EL MÁS PEQUEÑO DEL MUNDO

Me levanté bien temprano en la mañana, era el día del regreso, más allá que aún faltaban unas cuantas horas para ello.

Me fui por un café para comenzar la jornada, la calle estaba vacía, era demasiado temprano y ni siquiera los que iban a trabajar circulaban por ella. La mañana estaba fría, me estremecí, venía de estar muy calentita en la habitación, apresuré el paso, pues sabía que con unos sorbos del elixir negro restablecería el equilibrio.

El día había amanecido de un gris cerrado, parecía que la lluvia en cualquier momento podía desencadenarse, aunque en algunas partes dejaba que se asomaran algunas manchas de ese azul cerúleo.

Todas las cafeterías aún estaban cerradas así que no me quedó más remedio que dirigirme al OXXO, como la tarde anterior, donde las lágrimas de las alturas me habían llevado a recurrir a él. Es una tienda en donde se encuentra de todo y está las 24 horas abierta, más allá que el café no es del bueno, sin embargo si no está quemado o que lleva varias horas de hecho, es soportable.

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FOTO TOMADA DE INTERNET

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El que me atendió un señor mayor con cara de malhumor que cuando entré estaba regañando a una de las empleadas, una jovencita que miraba al piso avergonzada, la otra cara que no había visto hasta ahora, pues todos eran muy amables, ¿sería por lo temprano?.

De repente, cuando me acerco a pagar empieza a sermonearme a mi también, por estar reciclando el vaso que había utilizado el día anterior que lo había llevado conmigo, luego de lavarlo para no contribuir a la acumulación de plástico. Mientras él lo cobraba, cruzamos miradas con la muchachita y le hago una mueca de quién sabe qué le pasa, me gustó mucho pues estaba a punto de llorar, sacó una gran sonrisa y contuvo la risa, con otro gesto le di a entender que no le importara. Con los ojos nos despedimos.

Estaba en la indecisión de si en las horas que me faltaban iba al Paseo San Francisco o me animaba a ir al volcán más pequeño del mundo, como se le conoce, el Cuexcomate, tenía que averiguar qué lejos quedaba de donde estaba.

Aproveché a preguntar en la recepción del hotel, que muy atentamente me dieron las indicaciones, tomaba el autobús a unas cuadras y de recorrido sería como una media hora más o menos, así que ahí mismo tomé la decisión, era el elegido hacia poco que había escuchado de él y llamó mi atención, a parte era una experiencia diferente.

Allá me encaminé a la parada, en eso veo venir una camioneta que dice CAPU, que así se llama la Terminal de Autobuses donde tenía que ir al rato, y la verdad que se me hizo magnífico encontrarla pues ya me imaginaba teniendo que regresar a tomar el Metrobús y caminar hasta él como cuando llegué, por esas cuadras largas inerminables.

Me puso bien contenta, pues sin esperarlo me aparecía una solución mucho más simple y cercana.

Me acerqué a preguntarle al chofer, que estaba esperando que le dieran la señal de siga, cuánto se tarda en llegar, para tener una idea.

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Otra sorpresa me llevé, otro señor mayor con un malhumor más grande que el anterior me respondió de una forma muy grosera, algo así como «yo que sé cuánto, depende del tránsito, ¿va a subir o no?».

La otra cara del lugar, más allá que una muchachita que estaba en la parada y miraba la escena, que al dar la vuelta nos encontramos con la mirada y le hice otro gesto, de qué algo lo traía mal o estaba «loco», nos sonreímos y me dice «en media hora llega, no está lejos», le agradecí mucho.  Llegó mi autobús y me fui.

Le pedí al chofer que me avisara cuando llegáramos a donde me tenía que bajar y me senté a mirar por la ventana mientras nos alejábamos del centro y entrábamos más a un camino de pueblo, con más calma, otro ritmo se veía en las calles.

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Al rato, me llama:

-Perdone, era allá atrás a donde iba- y para el autobús a mitad de la cuadra y me baja. A caminar.

Antes de entrar al Cuexcomate quería desayunar, así que fui al mercadito del lugar y en uno de los puestecitos pedí una quesadilla de flor de calabaza y champiñones, son  muy especiales, los elementos están crudos y en la plancha los cocinan junto a una gran tortilla de un tamaño descomunal, a la que le ponen como dijeran por aquí, «harto queso» y le unen los otros elementos, también si uno quiere puede agregarle, chicharrón prensado, guisados de carne o pollo, chorizo, tinga y quién sabe entre cuántos más puede elegir. La mía sencillita nomás y sobre todo sin aceite, ni salsa que esa se la agrego yo.

-¿Doradita?- me pregunta

-Sí -le contesto- es cuando a la tortilla la dejan secarse un poquito más en el comal y está crujiente.

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Una delicia y una sola alcanza para dejar al estómago lleno y al corazón, ¡otro que contento!.

Terminé y crucé a donde estaba el pequeño parquecito, se veía el Volcán más pequeño del mundo, como le llaman, el Cuexcomate que quiere decir en nahualt «olla de barro» o «lugar para guardar», pues según cuentan a su alrededor cuando llovía se formaba mucho lodo e impedía el tránsito.

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Lo rodea un hermoso jardín, con grandes árboles formando un pequeño bosque por donde los perros felices dan la vuelta y pasean.

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Un túnel de plantas, juegos infantiles, lugares donde sentarse y pasar un lindo momento, y ahí en el centro se encuentra él, como mirando todo lo que acontece a su alrededor, desde el día que nació dicen que por allá del 1064, cuando el que es considerado su padre, el Popocatépetl o Don Goyo como cariñosamente se le conoce, hizo una gran erupción para mostrarle su amor a Iztaccíhuatl, pero esto se los dejo para contárselo en otra vuelta, las leyendas prehispánicas que lo rodean. ​

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Y lo que no podía faltar, la fuente con sus chorritos danzarines, que creaban una dulce y tierna música con sus gotitas al caer sobre la misma agua depositada.

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Tiene una altura de 13 metros y un diámetro al exterior es de 23, algunos dicen que no es un volcán sino un géiser el más grande del planeta, cuentan, que una vez que su papá volvió a explotar, por el año 1662 se activó en él la circulación de aguas termales que los unen y lanzaba grandes chorros de agua caliente.

Me quedé un rato dando vueltas, observando un foro que tiene un bellísimo mural donde el guerrero Popocatépetl está besando a su amada Iztaccíhuatl, la princesa tlaxcalteca más hermosa jamás vista, parte de la leyenda.

Estaban ensayando la ceremonia a la bandera, con seguridad que para algún evento que se  preparaba, así que la música que se escuchaba era el Toque a la Bandera, una y otra vuelta, muy marcial fue el recibimiento.

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Al final después de estar un rato mirándolos marchar, me decidí a entrar, a empezar a subir esa larga escalera para llegar a esa cima y ver como se sentía estar dentro de un volcán, el más pequeño o el geiser más grande del mundo. Lo que fuera lo volvía una formación muy especial y única.

Allá emprendí el ascenso…

CONTINUARÁ…

MÉXICO

JULIO 2023

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