LA LLUVIA Y EL PAPEL
Ya estaba aquí el ansiado día, ese que esperaba desde hacía más de siete meses, en muchos momentos desistiendo a esa ilusión de que algún día llegaría, me sentía por momentos como «El coronel no tiene quien le escriba», esa novela corta escrita por García Márquez, ese escritor colombiano muy famoso por su otro libro «Cien años de soledad», que según él había escrito para que todos se volcaran a leer el anterior que era, según su criterio, lo mejor que había salido de adentro de su ser.
Él, el Coronel, esperaba la carta que le anunciara la pensión que le correspondía por haber luchado en la Guerra y que solo lo frustraba, durante 15 años iba todos los viernes a la oficina de correos a ver si había alguna noticia. Cada día que pasaba era más crítica su situación pues ni para comer tenían él y su esposa la cual sufría de asma.
Yo no caminaba a ver si había alguna novedad, pues en estas épocas «tecnologizadas», todo se hace por internet, entonces cada mañana abría mi correo electrónico en el cual debería llegar la notificación que me comunicara que me habían encontrado en el acervo histórico en el cual se hallaba mi documento, el cual tenían que buscar a mano pues la digitalización no había llegado a él, cosa que parecería que nunca lo haría o tal vez, el día en que la IA descubriera algún sistema que por «absorción» lo pudiera hacer sin que llevara mucho tiempo, pues no ameritaba emplearlo en ese propósito, ya que la mayor parte de las personas que en él se encontraban o ya habían muerto o ahí llevaban la delantera para alcanzar tal status, el de pasar a mejor vida y emprender ese viaje y para qué iban a necesitar ese documento.
Al correr de los días las esperanzas parecían que mermaban, sin embargo algo dentro decía: «No desesperes», como en cierta forma es la reflexión que ese magistral libro lleva en sí mismo, en donde el no perder la integridad personal es fundamental en esa desazón, que a medida que van pasando los días trata de invadir con la desesperanza.
Sin embargo, así sin esperarlo, abrí el correo en ese estar de la rutina y encabezaba la cita que me otorgaban para ir a recibir ese papelito ansiado, pues daban día y hora, también había otros medios para que llegara a mis manos, sin embargo el ir en su búsqueda era el que mejor me venía.
Hice click sobre el mensaje y lo primero que salió fue:
“2024, Año de Felipe Carrillo Puerto, Benemérito del Proletariado,
Revolucionario y Defensor del Mayab»
La alegría inundó el corazón y enseguida el empezar a aprontar el viaje, ir a la ciudad a buscar el boleto, pues eso si cuando se vive lejos y es difícil la salida, no queda de otra que resignarse, pues los tiempos marcan que eso no se tiene en cuenta, las distancias son las mismas no importa en donde te encuentras y hay que acomodarse, pues bien especificaban que si no asistía a la cita el día y a la hora señalada la perdía y tenía que esperar varios meses para recibir otra ya que la carga de trabajo que tenían así lo ameritaba, daba igual si se vivía a la vuelta de la esquina o a miles de kilómetros, cada quien resolvía como podía.
*

*
Partí feliz, contenta, con un calor que para qué hablar de él y romper esa mágica realidad que me invadía.
Cargada como el burrito pulquero con una mochila de cada lado, bien temprano pues más valía esperar en la terminal que perder por cualquier motivo el autobús.
*

*
Todo fue aconteciendo sin mucha novedad, nada diferente sucedía, una mala película en el autobús, el cansancio que hacía que por momentos el sueño se quisiera hacer cargo del instante y que Morfeo me recibiera en sus brazos y como por encanto me despertara cuando ya habíamos llegado, cosa que no sucedió, sin embargo, mis ojos se cerraban y en un momento al abrirlos, me encontré con la gran maravilla que hacía siglos no veía, gotas de agua en el vidrio.
*

*
-¡Oh!, ¿qué es esto?- le dije a mi misma- que estaba en su viaje astral- ¡Agua que cae del cielo!- me contesté, para no quedar con las palabras en la boca y mi asombro se hizo cargo de ese fenómeno extraño que sucedía, que llevaba mucho tiempo sin verlo y ya se me había olvidado que existía.
Mi gozo estaba desbordado, solo esperaba que otras gotas cayeran y tintineando iban pegándose en el cristal.
-¡Llueve!, ¡llueve!, aunque sean una gotas, es algo extraordinario
Cuando una de ellas, se deslizó desde arriba dejando un pequeño «riachuelo» en su trayecto, solo miraba que era lo que sucedía, no daba crédito.
*

*
Así seguimos el viaje, con gotas caídas de ese cielo que se transformaba y jugaba con las luces que el sol y las nubes y la contaminación provocaban.
Sólo contemplaba, me abstrajo ese espectáculo como si fuera la primera vez que lo presenciaba.
*

*
Al llegar a la ciudad y ya haber subido al taxi que me transportaría a mi destino, con un chófer que, ¡pobre!, su neurosis le galopaba, que discutió todo el viaje, por una cosa o por otra, quería que le diera las dos calles que hacían de esquina de la casa a donde iba, de una me acordaba, de la otra no, eso bastó para que se desquiciara, no entendía razones, que no era del lugar, que no la recordaba.
Extasiada miraba la lluvia que se desataba, igual que su descarga, diciéndome que me iba a cobrar extra, si se equivocaba, pues era mi deber saberlo.
*

*
Quería pleito sin lugar a dudas, hasta que le dije:
-Yo me subo a estos «Taxis Seguros» en la terminal, ya me cobran el trayecto, subo al carro, doy la dirección ponen el GPS y me llevan sin decir palabra, no es mi culpa que usted no lo traiga.
Siguió con su cantarela que me iba a cobrar más, para colmo al llegar, tuvimos que dar unas vueltas pues tomó mal la calle, para el otro lado, por más que le dije «ahí está la casa», ni me escuchó y tuvo que regresar.
Iba sacando fotos de esa lluvia que caía sin detenimiento, asombroso era el instante y él, en otra frecuencia, estaba loco y no era para menos, viviendo donde vivía.
*

*
¡Al fin!, me cansó, había que detenerlo.
-¿Qué busca que filme la forma que me está tratando y suba el video a Tik Tok y se vuelva viral?. ¿Es eso lo que quiere?.
Santa calma por unos momentos, aunque chirriaba.
Llegamos, solo faltaba bajar y dejarle bendiciones.
¡Bienvenida!, a la gran ciudad bipolar, por un lado la magia del agua que el cielo regalaba y por otra, el frenesí de la locura desbordada….el futuro que se acerca…..o, ¿ya está aquí?.
CONTINUARÁ….
MÉXICO
ABRIL 2024
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

Hola Themis , un viaje para recordar. Menuda cháchara te soltó el taxista, menos mal que lo pusiste en su lugar. Espero que llueva más a menudo. Un abrazo
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También yo, Nuria, es necesario que lo haga más seguido sobre todo en donde vivo en el desierto que son muy poquitas veces en el año que lo hace, te resobran los dedos para contarlas. Gracias, Abrazo grande
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¡Qué bonita narración! Y qué bueno que lo esperado, llegó. Me hizo mucha el burrito pulquero. Y sí, yo creo que el futuro ya está aquí haciendo tratos con los momentos para convertirse en un constante presente. ¡Preciosa la lluvia! Cuando comenzaron a caer las gotas me trajeron montones de remembranzas.
Un abrazo Themis, que no falte el cafecito en una lluvia como está!
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Esa lluvia y el cafecito acompañado con seres muy queridos fue todo un acontecimiento, gracias Maty, abrazo bien grande
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Hola Themis, madre mía con el taxista, jajajaja, tenía ganas de bronca. La lluvia es, efectivamente, un don del cielo. Bien narrado.
Un abrazo. 🙂
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Pobre, estaba muy mal, la vida no le sonreía parecía, todo un personaje de los que abundan en estos días. Sin lugar a dudas la lluvia un acontecimiento para celebrarlo, por lo menos por donde vivo, agradecerlo y aplaudirlo cuando sucede. Gracias Merche, abrazo grande
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Hola Themis, espero hayas podido recibir lo que esperabas. El viaje de seguro que traerá más recuentos en tu blog y con gusto estaremos compartiendo contigo tus experiencias. Excelentes fotos. Saludos.
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Sí, Ana, la felicidad llegó y el certificado también, todo un logro. Sin lugar a dudas recorreremos un poco de la ciudad y de las diferentes etapas, del caos y de los momentos esplendorosos, pues uno si en el otro no existen. Abrazo grande y gracias
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Yo creo que ya está aquí, Themis. Porque eso es lo que estamos viviendo, un desconcierto, una locura, un caos… por donde vayas. Espero que algún dios del asfalto lo arregle. Como siempre un placer leerte, seguirte por esa ruta de autobús y de taxi y siempre admirando la lluvia. Gracias, Themis. Un fuerte abrazo.
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Hola Julie, esto por ahora va de mal en peor, solo nos queda adaptarnos lo mejor posible a estos tiempos y tratar de estar en los lugares menos caóticos. Gracias, abrazo grande
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