amantes reconciliándose después de una pelea (por están los pinchos fuera, jeje).

    Esperando la siguiente parte.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Jajajajajajjaaj, Merche, gran imaginación, pero sin lugar a dudas hay una reconciliación, son bellos, como se vuelven a poner derechos, luego de haberse ido encorvando, pues el año anterior tampoco había habido mucha lluvia, unas gotas nada más. Ahora al ratito en esta historia verás como las piedras cambian. Abrazo grande y gracias

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