DELICIAS CULINARIAS: EL PONCHE

UN DÍA ANTES DE LA NOCHEBUENA

Hoy llega la Nochebuena, esa que antecede a ese momento hermoso en donde el Espíritu de la Navidad se aposenta en cada casa para llenarla del verdadero sentir que lleva con ella, la búsqueda de la hermandad entre todos los seres vivientes, de candor, de bondad, de alegría por el resurgimiento y renovación de ese estar en paz con uno mismo y con el Universo.

Abrí mis ojos al frío que ya se puede decir que ha ido descendiendo para dar paso  a que en unos días  otro de esos frentes polares se acerquen sin embargo, nos da changüi (oportunidad, en el Río de la Plata) para disfrutar unos santiamenes más calientitos.

Pero eso sí, después del elixir color carbón, un pequeño plato de frutas para dejar atrás el ayuno de la noche, coronó el momento una deliciosa taza con un placentero ponche, que no basta con esa palabra para definirlo.

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Todo había comenzado unos días antes cuando se me antojó tomar ponche, me imagino que por lo congelado que estaba todo, donde ameritaba algo caliente, así que se empezaron a juntar todos los elementos que no podían faltar para prepararlo.

La caña de azúcar, la fruta, tejocote, manzana, guayaba, piña en almíbar para darle un toque de distinción y que diera ese dejo almibarado, no demasiado, solo un «toquesín», las especies, clavo, canela, las ciruelas y uvas pasas y un cono de piloncillo para ayudar a endulzarlo mejor.

El ponche llegó a México con la Conquista, con la evangelización, donde se fue introduciendo como la bebida para la Navidad, pues el frío se hacía cargo de la mayor parte del territorio nacional y era una magnífica ocasión el beberlo durante las Posadas, esas fiestas de nueve días que se habían instaurado previo al nacimiento de Jesús, para suplantar la tradición azteca quienes celebraban todo diciembre el Panquetzaliztli, que era la fiesta del nacimiento de Huitzilopochtli, ese dios que dirigía al pueblo mexica y que simbolizaba el triunfo del sol sobre la obscuridad y el inicio de un nuevo ciclo.

Hasta el día de hoy se sigue consumiendo en esas fechas, más allá que tiene su origen en la India, pasando por varios lados donde fue adquiriendo distintas variantes, llegó a Europa, los ingleses lo bautizaron como «punch» y los españoles como «ponche».

México lo adoptó y lo adaptó a los elementos que más se contaban en esa temporada en sus tierras y en cada región.

Llegó el día de prepararlo, se iba a hacer en anafre con carbón, a la vieja usanza esa que también viene desde la época prehispánica, el cual se hacía con piedras y los españoles introdujeron este utensilio  de una sola pieza y en metal.

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Se empezó cortando la caña de azúcar, sacándole toda esa parte dura que la recubre para que suelte mucho más fácilmente el dulzor que guarda dentro.

Se la preparó en pequeños trozos para una vez terminados poder servirlos acompañando a la bebida y de esa manera a quien le gusta saborearlos.

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Había que ponerlos primeros para que hirvieran junto con el agua y el piloncillo.

Se puso el carbón, se prendió el fuego que salió muy ardiente a consumir todo el cartón y pequeño leños que se le estaban aditando, lanzando esa suerte de llamas que danzaban alborotadas, elevándose con el aire que se les mandaba para que prendiera.

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Mientras que el fuego hacía lo suyo con el agua y la caña, se siguió cortando la fruta, en pequeñas porciones.

Se dejó hervir, hervir, durante un muy buen rato, no había apuro.

Los pequeños alados esperaban en las alturas, miraban con sorpresa lo que estaba aconteciendo, era la hora de su comida y el patio se había visto invadido por una suerte de elementos que no se conocían.

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Les puse el alimento del otro lado, para que bajaran, pero solo Coquita se decidió a hacerlo, que el miedo no la paraliza,  pues ahí se encontraba esa otra visita que cada día llega más seguido  y que se echa sus siestas largas, enrollado si hace frío o despatarrado en el calor, pero él es otra historia para contarse en otro momento.

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Poco a poco fueron tomando confianza cuando se dieron cuenta que ya el Hermano Sol se quería retirar a sus aposentos y eso de irse sin cenar sería un tormento, así que bajaban y al menor movimiento alrededor elevaban alas, haciendo ese sonido inconfundibles de cuando alzan el vuelo.

Se le fue agregando parte de la fruta lentamente.

Al ratito nada más comenzaron a inundar el aire con ese aroma especial que es característico de ellas, donde van impregnándolo con su dulce fragancia, la guayaba iba agarrando la delantera, pues la manzana se dejó para un rato después, casi al final.

Ese aroma tan navideño, que hace poner contento a quien lo siente, que le hace evocar recuerdos.

Dicen que «el ponche ha de hacerse con el corazón para que sepa bueno» y si es que a medida que avanza en su preparado va ablandando a las emociones, va llevando a que una suerte de aromaterapia invada al ambiente.

Llegó el momento de unirle la manzana y junto con ella la canela.

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El bálsamo seguía tomando nuevos elementos para soltar al viento, esa combinación que se le había agregado hacia de las suyas para rodear la atmósfera y en cámara lenta lo elevaba al cielo.

Cada vez más con una calma parsimoniosa iba haciéndose cargo de   propagarse, llevando a que casi como reflejo se respirara profundo, se elevara la nariz para sentir mejor esa huella a perfume que dejaba y fuera penetrando al sentir con los más suaves y dulces sentimientos.

Las papilas gustativas se preparaban, ya desde antes comenzaban a degustar ese brebaje de dioses que hervía en la olla nutrido por el fuego.

Era hora de agregar el clavo de olor, ese detalle ínfimo que encumbró la fiesta aromática.

¡Ya estaba listo!, unos momentos más y a degustarlo.

Allá en el firmamento ELLA que se preparaba para su máxima expresión, muy cerquita de esa Navidad que se acercaba, entre unas nubes tímidas que se teñían con el color del ocaso, refulgía.

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Se fue sirviendo en las tazas, colmado de frutas y los palitos de la caña que asomaban como mástiles en ese viaje emprendido, surcando el mar invisible de las fragancias.

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He aquí la responsable del evento, su cara lo dice todo el elixir había llegado a su término, ahora a deleitarse con él.

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Así en la paz que las fechas ameritan, el día de la octava Posada que representa la alegría, pues ya está muy cerca el advenimiento de ese espíritu que se espera y se festeja, con una sonrisa deleitada, se iniciaba la degustación de ese brebaje navideño que le daría calor al alma.

MÉXICO

DICIEMBRE 2023

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10 comentarios en “DELICIAS CULINARIAS: EL PONCHE

  1. Es que pensaba que el alcohol es la base del ponche y es el componente imprescindible. Precisamente hace dos semanas probé la primera vez esa bebida ( o quizá su versión más simple). Fue el vino tinto bien caliente con limón y canela, lo fue en Portugal donde , como me explicaban , lo preparan para los turistas alemanes en las fechas navideñas. Bueno, no me emocionó mucho .
    La versión mexicana es muy sofisticada y creo que es muy rica. Pero yo , seguramente, le añadiría una buena dosis de «piquete» jajajaj. ¡Feliz Navidad y el Año Nuevo! Un abrazo.

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    1. Hola Tatiana, en el mexicano no, se le agrega aguardiente luego, a eleccíón, es a base de frutas y caña de azúcar, especies y se hace para toda la familia, se empieza a beber generalmente después del 16 de diciembre cuando empiezan las Posadas, que duran nueve días.
      También yo lo bebía con ese piquetito pues a su vez te quita más rápidamente el frío, también para tí un muy FELIZ AÑO, Abrazo grande

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  2. Hola Themis, en lo personal y como no me gusta mucho lo «dulce» no lo acostumbro, pero este año alguien me pidió que hiciera y bueno, busqué recetas y al final hice ponche, quedó bastante bien (primera vez que lo hacía). Y es que con tanta fruta y cosa buena tenía que quedar bien. Creo que es una bebida reparadora, definitivamente, si yo lo tomara le pondría «piquete» jajaja. Me gustó tu entrada y tus fotos, ese ponche se ve buenísimo. Saludos.

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    1. Qué bueno! Ana que lo hiciste, es muy reparador sobre todo del sistema autoinmune, ayuda a fortalecerlo más en estas fechas y te levanta las energías, deja al cuerpo con un calorcito especial, más si le agregas el piquetito que le da otro saborcito delicioso de disfrutar.
      Estaba riquísimo es que aquí llevan la especialidad con ellos, que la tradición no se pierde y año con año se hacen enormes ollas de él. Abrazo grande

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  3. Themis, este post está TIERNO, NAVIDEÑO, DULCE, AROMÁTICO, con su buena dosis de breviario cultural como siempre. La ternura te la sacan la Noche Buena y la Navidad, me encanta cómo te expresas de ellas.
    Un abrazo muyyyy fuerte, aún es temporada de ponche. Hay que ver la cara de felicidad de quien te ayudó a prepararlo.

    FELICIDADES THEMIS! 🏵️🏵️🏵️🏵️🏵️

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    1. Gracias Maty, no es el cafecito sin embargo también guarda ese deleite tras beberlo y su aroma es característico de estas fechas, te acercan a la Navidad, a las Posadas a toda esa tradición de estas tierras mexicanas.
      Estaba feliz embriagada por el perfume que inundaba, conocedora de su significado. Ella fue la ejecutora, yo la ayudante.
      ¡Feliz Año Maty,! y ese gran abrazo

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    1. Sí, fue un lindo momento más porque nunca había hecho ponche, bueno ayudado, siempre bebía el que me invitaban. Fue una nueva experiencia, jajajajaja, muy mexicana, pues casi todos los hogares en estas fechas huelen a ponche y se aromatiza el ambiente. Te mando un abrazo bien grandote

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  4. Hola Themis, tiene pinta de estar buenísimo, pero también de «pegar» fuerte. Me acuerdo, hace muchos años, de beber Ponche en una nochebuena y acabé mala, fue demasiado fuerte para mí.
    Por cierto, el día de Nochebuena aquí también se veía así la luna, tal cual, aunque sin las nubes, que estaba raso y esa noche cayó una helada importante.
    Un abrazo. 🙂

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    1. Hola Merche, que raro que te sentó mal el ponche o acaso, ¿le ponen aguardiente?, pues aquí se bebe solo, si quieres le puedes poner «piquete» como se le dice a ponerle un poco de alcohol. Este quedó muy suave y muy rico, tanto caliente para el frío, como ahora que hace calorcito al mediodía está muy sabroso frío.
      Aquí, bueno en los alredores más cerca de la sierra, también heló muy fuerte.
      Te mando un abrazo bien grandote

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