EN BUSCA DE LAS FLORES AMARILLAS

LA LLUVIA DORADA

Hacía días que tenía ganas de ir hasta las afueras del pueblo, donde comienza la seguidilla de arbolitos amarillos, esos que florecen en esta época en el desierto, entre cactus columnares, nopales  y magueyes.

La tarde estaba hermosa, la brisa tenue y sedosa dejaba que  el calor acariciara la piel y diera señales que ya pronto, muy pronto estaría en todo su apogeo.

El sol marcaba su descenso, dejando a su paso un cielo amarillo pintado por sus rayos, ya no tenían la fuerza del cenit, solo querían irse a dormir.

Salí contenta rumbo a la carretera, es por ahí donde en cada salida a la ciudad los veo cómo adornan al desierto, lo vuelven un gran jardín, vestido con los colores de Tonatiuh.

Apenas di la vuelta a la esquina ahí me lo encontré me mostraba su despliegue de elegancia y refinamiento, también de felicidad, sus florecillas delicadas titilaban cual pequeñas estrellas movidas por el aire de la primavera.

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Seguí mi camino, muy presta iba, quería llegar pronto a encontrarme entre ellas, cuando de repente algo me hizo detener y como una indicación con voz de firmamento, me paró en seco.

-¿Para qué correr?. Goza la hermosura del renacimiento.

Tomé conciencia y me puse a reír con mi misma, que hacía un momento había regresado de su retiro en la estratósfera, que solo me miró e hizo un gesto como diciendo «y síiiiiiiiiiii», qué otra cosa tienes que hacer».

Ahí sin esperarlo mientras daba vuelta por las calles vacías, se apareció una gran enredadera que caminaba por un muro y se estaba vistiendo de campanillas lilas.

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Ni siquiera había andado muchos metros y otra hermana Campánula se desplegaba, cómo no van a simbolizar la alegría y la fragilidad con esa sencillez cálida y hermosa con la que gozan.

Además de  ser algunas de ellas, una muy buena medicina para la depresión, si con solo mirarla anima al corazón.

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Seguí mi camino y llegué a la carretera, la crucé pues del otro lado comenzaban a aparecer, desplegados por todas partes los árboles pintados por el arcángel Jophiel, ese que se cuenta que es el encargado del amarillo del espectro de la luz, el que esparce la sabiduría y cuyo nombre significa «Belleza de Dios», más allá que en hebreo representa «La luz de Dios».

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Dicen que su luz cuando ilumina es mágica, encanta a quien está bajo su influjo, le da abundancia sobretodo en mostrarle la belleza en todo lo que existe, sin lugar a dudas había llegado al desierto, tal vez a dejar plasmada una huella clara de la creación, en esta primavera que se despliega.

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Con sus ropas doradas camina por él y va iluminando los arbolitos verdes, tal vez recordando cuando según cuenta estaba en el Edén, de donde corrió a Adán y Eva y se quedó cumpliendo la tarea de cuidar con su espada en la mano el Árbol de la Vida, siempre acompañado de un libro.

Miraba la calle de tierra, donde un árbol repleto de ellas yacía a la vera, eso si las flores ya no estaban tan frescas, son efímeras, duran un instante y enseguida se vuelven acariciadas por la brisa una lluvia de pétalos amarillos.

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En eso estaba embelesada mirando a ese color áureo que la teñía, cuando de repente se desató el soplo y empezó a bañarme con múltiples puntos de Luz Dorada que caían sin detención, vaya momento de embriaguez, sumergida en esa gracia de la creación…

CONTINUARÁ…

MÉXICO

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DESPUNTA LA PRIMAVERA

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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

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16 comentarios en “EN BUSCA DE LAS FLORES AMARILLAS

  1. Hola Themis, lindas fotos y lindo relato. Gracias por invitarnos a pasear contigo por el pueblo, mirando tanta cosa bella que nos regala la primavera. En verdad que ver las flores con su belleza y su complejidad es el mejor antidepresivo que hay. Te dejo saludos.

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