LA DESPEDIDA: «O SOLE MÍO»

EL DESBORDE DE SENSACIONES

Era primero de mayo, la ciudad estaba un poco convulsionada con el desfile de los trabajadores, así que no era buen momento para moverse muy lejos.

Al otro día ya me regresaba, había terminado todo lo que tenía que hacer, ya no tenía sentido el quedarme. Quería salir a dar la vuelta.

Me apronté, ya iba de salida bajando las escaleras, cuando algo dentro mío se inquieta y me dice: «Lleva tu teléfono», se me hace extraño, pues nunca cargo con él, salvo en casos extraordinarios donde lo vaya a necesitar para comunicarme con alguien por algún motivo, si no, ahí queda, no me gusta por un lado ser esclava de un aparatito y por otro, que a mis años se puede ser presa fácil de los oportunistas, que en un arrebato no solo se lo lleven, que eso no es el problema sino que me dejen maltrecha.

Subí y lo tomé, por algo era la advertencia, uno nunca sabe, así que de salida nada más le puse un poco de crédito pues generalmente no tiene.

Ya afuera, enfilé para el Parque México, quería volver a estar en el audiorama, disfrutar un poco más de los árboles, del verde, antes de mi regreso al desierto.

La calle estaba hermosa, las luces del sol colándose entre los árboles le daban un toque de estar dentro de una escenografía, el movimiento, el mundo contento disfrutando de un día extra y bien merecido de asueto.

En eso andaba mirando todo, embelesada, contenta, cuando frente a mí aparece un restaurant «La Nonna», la abuela en italiano, llama a mi atención, me detengo un instante a observarlo, pues  venía una bicicleta por el centro del camellón, algo muy común en días libres.

*

*

En mi cabeza me queda resonando ese lugar italiano, me lleva atrás, bien atrás, a mi infancia, como andaba desde que llegué a la ciudad en la recapitulación no dije nada, se estaban uniendo momentos pasados a los actuales, viajaba en el tiempo y entre extremos de la América, lo vivido se fusionaba.

Seguí mis pasos, llegué al Parque pasé por la fuente, me detuve unos momentos a mirarla, no lanzaba agua por esos dos cántaros, la escasez que de ella había en toda la ciudad y me encaminé al audiorama, con esa esperanza a flor de piel de encontrar uno de esos asientos flotantes como úteros para que me acobijara.

*

*

El Parque estaba hermoso, algunos aprovechaban para jugar en una de las mesas que para eso están, otra a leer, eso sí, todos respirabamos entre árboles.

*

*

El teléfono sonó, era una amiga que me quería ver antes que me fuera, quedamos de encontrarnos.

-En una hora en la fuente del Parque México.

Ahí entendí lo del teléfono, para eso lo tenía que llevar, me iban a llamar y ahí mismo me pregunté, ¿qué andará tramando la vida?, pues este «secretario» que se lleva dentro, no se reporta, si no hay algo atrás que lo justifique.

Llegué al audiorama y ahí me esperaba vacía una de las sillas colgantes, sin música, no había servicio de ella. Estaba lleno, sin embargo, me cobijé en mi misma, en mi libreta, en el encanto de estar rodeada por el fresco del verde, y así como sin que se percibiera al tiempo, que pasaba sin detenimiento, volvió a sonar el teléfono. Ya había llegado.

*

*

Fui a su encuentro. Después de un cálido abrazo rumbeamos en busca de un cafecito que en las inmediaciones está lleno de ellos, todos rebozaban de parroquianos, ni una mesa libre, cuando de repente en una de las esquinas, una se vacía en el preciso momento que pasábamos, era para nosotras, sin lugar a dudas, la vida que confabula o el universo como dicen otros, que se encarga de crear la escena y con ellas proponerte viajes a otras esferas .

La ocupamos y como dos buenas féminas que hace siglos no se ven, comenzamos con nuestros cuentos y poniéndonos al día, chismeando como quien dice de todo lo acaecido en estos largos años.

De repente, mientras saboreábamos un delicioso café, comienza una melodía que la traían dos jóvenes tenores, que despertó a mis entrañas, las hizo estremecer, un estado de alerta de una profunda conexión emocional surgía de muy adentro, la adrenalina comenzó a circular por mi piel, esa reacción involuntaria, el hormigueo la recorría sin detención, mientras mi boca se abría, mis ojos se nublaban y la escena se volvía como una nube que me llevaba hacia atrás, a aquellos momentos donde un goce mayor estaba presente.

Esas voces que no tenían que envidiar nada a los grandes cantantes fueron moldeando en un italiano perfecto las frases…

«Che bella cosa e’ na jurnata’e’sole

n’aria serena doppo na tempesta

pe’ll’aria fresca pare gia’ na festa

che bella cosa na jurnata’e sole.»

«Qué bella cosa es un día soleado,

el aire está sereno después de la tormenta

Por el aire fresco parece una fiesta…

Qué bella cosa es un día soleado»

Mi piel se comenzó a poner chinita, la emoción nació de mis cimientos, de mis raíces, debajo de mis pies y empezó a crecer dentro mío, iba tomando todo mi cuerpo, llegó a mi corazón se detuvo en él, me llevó a esos momentos en donde sentía la conmoción que causaba esta canción al entorno familiar, al que tenía que ver con mi padre, con esa descendencia italiana, con ese abuelo Federico que había legado el amor por la bella música y «O sole mío» la representaba pues era esa nostalgia que lo llevaba a su tierra, esa que tuvo que abandonar por otras circunstancias, el exilio también, la migración.

La sonrisa melancólica y en cierta forma penetrante, se iba haciendo cargo de la expresión de esa cara que como niña escuchaba y no daba crédito que la llevaran a esos momentos amados, donde corretear entre todos esos adultos, detenerse junto a ellos, mirarlos con unos ojos grandes, mientras la tía ejecutaba en su acordeón la música  y vibrar con ese canto que los unía, que los llevaba a ese sentir de un padre que muy joven los había abandonado en ese viaje definitivo que un día se quiera o no se quiera hay que emprender, pero a través de la «mamma» les había legado ese amor por la música y por sus montañas, en ese Nápoles que había dejado atrás, lanzado a las aguas y a cruzar el océano en busca de una libertad añorada.

*

*

Todo se detuvo, como si solo el sol alumbrara, ver a la abuela que allí aparecía, un ser que jugó un papel muy extraño en mi vida, sin embargo con sus pizzas y ese abuelo al que se negaba a olvidar y que me llevó a amarlo a desear el haberlo conocido, esa abuela, que la recuerdo con su malhumor, con gestos muchas veces despectivos, magullando palabras inentendibles cuando no era ella quién mandaba o que no estaba de acuerdo, que la última vez que la vi, cuando después de nueve años de no regresar al país fui a visitarla, donde se encontraban mis tías, sus hijas. Ella no estaba, siempre andaba en la calle o en la cocina.

Estaba platicando en la sala de la casa, la puerta se abre y ella entra, muy derecha, con su bastón en la mano y se encamina sin detenimiento a la cocina. Con más de 100 años, había salido por algo que necesitaba, acompañada de su nieta, al verme pasó de largo sin saludarme, diciendo algo inentendible, me paré.

-Abuela, abuela

La escucho preguntar:

-¿Quién es ese muchachito que está en la sala?, ¿qué hace aquí?- su visión en un ojo no era buena y siempre andaba con lentes obscuros, la había perdido limpiando pescado en su adolescencia.

Mi tía le respondió quién era y enseguida se dio vuelta y caminó hacia mí, diciendo mi nombre.

-Estás aquí- y nos fundimos en un abrazo como nunca nos habíamos dado. Fue la última vez que la vi……

MÉXICO

MAYO 2024

***

LETRA DE LA CANCIÓN «O SOLE MÍO»

Escrita por el poeta Giovanni Capurro y musicalizada por Eduardo Di Capua

«Es una oda al amor y a la belleza de la vida», es Nápoles en su naturaleza presentada con muy pocas palabras y una música que envuelve, mientras juega con la luz del sol y la del amor y la melancolía que se hace cargo cuando llega la noche y la amada no está cerca.

Fue escrita en 1898, cuando Eduardo que estaba en una gira por Ucrania con su padre también compositor, entró en una gran nostalgia por su tierra que había dejado atrás y se sentó en el piano e inspirado por un poema que le había dado su amigo Giovanni antes de su partida, dedicado a una bella dama de la aristocracia italiana, Ninna Arcoleo, comenzó a darle nacimiento a esta música que quedaría con el tiempo como símbolo de Italia y cantada por todos los que migraban.

De regreso del viaje, juntos los amigos deciden inscribirla en el concurso más importante de aquella época, organizado por una radio, quedaron en segundo lugar y recibieron un premio de 25 liras y la emisora se quedó con los derechos de autor de su obra.

Los dos mueren jóvenes y en la miseria, durante la Primera Guerra Mundial.

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LOS CAMINOS DE LA VIDA

RAYANDO EL SOL

REMEMORANDO UNA CANCIÓN: LUNA TUCUMANA

LA CASA DE SAN JAMÁS

NO, NO ME ARREPIENTO DE NADA: EDITH PIAF

LA DANZA DE ZORBA EL GRIEGO

«GOTAS DE LLUVIA CAEN SOBRE MI CABEZA»

CIUDAD DE MÉXICO: EL MERCADO DE SONORA

CIUDAD DE MÉXICO: EL JARDÍN DEL FONDO

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6 comentarios en “LA DESPEDIDA: «O SOLE MÍO»

  1. Hola, Themis.
    Ha sido muy emotivo este paseo de hoy. Es una canción preciosa, la escucho de vez en cuando y siempre me da alegría. En tu caso va asociada a bonitos recuerdos y eso la convierte en más valiosa.
    Me alegra que disfrutaras de un momento así, tan mágico.
    Abrazo para ti

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    1. Hola Eva, siempre es un gusto que des una vuelta y saber de tí.
      Sí así fue, un instante inesperado y que resonó mucho, en sí todo este viaje a la Ciudad, donde la vida se presentó para ser recapitulada,. irse integrando, perder los lastres. limpiarla y soltar. Gracias, abrazo bien grande

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  2. ¡De nuevo mi parque Themis, mi parque! Ha cambiado mucho, hay más verdor. De niña con mis primos y hermanos miraba siempre aquella estatua cuando nos llevaban a jugar por allí. No estaban las mesitas ni las sillas. Ya de mayor un día me asaltaron. Salí ilesa, pero el susto duró y creo que por eso no he vuelto a ir. A ver si olvido aquello y pienso que ya nunca más sucederá, me dijeron en aquel entonces que había una banda que tomaba por sorpresa a aquellos que no íbamos seguido. Tu narración es más que entrañable.

    Qué bueno que llevabas el teléfono, yo prefiero verlo como un poderoso aliado en vez de pensar que soy su esclava. Claro, dándole su lugar. Te voy a dejar mi WhatsApp por si algún día regresas y te animas a usarlo, es 55 31 32 65 45.

    La historia de la canción no la conocía, gracias por ella. Te mando un gigante abrazo con ese cafecito exquisito cada vez más aromático, tan acordé al momento. ☺️☺️☺️☺️☺️

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    1. Hola Maty, si incluso estando viviendo por aquellos rumbos por los años 80 ya se había puesto difícil ese parque, había que ir con mucho cuidado y muy atento.
      Ahora hay mucha gente sobre todo por todos los espacios que hay hecho, para perros, el audiorama, las mesas.
      Gracias por mandarme tu teléfono, cuando regrese a Ciudad de México te llamo, una cosa que sucede conmigo es que uso el WhatsApp Web.

      Una historia por un lado muy triste, ya que murieron muy pobres después de haber creado esa canción, icónica de Italia. Te mando un abrazo bien bien fuerte. Gracias

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  3. Hola, Themis, menos mal que te llevaste el teléfono… Sí, tienes razón, somos esclavos de ellos. Y qué bien que te sentaras, por fin, en un sillón de esos colgados, qué bien de verdad.

    Me ha gustado también la historia de la canción, no la conocía.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Me guío mucho por la intuición y las señales, y cuando algo desascostumbrado aparece, enseguida hago caso, algo me quiere decir, pues la mente intuitiva puede captar vibraciones desde antes que sucedan.
      Una delicia el sillón, columpiarse un poquito en él. Gracias Merche, abrazo grande

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