COYOACÁN:  EL ÁRBOL DE LOS CUENTOS

SANTA CATARINA

Después de haber visitado y recorrido el Callejón del Aguacate, de que Laura, Cande Cuentos, me contó una de sus leyendas, de ver a la Virgencita, fuimos a bebernos un delicioso café y seguir, platique y platique.

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El tiempo se fue pasando sin tenerlo en cuenta como si estuviéramos muy lejos de él y a veces de su inclemencia, en un momento reaccionamos pues ya era hora de ir al otro evento que nos aguardaba:  escuchar cuentos de la Independencia debajo del frondoso árbol.

Nunca había estado en él, aunque había escuchado sobre todas las actividades que se desarrollaban bajo su amparo. Había llegado la hora de irlo a visitar.

El Árbol de los Cuentos, que se haya en la Plaza de Santa Catarina, cerquita del atrio de la Iglesia, se le llama a un hermosísimo ejemplar que ha ido creciendo y fue marcando la historia de los Narradores Orales de Santa Catarina, donde Beatriz Falero, su artífice, a lo largo de 32 años fue construyendo un rincón muy peculiar en Coyoacán para ese arte.

Por causalidad llegó a la narración oral, como suele suceder cuando se busca una cosa y en el camino brinca otra que a veces no tiene mucho que ver, sin embargo en algo atrae y mientras se encuentra lo que se cree que se necesita se mete en ello.

Sus primeras narraciones fueron debajo de ese árbol que era muy pequeñito, plantado como para ir creciendo con esa actividad que año con año se iría afianzando y profundizándose más, hasta llegar a ser un espacio reconocido por la mayor parte de los cuentacuentos de Iberoamérica y un referente para todos ellos.

No solo se cuentan cuentos todos los domingos, sino además se forman profesionales en ese arte antiquísimo de relatar historias.

El árbol ha sido testigo de cientos de relatos que bajo él se han ido contando y dicen que los recoge en sus hojas los de todos los que por ahí han pasado y si alguien en la noche se le acerca, se queda aguardando por un rato y la suerte lo acompaña podrá sentir la repetición de alguno de ellos.

Hacia él íbamos caminando, a lo lejos se veían un grupo de personas sentadas, un personaje muy pintoresco con un gran sombrero y una mujer con traje de época caminaba por detrás de todos.

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El cielo había empezado a obscurecer, teñía al ambiente dándole un cierto clima de enigma, las farolas se encendieron, más allá que recién eran las dos de la tarde.  

Apenas nos acercamos dos bancos de plástico aparecieron para que nos sentáramos, sin embargo preferí quedarme un rato parada, observando a ese personaje de la flora que parecía que desde arriba se congratulaba con cada ser que se acercaba a cobijarse bajo su manto de palabras.

En un instante me situé en otro mundo dentro de este gran mundo, un mundo donde la fantasía vuelta palabra, enseñanza, se presentaba.

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Solo miraba el gesto del que narraba, el Cuentero de las Mil Voces, ya estaba llegando a su fin, donde solo pude rescatar una palabra, amor.

Después de los aplausos, pasó la siguiente narradora, Blanca Luz, con su vestido de época y su peinado y nos fue introduciendo en esa fecha tan importante para México, El Grito de Independencia.

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Con anécdotas de Leonora Vicario, se abrió el raconto, ubicándonos en la época, esa mujer extraordinaria dentro de la historia del México Independiente, ella escribía para varios periódicos de aquellos momentos, fue la primera periodista que tuvo el incipiente país, ella enviaba ropa, medicinas, armas y dinero a la insurgencia, aunque uno de sus mayores aportes fue el tenerlos informados de los movimientos que se daban en la capital, los de las tropas, los de los políticos, que lo hacía a través de publicar en clave informes en el periódico para el cual escribía y así se comunicaba con los insurgentes.

Y así, uno tras otro fueron apareciendo los diferentes protagonistas de esta lucha, tanto en los que la dirigían, como los personajes más representativos del pueblo, una excelente narración, donde las costumbres iban quedando plasmadas, contadas de una forma chusca, con escenas tan bien plantadas que hacía que me trasladara a la época y reí, reí, reí.

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Todo ello provocaba aún más mi hilaridad  y mi festejo al oír esas historias, pues me estaba develando que lo que yo veía en mi pueblo y sentía de ese estar viviendo aún en la Colonia, en sus ritos, en sus formas, en sus costumbres, ahí ella lo estaba dejando plasmado.

Sucedió que antes de llegar cuando estábamos tomando el café, platicábamos justamente de ello, cómo se me agudizaba la sensación de vivir el túnel del tiempo en este México que guarda tantos misterios.

En un instante tomó un rebozo y se lo puso, ahí surgió una de las escenas que más gracia me causó y que me hizo soltar en una risa que hacía siglos no tenía, fue la de un velorio simulado por uno de los borrachitos del pueblo, en donde la gente conmovida y como era bien conocido por todos, llamaron a la cocinera oficial para esos instantes, para que preparara las tortitas de chicharrón, para tales efectos y así despedir a uno de los personajes del lugar.

La descripción que hizo, la forma en que la presentaba, era lo mismo que me había sucedido unos días antes, en donde caminaba por el pueblo y de repente me hablan, y me encuentro con una de esas cocineras en un velorio, esperando el regreso de los deudos, que se habían ido al cementerio, frente a una gran olla de barro repleta de tortitas estas sí, de camarón en una salsa.

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Hermoso momento vivido, un viaje a otro tiempo, a otro momento, en esa voz que iba dirigiéndolo de una manera que deleitaba no solo a los oídos, sino al alma.

Llegó a su fin, los aplausos se dejaron sentir, El cuentero de las Mil Voces, Blanca Luz y Beatriz Falero, la creadora de esta maravillosa puesta, se hicieron presentes para saludar y dar el cierre.

Sin lugar a dudas, un rincón de ensueños en este gran monstruo que es la capital, sin embargo no deja de guarecer la belleza natural que la une a la creativa y la regala a todos aquellos que la pueden ver y disfrutar.

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El cielo cada vez se enlutaba más, a lo lejos se escuchaban unos truenos que anunciaban que ya era hora de prepararse para la huida del agua que caería, mientras mi compañera Laura, Cande Cuentos, se despedía de todos ellos, me llamó la atención un movimiento de un diminuto ser que corría por un muro, era una ardilla junto a esa farola prendida anunciando que la noche en pleno día estaba llegando, aunque fuera por un rato.

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La Hermana Ardilla que me llevó atrás en el tiempo, cuando tenía junto a mí en el bosque a aquella vecina que me visitaba de vez en vez, parecía que venía a despedirme, fue el broche de oro del momento vivido.

Así nos fuimos, agradeciendo a esa lluvia considerada que había permitido que llegáramos al auto, para lanzarse sin ningún miramiento entre rugidos y rugidos y luces que cruzaban el cielo.

MÉXICO

SEPTIEMBRE 2023

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10 comentarios en “COYOACÁN:  EL ÁRBOL DE LOS CUENTOS

  1. Sin duda siempre hay algo nuevo que aprender.
    La historia, las leyendas, la cultura, la forma tan audaz de hacer la narración siempre con ese toquecito de buen humor y gracia que te caracteriza.
    Gracias por ser así y motivar la lectura.
    Es esencial y lo logras perfecto.
    Un abrazote.
    Mis saludos.
    Themis.

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  2. Hola Themis, qué bonita historia y cuentos, pero lo que más me ha gustado es el árbol en sí y lo que se cuenta de él, lo de que sus hojas recogen los cuentos que allí se han contado, ¡qué bonito! Es mágica esa leyenda y quizá hasta tiene razón y por eso es tan buen ejemplar. Muy bonito, de verdad.
    Un abrazo. 🙂

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    1. Gracias Merche, un espacio muy hermoso sin lugar a dudas con tantos años de estar siendo cuidado y regalandole cuentos que es muy mágico y el árbol está muy feliz de poder ser la sombra de los cuentacuentos y los espectadores que se cobijan debajo de él. Abrazo grande

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    1. Reí, reí, reí, como hacia tiempo no lo hacía, me otorgó una terapia hilarante, muy bien agradecida, y esa parte de las gorditas todo una culminación, a parte de ella la descripción y los personajes en el velorio, muy bueno. Gracias Maty, otro inmenso abrazo para tí, y que la vida siga mandando esos momentos.

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    1. Gracias Julie, fue muy lindo estar en él, pues a su vez, el mágico espacio me regaló con una corroboración de lo que estaba viviendo, en este México que tú tan bien conoces y te sorprende en ese lado surrealista, que te lleva de un espacio tiempo a otro. Abrazo grande y feliz fin de semana

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