PUESTA AL DÍA

Temprano en la mañana después que los «viene viene» ya habían despertado, pues con todo su bochinche es difícil no notarlos y son los primeros en anunciarse o como dicen por estos lares en dar las alabanzas al Señor por un nuevo día que otorgó.

Así les llamo a un grupo de pajaritos, pues parece que con sus canturreos usan estas palabras, «viene vieneeee», «viene vieneeee», uno las dice por un lado y otro por otro e inundan los aires con esos gritos que parecen que están dirigiendo el tránsito de los alados, como hacen los cuida-coches aquí en México, que usan esos vocablos como forma de guiar para que se estacionen, mientras realizan un gesto con la mano. 

Las primeras luces se dejaban ver cuando ya estaba bebiendo mi elixir negro, me había propuesto ponerme a escribir un poco y ver para donde se iba a asomar el día.

En esa andaba, aún el sol no había salido del todo, la luz no se había aparecido por estos lugares y de repente, los inconfundibles mariachis aparecieron en la escena, una serenata se escuchaba a lo lejos, «Las Mañanitas» en su pleno apogeo y luego las tan conocidas fanfarrias y el alborozo de haber llegado a festejar a alguien que algo celebraba en el día.

Para luego soltarse con otras canciones, donde los pedidos no faltan para que se entone las de los gustos de la concurrencia, dependiendo si es por celebración de algún evento o si es una serenata llevada por un enamorado, si no es que ya traen todo estipulado lo que se ha de cantar.

Así es esto, mientras amanecía, eso sí, si no despiertan los petardos, cualquier cosa puede suceder para que no se sienta que todos los días son iguales, todos parecidos.

Los inconfundibles tronidos que repercuten en el cielo y retumban en todo el alrededor, para soltarse luego las campanas no me dejó duda, el festejo era en la Iglesia, luego con los días, pues todas las mañanas era lo mismo, me desayuné que era la Fiesta Patronal del pueblo, esa que se celebra a San Martín Obispo de Tours, que el 11 de noviembre es su día, pero desde el primero del mes se le cantan Las Mañanitas.

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Me levanté a prepararme mi café, pues estaba frío, ya las madrugadas muestran que el invierno se acerca que anda a un paso nada más y que los frentes congelados empiezan a surcar los aires, para un lado y para otro.

Mientras calentaba el agua, sentí ese inconfundible trino, el de ese benteveo adicto a las frutitas de la enredadera que lo hace volverse loco con ellos y ahora había traído a su compañera, que revoloteaba sin quererse acercar como si le diera miedo o titubeara, él sin embargo ahí se quedaba, iba recogía el elixir y regresaba a pararse en la varilla, mientras la comía.

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Pájaro loco este, que hace tiempo que viene y en vez de gritar su tan característico trino de «bicho feo», hace un gorjeo que no se los conocía.

Al ratito nomás se apareció otro nuevo invitado, que de vez en vez se asoma alguno como medio despistado, pues no son de andar mucho por el pueblo sino más bien en el monte es en donde se lo ve, vistiendo ese hermoso plumaje rojo.

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Es delicado, su trino es igual a él suave y melodioso, se queda unos momentos y luego vuelve a alzar el vuelo.

Ahí andaba Coquita esperando parada en el fierro donde detrás se encontraba el benteveo, muy paciente aguardando que me acordara de ponerle la comida, que ya la hora se había pasado.

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Un despertar muy ajetreado había sido este, más allá, que me regresé abajo de las cobijas pues era demasiado temprano y estaba gélido y qué necesidad había de quedarse levantado.

El patio se está poniendo hermoso, los maracuyás ya empezaron a caer y saben que son una delicia, un saborcito entre agrio y dulce guardan con ellos, la verdad que es la primera vez que los como, eso sí había probado el aguardiente con maracuyá y estaba que era un espectáculo y por otro lado servido en un pedacito de caña como si fuera un vaso tequilero, durante una de esas Calendas que se hacen en Oaxaca, no recuerdo bien cuál era el festejo. Dos de esos mini vasitos espirituosos bebí, enseguida se subieron a la cabeza y daban la sensación de que cuando se caminaba, se flotaba.

Por otro lado, ya comenzaron los chayotes a dejar relucir sus frutos, con eso que las enredaderas se ponen de acuerdo para no estar todas al mismo tiempo, se van turnando y ahora le llegó la hora a esa hortaliza que le encanta andar colgada, enredándose en lo que pueda.

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También sucedió por estos días que vino de visita una de esas avispas cazadoras de arañas, muy grande, negra y naranjas, que hay que respetarlas pues se las ve muy fieras, con un vibración muy pesada, que mejor tenerlas alejadas.

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La rosa ahí sigue, cada día más hermosa y desde que su «enamorado frustrado» estuvo tanto tiempo tan cerca de ella, ese mamboretá blanco, camuflado en el nabo de campo, tan inmaculado como él, que un día se cansó de no ser tenido en cuenta y se fue.

A ella le dio por comenzar a florear, como si recién se hubiera dado cuenta de su existencia y lo quiere volver a atraer o al revés, que se sintió libre y se llenó de muchos pimpollos y de rosas abiertas, para festejar. Bella bien bella, es un encanto tenerla pues alegra el día a cualquiera.

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Por otro lado, surgió algo que no había visto por estos lares, tres honguitos, todos juntitos, me gustan mucho el encontrarlos, fantasías infantiles que me recuerdan a los cuentos, que siempre había un dibujo de ellos, pues no se puede negar que son mágicos.

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Se está repoblando el patio, también de tortolitas y gorriones, eso sí no dejan de pelear y cada día hay más batallas campales, donde se corretean, se persiguen, se picotean, eso sí por mí ya pueden hacer lo que quieran, pues son tantas las nuevas y jóvenes que mejor no meterse con ellas.

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Generaciones renovadas, eso sí, cada día más ociosas, claro que lo sé es culpa mía por darles una vida tan sencilla donde solo esperan a que se les atienda.

También la que llegó un día de visita fue la ardilla que hacía mucho tiempo no venía, estaba bien graciosa pues se escondía desde el techo de la casa de al lado, y de repente se asomaba, miraba, para volverse a esconder, así estuvo un muy buen rato.

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Así está el patio, preparándose para el invierno que se avecina, muy en paz, muy tranquilo y con mucha algarabía, que solo muestra que la vida por él peregrina.

MÉXICO

OCTUBRE-NOVIEMBRE 2023

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