EL CAMBIO

La noche era cerrada, la obscuridad mostraba su negrura, el gallo aún no cantaba, no avisaba que ya estábamos cerca de que el día amaneciera, cuando un gran estruendo se escuchó, retumbó la casa, como si un cañoneo se hubiera desatado.

Me hizo reaccionar abruptamente:

-¿Qué fue eso?, acaso, ¿ya llegaron los ataques con drones explosivos?.

Nunca se sabe que es lo que pasa, por las dudas no hay que descuidarse, y mientras la imaginación fructífera que la realidad incrementa, hace que las interpretaciones se hagan cargo de unirse a las reminiscencias.

-O acaso era: ¿el estruendo de la Tierra?.

Ese que es cataclísmico, que según dicen los conocidos del tema puede marcar el Apocalípsis para los pocos humanos que restan en esa fantasía media obscura representada por los animes japoneses. Esta última interpretación se basa en lo que el estar en contacto con niños siembra en la cabeza.

Mantener la calma, no había sido un despertar abrupto pues ya estaba en ese estado entre el sueño y la vigilia, y sin embargo no dejó de sorprender lo qué sucedía.

-¿Por qué tan temprano bombardeaban con petardo ensordecedores?.

Pues si de algo estaba segura era que no había sido una alucinación hipnopómpica, esas que preceden al abrir los ojos.

Eran las cinco de la mañana.

Al ratito, unas voces susurrantes se escucharon pasar, lentas, sobrias, compenetradas, como si fueran viejos monjes caminando con sigilo, cargando la farola por las calles del pueblo haciendo una oración matutina.

Algo nuevo, no creía haberlo escuchado antes, o ¿tal vez, el recuerdo se escondía?.

Otra época había llegado, la colonia parecía que se hacía cargo del entorno, que me remontaba a aquellos tiempos, donde el sebo ya se había consumido durante la noche y poca era la luz que aparecía entre los pasos y las voces que se escuchaban, como si estuvieran llamando al nuevo día, para que surgiera y llevara la luz a todas esas almas dormidas y despertarlas con un gran estrépito, como si les estuvieran advirtiendo para que se avivaran y aceptaran los pecados cometidos, se arrepintieran y fueran perdonadas.

Era el Rosario de la Aurora que recorría las calles cantando y orando antes del asomar de ella.

Esperaba el no, «Acabar a farolazos, como en el rosario de la aurora», esa frase que hace alusión a aquellos tiempos en donde se encontraban en las calles desiertas los «auroros» con algunos jóvenes conflictivos que también solían hacer rondas o con otros que se cuenta que provocaron tanto a los cofrades que terminaron a los farolazos, ya que con el farol que iba adelante se alumbraban, muchas versiones parece que se disputan el nacimiento de esta frase, eso sí, todas marcadas, sin lugar a dudas por la violencia y la competencia.

Mientras que mi cabeza tejía y destejía hipótesis de los acontecimientos aun no matutinos, me levanté por ese elixir negro para estar preparada a la llegada de la aurora, esa diosa griega, que recorre en su carruaje tirado por caballos el firmamento al nacer el día y riega con su cántaro las gotas del rocío.

Salí y mire al cielo, el azul profundo y ELLA ahí, mostrando su mitad.

*

*

Un planeta enorme se veía también en él, tal vez era Júpiter, muy cerquita de la farola de la noche, un Venus, con un brillo que impactaba por su belleza y un poquito más alejado, podía ser Mercurio, tímido que entre bostezos se retiraba.

Ahí quedé contemplándolos mientras esperaba que el agua calentara, los rezos ya se habían apaciguado, nada importunaba ese clarear de la luz que iba alumbrando al alrededor, mientras a la bóveda la comenzaron a surcar muchas nubes de un blanco luminoso.

*

*

Poco a poco se fueron tiñendo, ahí estaba el artista Creador en su atelier, no quería perder el momento de expresarse y mostrar la inspiración que el suceso ameritaba.

Las nubes sin detenimiento iban abarcando todo el alrededor visible del cielo y de un lado y del otro, las pinceladas caían e iban tiñendo el lienzo con tiernos colores y resaltaban a ese día que despuntaba.

*

*

Nuevo, recién estrenado con todas las posibilidades de modelarlo, ya era nuestra elección que colocaríamos en él.

*

*

Preparé mi café, ya todos los comensales del patio estaban listos esperando ser servidos con su alimento, con la taza en la mano, inspirando ese aroma de renacimiento que emanaba, me acerqué a la rosa para ver a su enamorado, que no se le separa, con su túnica blanca.

La observa con sus manitas juntas como si orara, ese Tatadios, la mantis religiosa que lleva días absorto en la contemplación, camuflado en el esqueleto del rábano de campo, para que no lo vea.

*

*

Un día especial, un acontecimiento inesperado, el otoño había llegado.

MÉXICO

SEPTIEMBRE 2023

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ESA LUNA QUE NO ASOMA

LA ÚLTIMA LUNA LLENA DEL AÑO

LA DULCE NOCHE

ENTRE FRANJAS

LUNA DE ATARDECER

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CAMINO AL MONTE: LA LUNA ESTURIÓN

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