FINALIZANDO EL AÑO

Había emprendido el camino a Tehuacán, tal vez sería la última ida del año, mis actividades hacían un impás hasta el próximo y con ese aumento del virus o de los virus, de ese Covid o de las influenzas o de lo que sea que estaba habiendo mejor era no tentar al contagio y quedarse dentro.

La Navidad y el fin de año estaban cerca, ya se sentía ese clima especial que rodea a estas fechas, un dejo de nostalgia, hasta de tristeza las invaden por eso hay veces que pienso, que para no estar cerca de esas emociones que emanan que nos insitan a  un camino hacia dentro, hacia la reflexión, nos volcamos al consumo desenfrenado.

Iba en el autobús mirando ese paisaje increíble que me acompaña en cada viaje y que no me cansa el meterme en él, el perderme en su inmensidad.

Si hay algo que me llama la atención y me fascina del desierto, es como el detalle a color que rompe lo homogéneo aparece pintándolo, esta vez frente a mi mirada atónita pues era una maravilla mirarlo aparecían unos arbolitos con sus flores muy tiernas, blancas, delicadas y con ello daban ese toque esperando como dice la canción «Blanca Navidad».

«Blanca es mi quimera
Y es mensajera
De paz y de puro amor»

Irving Berlin

Todavía se veían los vestigios de esas amarillo fuerte con las que las flores silvestres habían anunciado el mes de la muerte y ahora pasaban a esa pureza, a ese renacimiento.

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No es por la nieve, pues por ahora aquí no la hay, pero con estas ternuras nos señalan a esa tonalidad que encierra a todos los colores y con ello guarda también a la luz. Simbólico detalle nos manda la naturaleza en estas fechas, mi corazón se puso contento al irlo descubriendo, ya que a medida que avanzábamos se extendían más en el camino.

Llegué a destino y al bajar del autobús en esa avenida  que tiene un enorme camellón lleno de árboles con grandes copas, vivienda de una cantidad de pajarillos que en el atardecer crean un jolgorio de sonidos despidiendo al día, me quedé mirando los adornos que marcaban que ya las fiestas decembrinas habían llegado.

Grandes piñatas de barro, adornadas con múltiples colores,  con sus siete picos, tan características de las Posadas en México, esas fiestas que se celebran durante nueve días antes del nacimiento de Jesús y que simbolizan el camino recorrido por María y José pidiendo algún lugar donde reposar para el alumbramiento.

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Los siete picos de la piñata representan los siete pecados capitales: soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria.

Los colores tan atractivos hacen alusión a las tentaciones, dentro se llena de dulces, frutas, juguetes, el romperla semeja el deshacerse de los pecados y así obtener la recompensa que cae de ella.

Allí parte de la avenida estaba adornadas con ellas, con alas de angelitos, estrellas, renos, grandes letras de luces que decían Feliz Navidad y otro que hacía alusión al Año 2023. Ese que ya va a llegar.

Había mucho movimiento en él.

Seguí mi camino y me fui encontrando con todo lo característico de estas fiestas, las Noche Buenas, esa planta originaria de México y Centroamérica que es la representante de estas fechas.

La cual era utilizada por  los mexicas en celebraciones rituales, como símbolo de pureza y la vida nueva de los guerreros caídos. Su nombre nahuatl Cuetlaxóchitl significa «flor de cuero», hay rojas, amarillas y color salmón.

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Seguí caminando y de repente el ulular de sirenas me hicieron detenerme, me estaba acercando al Parque Juárez en el centro de la ciudad, ya lo había alcanzado cuando me siento inmersa entre muchas personas, patrullas y motos de la policía abrían la marcha y con ello el estruendo de los sonidos que lanzaban hacía que hubiera que taparse los oídos.

Luego de ellos, la banda de guerra hacía sonar sus tambores

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e instrumentos de viento en todo su esplendor.

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Pregunté a unas personas que era lo que sucedía y me dijeron que era el funeral del Gobernador que acababa de morir y como era oriundo de esta región lo traían a sepultar en su tierra.

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Me detuve unos momentos para retornar a mi camino y darme cuenta que la ciudad era una locura, la mayor parte de sus calles estaban cerradas, el tránsito estaba embotellado por todo el alrededor, dejando libre a los conductores para que se expresaran con sus cláxones, costumbre tan particular de la ciudad, donde al primer obstáculo sacan su ansiedad de esa manera, también se podía interpretar con este acontecimiento tan particular, que era un homenaje a quien los había dirigido hasta ese momento.

En la tarde-noche cuando ya emprendí el regreso al llegar a la avenida de árboles ancianos colmada de pájaros que revoloteaban y gritaban de contento, anunciando que el Hermano Sol ya se había desvanecido y teñido el cielo, las luces estaban prendidas.

Muchas personas caminaban y las contemplaban, aprovechaban a sacarle fotos a sus niños en las alas luminosas que allí estaban.

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Otros en el arco que formaba las luces del Año 2023 se metían en él para hacerlo.

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Sin lugar a dudas la Navidad ya se anunciaba, el frío daba cuenta de ello y también que el Nuevo Año estaba a la espera.

Caminando lentamente, disfrutando ese momento, las luces, los decorados me encaminé al autobús para el regreso.

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¡QUE EN EL PRÓXIMO AÑO ENCUENTRES LA FELICIDAD QUE GUARDAS DENTRO DE TÍ MISMO Y LA DERRAMES A TU ALREDEDOR!

GRACIAS A TODOS POR UN AÑO MÁS DE SU COMPAÑÍA

BENDICIONES

MÉXICO

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