RUMBO A PUEBLA: EL PASEO SAN FRANCISCO (3)

LAS OFICINAS

Había bajado del Metrobús y me encuentro frente a una gran avenida, un grupo de personas esperaban para cruzar y yo con ellas, al llegar a la vereda de enfrente pregunto a un joven sobre la oficina a donde debo ir, de una manera muy tierna me responde,  me señala que siga caminando derecho y voy a ver una entrada. Me sorprende esa atención que prestan, esa amabilidad que regalan, me hacen sentir bien, como si la vida me protegiera y la extiende a mi lado, como que los «ángeles» de esta Angelópolis se presentan en carne y hueso.

Caminé, caminé, no terminaba la larga pared amarilla y parecía que nunca llegaría ese acceso que me habían hablado, todo era de una magnitud de la cual hacía mucho tiempo no estaba cerca.

Un jardinero ya mayor, que le daba forma a un arbusto al cual le pregunté me señaló que aún me faltaba que siguiera, y aprovechó para entablar una plática y hacerme la típica pregunta:

-¿De dónde viene?- y ahí nos enfrascamos en un intercambio que cerró con una gran sonrisa.

De todas las edades se presentan, la confianza se iba haciendo cargo de mí, si algo de duda quedaba, ese miedo consejero, se disipaba, él mismo me acercaba a ellos.

De repente vi la entrada, por ahí debería estar el lugar a donde iba, seguía a los amarillos, y frente a mí apareció una explanada totalmente vacía y en ella una fuente, me acerqué pues si algo me empezaba a maravillar era de la cantidad de fuentes  que tenía la ciudad.

*

*

Vi que un custodio bajaba unas escaleras y se me acercaba, fui caminando hacia él pues las distancias en todo eran largas, ahí aproveché y pregunté por la oficina.

-Este es el Centro de Convivencias- me dijo- salga por ahí- me señala unas escaleras y enfrente va a encontrar la entrada, suba y ahí está.

Volvió a nacer la misma pregunta, que de ahí en adelante a cada paso me sorprendería.

-Y, ¿usted de donde viene?- para no ser descortés nos quedamos conversando unos momentos, para luego agradecer y seguir mi camino.

¡Al fin!, había dado con la oficina, ponerse en la fila y la espera, para que al final me dijeran que era imposible el que lo pudiera gestionar en ese lugar.

Con cierta frustración fui bajando los escalones, no quedaba de otra debía pensar en emprender un viaje a la Capital del Imperio, saber para cuándo, ya todo confluiría para así hacerlo.

*

*

Sin embargo, estaba en esta ciudad que me había recibido de maravilla, y se abría frente a mí mostrándome lugares bellos, bellísimos en una gran urbe, el paisaje de cemento y piedra creado por el hombre, sin embargo este tenía tanto verde, tantos árboles ancianos en sus alrededores, daban sombra y cobijo.  

Salí de los amarillos que luego fueron volviéndose rojos para mostrar una combinación que daban unos espacios muy hermosos.

*

*

Me encontraba en el Paseo San Francisco, un lugar que en su proyecto, mantuvo el verde de los jardines que había, junto a los edificios modernos. Guarda dentro de sí, muchos lugarcitos para ser conocidos, más allá que en ese momento ya estaba muy cansada y solo quería llegar a un lugar donde guarecerme un rato del sol, cargar baterías para sí daba chance seguir al rato y tal vez, si así estaba estipulado volver a él y recorrerlo.

Salí, fui cruzando esos grandes pasillos, donde la sombra era sabrosa, hacía que uno sintiera que se revitalizaba, porque eso sí, todas las distancias eran largas muy largas y más se siente aún por el cemento y el aire contaminado.

Llegué a una plazoleta con una iglesia, las cuales se empezarían a aparecer por todos lados, en cada manzana se podría decir se aparecía una, claro no como en Cholula, siendo una ciudad más pequeña del Estado y se dice que hay una para cada día del año, solo tiene 288 entre iglesias, parroquias, capillas y oratorios, nada más, pues cuentan que cuando llegó Hernán Cortés cada teocalli, pequeños espacios dedicados a adorar a Quetzalcóatl, la «Serpiente Emplumada”, él lo hizo substituir por un templo católico, pero esto es otra historia.

*

*

Me detuve unos momentos a mirar una de las estatuas pues también me empecé a dar cuenta, que se volverían otro centro de atracción ya que surgirían en todas partes, conmemorando diferentes acontecimientos.

Esta era en honor a un Beato Sebastián de Aparicio que parece fue un precursor de los caminos de América y muy respetado y querido en Puebla por los milagros que dicen que otorga.

*

*

Seguí mi rumbo preguntando por una calle que tenía que encontrar para llegar a mi hospedaje, me llevaría derechito a él, no había pierde, ya me señalaron para donde y continué con mis pasos.

Al cruzar y tomar la calle que me correspondía me encontré con otra fuente y me quedé un rato mirando una danza tímida de sus chorros, que imaginaba una música suave y sigilosa que abría paso a lo que luego sobrevendría, cuando entrara de lleno en la melodía, como si fueran esas fuentes danzantes que de niña me sorprendían y me extasiaban.

*

*

Entre fuentes, árboles ancianos, pequeños rinconcitos, donde el arte urbano estaba presente, esos mini espacios para sentarse un ratito y observar desde el pequeño refugio que la copa del gigante regalaba, ese ajetreo urbano, de un tránsito vertiginoso, de seres que iban y venían, con prisas, con cierta ansiedad y un ritmo acelerado en sus pasos.

*

*

Había que continuar y lo que imaginé que era un corto trayecto me sorprendió, cuando pregunté y me dijeron que aún faltaban algunas cuadras para ser caminadas, ni modo había que apaciguar el paso, no había prisas, un momento antes o un momento después no hacia gran diferencia.

Tenía que equilibrar la marcha para el otro extremo en esa balanza que se presentaba, con seres acostumbrados a otro ritmo, no podía cambiar tan rápidamente de frecuencia, simplemente tomar conciencia de la mía y adaptarla a la del alrededor, la respiración esa herramienta que llevamos con nosotros se hizo cargo de la situación, ese vértigo no podía hacerse cargo, solo tenía que dejarme envolver y meterme en mi justo centro .

Lo bueno de esa callecita la cual tomé, fue el sosiego que en ella se encontraba, la calma había entrado, nos alejábamos de las grandes avenidas, otro espacio que se veía a lo lejos, con grandes árboles que podían contar la historia del lugar en diferentes épocas, se divisaban.

*

*

Seguí y otra escultura estaba delante de mí y detrás de ella un pequeño mundo encerrado, protegido daba cuenta que allí se encontraba otro espacio para ser descubierto, disfrutado.

*

*

Con paso lento, me encaminé a él, como si estuviera viajando por un túnel de sorpresas que se iba abriendo con diferentes maravillas que recreaban los ojos, los sentidos e invitaban en sus bancas a contemplarlas, hacer un alto del objetivo y descansar, mientras un universo diferente se presentaba.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

JULIO, 2023

***

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13 comentarios en “RUMBO A PUEBLA: EL PASEO SAN FRANCISCO (3)

  1. Viendo tus fotos me recordaste mis estancias en esa ciudad tan bonita (bueno, al menos el centro histórico) porque por lo demás se me hace enorme y caótica. ¿Probaste la «pasita»? Es un licor muy típico, lo venden en un lugar del mismo nombre. Saludos, te seguimos en tus aventuras.

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    1. Ese licor lo probé hace mucho tiempo, esta vez estuve muy poquito tiempo y no dio para mucho, pues además elegí ir a un lugarcito que quería conocer, que luego verás cual es. TAl vez lo conozcas, yo hace poco me enteré de su existencia.
      Mis aventuras urbanas, que son todo un redescubrimiento. Abrazo grande Ana, y gracias

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  2. Yo con lo que me nutro, y bien, es con tu forma de vivir la vida y compartirla Themis. De verdad que caminar contigo es rico rico. Esta vez me he llevado un vestido vaporoso largo fresquecito y alpargatas cómodas. Aunque haga calor, no falta el termo con cafecito y también otro con agua fresca.

    Qué hermosas fotos! Si la gestión no salió esta vez, ¡Ya saldrá!

    Esto es absolutamente antioxidante en más de un sentido.

    Muchos abrazos!!!

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    1. Se fue el comentario Maty sin haberlo terminado, esas cosas que pasan con la tecnología o con uno que aprieta algo sin darse cuenta, jajajjajjaa. El cafecito siempre es bueno, que bien que lo traigas,
      El trámite ya saldrá en algún lado, vivo en México y conozco sus andanzas cuando no estás en los grandes centro poblados. Abrazo grande y gracias por venirte conmigo

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  3. Hola Themis:

    ¡Qué bonitas las imágenes! Una pena que luego no pudieras hacer la gestión a la que ibas allí, pero bueno, quédate con lo bueno, has escrito y nos has mostrado todo esto. Una experiencia más, como yo digo.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Gracias Merche, si ni modo, en México es difícil a veces tener certezas pues te dicen una cosa y luego es otra, entonces hay que arriesgarse y en esa osadía se pueden redescubrir lugares como Puebla a donde me mandó en esta peregrinación que recién comienzo. La paciencia se despliega y eso es bueno, no enloquecer, como me dijeron si quieres todo perfecto vete a Suiza, jajajajaja, tantos años aquí ya lo he aprendido y a tomarlo con filosofía. Gracias , abrazo grande y seguiré contando todo lo que me dejo un día de salida

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  4. Caminar contigo es un placer, Themis, por lo bien que describes cada momento vivido.
    Ya quiero seguir en la próxima entrega. Muchas gracias, por tu amabilidad de contarnos
    tus experiencias callejeras en Puebla. Me haces recordar mucho. Gracias. Mi abrazo grande.

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