CRÓNICAS DESDE EL PATIO LOS MAESTROS DE LA VIDA (2)

NUEVAS ENSEÑANZAS

Esos grandes maestros que la Vida ha mandado a este patio-escuela que cada día aparecen más como si le hubiera gustado el encontrarse en él, reproducirse y seguir habitándolo o tal vez son tantas las enseñanzas que necesitaban fortificar que no ha llegado el tiempo de que desaparezcan.

Tanto es así que también a ellas, sí, a las Mantis Religiosas, a los Mamboretá como se le llama en el Sudamérica o Tatadioses por esa forma tan particular que tienen que elevar las patitas como en oración, se les empezó a poner cáscaras de fruta para atraer a sus futuras presas.

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Las plantas fueron quedando decoradas, muchas veces formando unas esculturas muy raras, que también les servían para perderse entre ellas.

En un tiempo fueron las verdes que se allegaron al lugar, luego las cafés, para ahora ser las blancas, esas que llegaron cuando el nabo de campo ese ejemplar extraño que empezó a crecer en una de las ranuras del patio y diario se desarrollaba.

Tanto así era, que daba la impresión de ser como las semillas de ese cuento infantil de «Jack y los frijoles mágicos», donde un niño fue mandado por su madre al mercado con lo único que les quedaba para que vendiera, que era una vaca y con ello comprar alimento, en el camino se encontró con un anciano muy bondadoso, que le ofreció el trueque del animal por tres frijoles y al llegar a la casa la mamá sin entender nada de la conducta de su hijo, los tiró por la ventana.

A la mañana siguiente creció una planta que fue hasta el cielo y él la fue escalando y llegó a un castillo, donde había un gigante que tenía una gran fortuna y al final luego de una serie de peripecias que pasó, se quedó con ella, pues resulta que era de su padre que este malvado personaje se la había robado y así vivieron muy en paz juntos, él y su madre.

Este nabo se elevaba, se elevaba, todas las mañanas se le veía un poco más alto, hasta que un día largó sus flores, perdió el color verde que tenía, comenzó a sacar vainas y se volvió blanco y ahí una mantis de ese mismo tono albo se refugiaba, enamorada de una rosa que estaba a su lado, poéticamente viendo la situación, en realidad rompiendo la magia, atraía con su color y su aroma a cuanto alado se embriagara y ella, ¡ZAS! los cazaba y los deglutía, sin miramiento.

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Así es esta vida por lo menos en esta dimensión en la que nos encontramos, donde uno nos comemos a otros, todos somos alimento como decía Hernández en el «Martín Fierro», esa novela gauchesca argentina, «todo bicho que camina va a parar al asador».

Quién sabe de dónde salió esta solución para poder alimentarnos o esa necesidad de tenerlo que hacer, pues podría haber otras formas, sin embargo esta fue la elegida, un poco sádica…. otro motivo de reflexión.

Por un tiempo no se las vio, hasta que en un instante una muy pequeñita se la encontró  dando brincos por el patio, había habido nuevo nacimiento en algún lugar de él y ahora la «bebeciña», buscaba donde refugiarse para empezar a llevar adelante su vida.

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Encontró un lugarcito en una de las plantas donde estaban antiguos vestigios de alimentos «atrae presas ingenuas» que no pueden percibir a un pequeño ser camuflado en actitud de acecho.

Como si estuviera en un ritual zen se queda durante largas horas en total inmovilidad, atenta, enfocada en un punto, con una energía calmada sin embargo, alerta, dispuesta en cualquier momento a estirar sus patas delanteras y rápidamente cazar a su botín distraído que la vida le manda, con la ayuda de las espinas que tiene en sus patas, las engancha y las retiene, para deglutirlas con sus fuertes mandíbulas.

Más allá son el símbolo de la serenidad y el equilibrio para muchas culturas, características dignas de ser aprendidas y llevarlas adelante a lo largo de nuestras vidas.

Una gran maestra para lograr transformaciones en nuestro interior, volverse una mantis por unos momentos, para conseguir ese estado de meditación que aquieta al alma y a la mente, que nos lleva a la contemplación, a sosegar y parar todos esos pensamientos que se revolucionan en nuestro adentro y perturban nuestro estar y hasta nos enferman.

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Dejar de pensar, pues pensar constantemente hace daño, aprender a ser selectivos con nuestros devaneos, no dejar que nos apresen todos esos sentimientos y emociones que no fueron bien procesados y que incesantemente se encargan de atormentarnos o nos producen la ansiedad que no podemos controlar.

Ella es una gran maestra para lograr esta meta, enfocarse en el objetivo.

Opinan algunos que también ella muestra que la naturaleza está en armonía con la casa, donde hay equilibrio o respeto a todas las formas de vida, he invita a reflexionar sobre los cambios que van sucediendo a lo largo de la vida, a través de esa metamorfosis incompleta con la cual se forman.

Al igual que con ese cambio de esa especie de esqueleto que llevan por fuera y que lo tienen que mudar a medida que crecen.

Nos da cuenta de esa coraza que a veces nos formamos alrededor nuestro como protección y que se rigidiza tanto que nos empieza a pesar con los años, ya no nos permite el crecimiento personal y nos va obligando a quedarnos inmutables en situaciones no tan beneficiosas y que nos paralizan.

También la mantis para muchos es un símbolo de espiritualidad y conexión divina, pues esa postura de rezar con sus patas delanteras ha hecho pensar a muchas culturas que está en una comunicación directa con lo sagrado.

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En algunos rincones de este pequeño mundo, creen que esta criatura trae mensajes del Universo, avisos o guía en momentos importantes de nuestras vidas, para algunos pueblos africanos pueden ser los ancestros que llegan, sobre todo cuando se la ve dentro de las casas.

Como dicen en algunas partes, «cuando está en tu casa, es un ángel que te está cuidando y protegiendo el lugar en el que vives».

Eso sí, si algo se puede aprender de la mantis, es el arte del acecho, sin embargo, quedará para otra vuelta.

CONTINUARÁ….

MÉXICO

MARZO 2024

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9 comentarios en “CRÓNICAS DESDE EL PATIO LOS MAESTROS DE LA VIDA (2)

  1. Uauuuhhh!!
    Themis, aplausos y ovaciones. ¡¡Qué maravilloso relato!!
    Y esa mantis, qué privilegio poderla ver de cerca. Siempre las he visto en fotos y ya me gustaría poder ver una en su hábitat.
    Abrazo enorme y gracias por estas maravillosas historias

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    1. Si, Amaia desde pequeña mi abuela me las señaló un día mientras paseábamos por el jardín de la casa y llamaron mi atención, esa postura de rezo, ahora son parte de donde vivo y cada día aparecen más y puedo obsrvarlas con más detenimiento, seguiré escribiendo sobre ellas pues son grandes maestras. Abrazo grande y gracias

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    1. Hola Maty, si salen tus comentarios, no se que pasa que no permite que se separen las palabras, otro incierto de esta tecnología o de mi ignorancia, jajajajajajaj.
      Si son seres dignos de observarse y aprender esa concentración y atención que tienen, pues apenas te acercas ellos te captan se dan cuenta de todo lo que pasa a su alrededor.
      Abrazo bien grande todo juntido

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  2. Aquí también la he observado entre los verdes de mis alrededores. Realmente es muy curioso observarla. Y ya su forma sugiere pensamientos que nos llevan a meditar ante tanta serenidad y quietud… Sus patitas, su forma, su color de camuflaje, su postura, todo la hace muy original y nos dá esa oportunidad de observarla detenidamente y llegar a las conclusiones místicas a las que te refieres… No conocía el cuento. Gracias Themis, porque siempre aportas temas naturales que nos hacen pensar. Un abrazo fuerte.

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    1. Hola Julie, si son seres dignos de observación, traen mucho en ellos y tienes razón se entiende por qué otras civilizaciones las ven de esa manera.
      El cuento es un relato infantil, creo que es tradicional inglés, pero no estoy segura.
      Gracias, abrazo bien fuerte

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  3. Hola Themis, qué razón llevas: todos nos comemos los unos a los otros, nos parecemos más de lo que creemos a los animales, a veces somos peor que ellos.

    Muy bonitas las imágenes también.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Nos guste o no nos guste somos animales, que nos pensemos otra cosa, es parte de nuestra soberbia y de los acomodos que hemos hecho en nuestros relatos para contarnos nuestra historia, más allá tendremos que cambiar mucho la cabeza y dejar de hacerles el feo a muchos animalitos, pues irán tomando nuestro entorno aunque no lo queramos, pues de ello dependerá nuestra sobrevivencia. Restaurar equilibrio. Abrazo grande y gracias

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