LA CRUZ DEL NATUCHO: EMPRENDIENDO EL CAMINO(1)

LOS ENCUENTROS

«Porque estrecha es la puerta y angosto el

camino que lleva a la vida y pocos son los

que la hallan.»

Mateo 7 13-14

Había llegado el día de la ceremonia que se le hace a la Cruz del Natucho, cuyo nombre no sé qué quiere decir y nadie por ahora me ha dado cuenta de ello, más no pierdo la esperanza que un día llegue a encontrar a quién pueda decirme que significa en su idioma original, que es el ngiwa, mal llamado popoloca que en lengua náhuatl es un término despectivo y que era utilizado para todos aquellos grupos que no hablaban su idioma, el náhuatl  y que eran tratados como bárbaros o que su lenguaje era ininteligible,  tartamudos, pocos inteligentes, con esa visión que suelen tener los que se piensan que están por encima.

Más allá, es ya una lengua que no se habla, pocos la recuerdan y no andan por acá cerca, pues en cierta forma fue erradicada, como muchas otras que fueron colonizadas, primero por los aztecas y luego por los conquistadores blancos, sin embargo, no es de la historia del pueblo que les iba a contar sino de esa ida al cerro.

El Natucho se ve desde la plaza, su cruz protege al pueblo desde  lo alto, siempre la miro cuando ando cerca y más cuando el Hermano Sol la baña con sus rayos, anhelaba algún día llegar a ella y mirar desde arriba a esta villa que se expande debajo.

*

*

Salimos en la mañana, a pesar del sol y el calor abrumador que estaba haciendo, pero la misa se celebraría en su cumbre a las 12 del día y luego habría un convivio.

Maguito me había invitado, ella es una de las organizadoras, me contaba que todo comenzó hace como 14 años cuando con Doña Toñita y Doña Adelina, después de un rosario que se le hacía a la cruz, ahí tomaron la decisión de festejarlo como «Dios manda» con toda su formalidad, misa, convivio y desde ese momento, año con año se dedicaron a establecer ese instante de la forma más digna que se pudiera, con la ayuda y apoyo de todos aquellos que quisieran cooperar. Comida de por sí tenía que haber:

-Aunque fuera unos humildes frijolitos pero que todos puedan compartir.

En sus primeros momentos era de madera, pero las inclemencias del tiempo habían hecho que poco a poco se tronara y de ahí, Don Bayo, Don Modesto y Don Jorge, junto a otros más, decidieron hacerla de cemento y subirla hasta el cerro, para que de esa forma ya se volviera en cierta medida eterna.

Toda una proeza fue, pues es muy pesada y hacerla llegar no fue fácil, por el contrario un esfuerzo que gracias a Diosito que quería que ahí estuviera, ayudó para que así fuera.

Allá nos fuimos, al cruzar la plaza del pueblo estaban organizando la «Feria de la Tetechas» que sería en el fin de semana, poniendo los toldos, dejando todo acomodado, por lo que se veía iba a estar más grande que la del año anterior.

*

*

Al llegar a la Iglesia se escuchaba la música de la banda que acompaña el cortejo fúnebre, otro espíritu que seguía su viaje, «que Dios lo tenga en su Gloria», momento triste, sin embargo el punto certero a donde todos llegaremos.

La Vida y la Muerte, andan juntas y se presentan, celebración y duelo, un instante para la reflexión que el misterio de la cruz nos hará meternos aún más en ello.

*

*

Comenzamos a subir la cuesta, pues de ahí en adelante, cada vez más se iría empinando el camino.

Pasamos por ese lugarcito donde los árboles forman un techo y el frescor se siente de inmediato. Piso de tierra, vegetación alrededor, donde los rayos de luz atraviesan las copas de los árboles y muestran ese juego de sombras e iluminación, otro micro clima que no es el «rostizador» del cemento, una leve brisa hizo que el cuerpo se sintiera con más ímpetu para encarar el tramo que le seguía.

*

*

Sin embargo, a los pocos metros al dar la vuelta y encauzarnos de pleno  al repecho, el sol volvió a brillar y a soltar sus centellas sin miramientos.

Me detuve a tomar unos tragos de agua pues la deshidratada está aguardando los descuidos, esos golpes de calor, refrescar la garganta que ya estaba reseca y tomar unas respiraciones profundas para darle ánimo y energía al cuerpo para proseguir el ascenso.

*

*

Era tan fuerte la luz que descendía que parecía que a lo lejos la bruma tapaba al paisaje, lo emborronaba, encandilaba con esos efectos y los ojos se resentían.

Mucha claridad enceguece, estar frente a ella no produce lo que muchas veces pensamos, cuando nos decimos que hay que buscar la luz, indudablemente el equilibrio está en el justo medio, donde ni ella ni la obscuridad preponderen, eso sí las dos tienen el mismo efecto, lo dejan a uno ciego, sin poder ver, una por lo negro y la otra por lo blanco.

Todavía faltaba un muy buen trecho para llegar al verdadero camino que nos llevaría por esa subida empinada.

No sabíamos muy bien por donde agarrar, pues por donde se suele subir, esa brecha, estaba por el otro lado, sin embargo decían que era mucho más trabajoso para hacerlo y  este que habían abierto para alcanzar la cima sin tanto obstáculos, desconocíamos en donde se encontraba.

Preguntamos en una casa de esas que se encuentran aisladas en la montaña, donde tienen el vacío entre una y otra para no estar todos pegados, sin carecer de ese espacio vital alrededor y nos señalaron por dónde teníamos que agarrar.

Ahí llegamos a esa pendiente que nos aguardaba, ese camino en un principio amplio pero que a los pocos metros indicaba el sendero que había que tomar.

*

*

A partir de él tener muy en cuenta por donde se pisaba, cuidarse de algunas de esas plantas que las espinas estaban presentes para defenderse si alguien osaba en acercárseles demasiado, aunque fuera por descuido, mostrando que así actúan los habitantes del desierto.

*

*

Sin más, emprendimos la cuesta arriba, «por el sendero estrecho y angosto»…..

CONTINUARÁ…..                                                                                                             

MÉXICO

MAYO 18, 2023

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12 comentarios en “LA CRUZ DEL NATUCHO: EMPRENDIENDO EL CAMINO(1)

  1. Otro precioso paseo, hasta he sentido esos implacables rayos solares.
    Es verdad que este nombre, Natucho, no lo conocía.
    Es innegable Themis que tú no te puedes aburrir por no vivir en la ciudad, contigo no hay manera.

    Por cierto, en tu entrada anterior no vi publicado mi comentario pero creo que lo leíste porque recibí un correo. Espero que este también lo puedas ver. (Cosas de la modernidad).

    Un gran abrazo 🌹

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    1. Hola Maty, feliz día, el sol que está terrible más en estos momentos y que a esa hora y subiendo el cerro parecía que te tiraba rayos.
      En los pueblecitos lo que tiene es que se festejan muchos eventos cercanos a la religión y muchos convivios junto con ellos.

      No sé que sucedió con tu comentario, está publicado en el blog, acabo de verlo, ese mecanismo del correo no lo conocía. Esperemos que sea la modernidad, abrazo grande y gracias

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  2. Gracias Themis, casi todos los lugares que visitamos están cerca de un monte para peregrinar cuyo ascenso obliga a un cierto esfuerzo, como para recordarnos que lo santificado no gusta de estar al alcance de la mano. Un abrazo.
    Hasta en la luz se agradecen los matices.

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    1. Esta fue una ceremonia muy hermosa y muy al estilo México y más de los pueblecitos o de esas regiones que aún mantiene o por lo menos parte de sus habitantes las costumbres ancestrales. Ya verás en las entradas que vienen como se festejó. Abrazo grande y gracias

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    1. Gracias Gusanito Volador, lo malo de ello es que o necesitas ser dueño de hectáreas alrededor o poco a poco el pueblo crecerá y te comerá, basta que alguien se aleje para que otros se animen y lo vayan a acompañar y se peguen al lado. El ser humano es gregario.
      Eso sí, vivir, con el suficiente espacio alrededor es un gran privilegio. Abrazo grande

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  3. Hola Themis, a veces se me antoja vivir en un pueblito, de hecho mis escapadas muchas veces son a lugares así, donde todos se conocen y donde hay otro ritmo de vida. Interesante lo de la cruz que mencionas, ya quiero verla. Saludos.

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    1. Hermosa realmente, muchos cerros la tienen, es costumbre de los pobladores el ponerlas, más cuando viven cerca de esos cerros o tienen su trabajo o llevan sus rebaños a pacer, por lo menos un rosario le rezan a dador de su beneficio.
      Vivir en un pueblito tiene su encanto, se vive en otro ritmo, más allá que para muchos es de muerte y aburrimiento no saben que hacer con la energía que les sobra cuando no hay muchos entretenimientos para desahogarse. Yo ya me he acostumbrado a vivir en lugares apartados y la ciudad me crea demasiada ansiedad. Abrazo grande

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    1. Gracias Merche, la verdad que sí, fue una muy hermosa experiencia, que a pesar de haber sido vividas en un momento en que el sol estaba en su esplendor y que como en todo desierto la sombra escasea, no detuvo el gozo del momento como si una mano invisible protegiera. Abrazo grande

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