ENTRE RAYOS DORADOS
El frío había ido aminorando como que la llegada del fin de año lo había hecho sentir que era hora de moderarse un poco, se había condolido de los pobres «cristianos» que se andaban congelando y como que eso no estaba bien para recibir al nuevo que por allí andaba dando vueltas, esperando a ser parido.
¿Qué sería de él?, ¿qué traería dentro?, más allá que no había que preguntarse esas cosas, ya de por sí la vida es bastante difícil al viviéndola día a día como para adelantarla, mucho más viendo en la que estamos, aunque muchas veces nos llama el intentar pronosticar que es lo que sucederá, como esa suerte que se lee cuando se tira el Tarot o el café turco o las runas, o los buzios, o..o…tantos métodos que ha inventado el humano en diferentes culturas, pues son pocos los que no tienen esa curiosidad que a veces parecería que viene de muy temprano, el querer saber qué es lo que sobrevendrá.
El 31 para despedirlo me salí a dar la vuelta, quería llegar a ese lugarcito que voy siempre. Hacía tiempo que no lo hacía, que me había quedado encerrada, tal vez por esa modorra que da cuando uno se acobija y se siente calentita como si una dulzura aterciopelada la apapachara, la «abrazara con el alma», como muy poéticamente se define a esa palabra náhuatl.
Cuando salí lo primero que vi fue a ELLA que entre nubes arrepolladas ahí estaba en su fase creciente, la que se convertirá en la Luna Llena del Lobo.
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Me quedé unos momentos mirando ese cielo que lucía hermoso, la luna, las nubes, ese azul cerúleo, esa luz que se esparce mucho más que la de otros colores, porque ella viaja como si fuera en diminutas olas, más cortas que el resto de los matices.
Me encaminé al atrio de la Iglesia para cruzar ese pasaje de los Evangelistas pues la luz estaba espectacular y generalmente caminando para ese lado se puede vivenciar más hermosa aún.
Es que los árboles dejan que entre sus ramas los rayos se cuelen y de esa manera proyectan la sombra en el piso donde claridad y obscuridad se presentan intercalándose, mientras mi silueta las camina.
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Fui atravesando ese lienzo extendido y al subir mi vista me di cuenta que las puertas de la Iglesia estaban abiertas, me acerqué, su entrada estaba adornadas por hileras de piñatas que colgaban en el aire para terminar en una sobre la puerta.
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El silencio era sepulcral, parecía que el pueblo se había vuelto fantasma, todo estaba callado, ni los pájaros se sentían cantar, ni un alma caminaba por las calles.
El año que acababa los tenía a todos ocupados, preparando su despedida y la llegada del nuevo.
Seguí mi camino, fui recorriendo sus calles, las luces me llamaban en ese poblado desierto en el desierto, con sus muros de barro del color de la tierra que aún permanecen después de tanto tiempo.
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Caminaba y nada que sucedía, iba subiendo la cuesta coronada por las luces que relucían alrededor y pasé junto a mi conocido el chivito, estaba solo, sus padres no se veían con seguridad que fueron vendidos, el macho se le veía que era un muy buen semental.
Subido en la rama de ese árbol enano, lloraba, llamaba para que alguien se le acercara o por sus padres que los extrañaba. Se le veía la tristeza en esos ojos de rayita.
Dicen que los animales no sienten, que no los humanicemos, pues si lo hacemos corremos el peligro de dejar de utilizarlos para nuestro beneficio, y tal vez descubramos con ellos a nuestros propios sentimientos y nos sorprendamos de esos sentires que llevamos dentro, sin embargo, esto es otro tema.
Me le acerqué, hablamos un ratito, nos miramos, nos saludamos, nos reconocimos, nos dimos fuerzas para seguir adelante y retomé mis pasos.
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Las luces brillaban en la cuesta arriba, el dorado invadía el espacio, esa luminosidad que dicen es la más pura, que tiene una alta vibración, que llena de energía, de amor, que sumergirse en ella nos va llevando a la curación y a un conocimiento profundo.
Llegué a ese lugar en la cima, la brisa estaba fría, el apapacho del encierro por más luz dorada que había, se iba congelando, por otro lado, templaba al alma, pues a cada tanto se sentía ese balido de desconsuelo a lo lejos.
El sol descendía e iba tiñendo el firmamento, un quiote se alzaba al cielo, mostrando lo que había sido.
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Una extraña pesadumbre invadía, como cuando algo se termina, el fin de año estaba llegando, era hora de renacer, de limpiarse, de dejar la carga que se había almacenado y retomar ligero, igual que el año, Nuevo.
-Decisión tomada- le dije a mi misma, que con el frío estaba metida dentro en postura fetal- el estreno del Año, de este ciclo social que se abre, lo viviremos arriba de la montaña, en la contemplación, en el silencio, en el vacío, en la inmensidad, en el sosiego rodeado de cactus, biznagas, sotolines y todo el ecosistema del desierto.
Levantó la cabeza como hacen los perros cuando están echados, tan cómodos que no quieren ser perturbados, me miró y volvió a su posición.
CONTINUARÁ….
MÉXICO
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!


Estaba uno pensando en este comienzo de año, que los únicos pasos que dejan huella, son los pensamientos que se quedan adheridos sobre las páginas del cuaderno de la existencia. Los tuyos siempre animan a una profunda reflexión. Un abrazo.
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Gracias Carlos, la verdad que no me doy mucha cuenta de ello, más allá que si a mi me lleva a hacerlo, esa contemplación que se da en esas caminatas, donde se vuelve una meditación en movimiento. Un abrazo grande
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El inicio de un nuevo año trae siempre reflexiones y resoluciones. Gracias por dejarnos asomarnos a tu día, gracias por esas lindas fotos. Estaremos pendientes de ese diálogo interior. Saludos.
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Gracias Ana a tí, por leerlas. Así es, se suele tomar alguna decisión o por lo menos lanzar a los aires la intención que nace, para de esa manera vaya madurando y tome fuerza para ser cumplida. Abrazo grande
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¡Qué maravilloso don de transformar en hermosas palabras estos paseos contemplativos, Themis!
Un fuerte abrazo!
JM
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Gracias José Manuel, es a veces habitar el propio mundo, ese juego con uno mismo, fundido a todo lo que rodea y esos encuentros con la belleza que en lo que sea se descubre. Abrazo bien grandote
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Un año se acaba, pero también empieza uno nuevo.
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Si, Joshua es la constante, cumple un ciclo y de regreso, la magia del camino en esta vida, abrazo grande, sé muy feliz. Gracias
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