RESPUESTA

LA SORPRESA

Ya iba de salida, me estaba poniendo el tapabocas y volví a entrar a la casa en busca de un abrigo, mientras dentro mío uno de esos personajes que habitan para llamarlo de alguna manera,  en esa «confederación de almas» o digamos de mente modular, estaba en desacuerdo, mostrando su fastidio por tener que cargar con algo que no era necesario pues ya íbamos suficientemente abrigados.

Ni en cuenta lo tuve ni me dejé llevar por sus opiniones, que más allá la secundaban otros, son de esos antiguos, los de la vieja guardia que aún no han entendido que ya no se puede evaluar por lo que era y más vale prevenir que lamentar.

Apenas salí a la calle me invadió un aire fresco que no se sentía dentro de la casa, ni en el patio.

-¿Y?- le digo al malhumorado que venía dentro – ¿no es preferible ir como la cebolla poniendo o sacando capas que exponerse a los cambios abruptos?.

Ahí seguí el camino hasta llegar a la plaza donde ya el aire corría más libre y pegó duro en la espalda, me puse por encima de los hombros mi sudadera y me empecé a sonreír de estas desavenencias internas con los otros «yoes» que por ahí andan, ni modo tenían que aceptar que ahora se reunirían alrededor de la hegemonía de ese nuevo «yo «pandémico y climático.

Fui directo a mi platea, quería ver una puesta de sol libre de paredes, que cuando había salido parecía que iba a ser extraordinaria por la cantidad de nubes que surcaban el cielo, de esas que se empiezan a teñir de colores y van cubriendo a la cúpula de acuarelados tonos.

El sol aún estaba alto y enceguecía, así que decidí ir al campanario a estar un rato en su resguardo mientras bajaba un poco más el disco dorado.

Fui subiendo por las piedras hasta llegar a su escalera, para llegar hasta la campana y ahí me senté.

*

*

Desde que había llegado al montículo del Calvario, se escuchaba la música alta que venía parecía de una fiesta que había a lo lejos por la carretera, se veía el gran toldo de colores que con seguridad cobijaba a los invitados, más allá lo que llamó a mi atención eran las luces doradas que todo el alrededor tenía.

*

*

En las alturas se sentía el frío, me puse bien mi sudadera e inmediatamente un delicioso calor se hizo cargo de equilibrar a mi cuerpo.

Las nubes fueron desapareciendo, como si se las hubieran tragado, me quedé mirando por los pequeños arcos del campanario,  me gusta ese encuadre que le da al paisaje.

*

*

Por ahí andaban la pareja de pájaros carpinteros, dando vueltas, junto con otros de cabecitas rojas y unos pequeñines hermosos aunque no tenían nada de especial, salvo el jolgorio que se traían.

El ambiente parecía presagiar que la Primavera andaba cerca, por lo menos el día así se había presentado.

Fui bajando para llegar al otro lado de la Iglesia en donde se encuentra la platea para podr instalarme a ver al Hermano que se despedía.

Gran fue mi sorpresa cuando me di cuenta que ninguna nube se encontraba de ese lado en el firmamento.

La música estaba fuerte, cada vez se sentía con más estridencia, de repente frente a mi sobre las rocas apareció como si fuera una pista, iluminada por los amarillos del que se iba y ahí comenzaron las primeras notas de una canción que me fue llevando a otra época, allá por los años 50, a aquellos bailes de aquel momento, cuando era una niña y correteaba entre los danzarines.

*

*

» Siempre en su casa presente está
El bodeguero y el cha, cha, cha
Vete a la esquina y lo verás
Y atento, siempre, te servirá

Anda enseguida, córrete allá
Que con la plata lo encontrarás
Del otro lado del mostrador
Muy complaciente y servidor»

Mientras ellos movían sus caderas, se soltaban, daban vueltas, al ritmo de aquel momento, «El bodeguero», canción que levantaba cualquier baile y que a todos hacía dejar sus sillas para ir a moverse, a recrearse, a olvidarse por unos momentos que el mundo existía.

«Bodeguero, ¿qué sucede?
¿Por qué tan contento estás?
Yo creo que es consecuencia
De lo que en boga está

El bodeguero bailando va
Y en la bodega se baila así
Entre frijoles, papa y ají
El nuevo ritmo del cha, cha, cha»

Para terminar luego en aquel estribillo que se repetía y se repetía y no cesaba de repetirse, aquel que decía:

«Toma chocolate
Paga lo que debes
Toma chocolate
Paga lo que debes

Toma chocolate…. «

Un largo rato estuve escuchando todas aquellas canciones que me llevaron a mi mundo infantil, hasta que un danzón ese ritmo tan mexicano de origen cubano, que ha ganado escenario y se baila en muchas plazas de la capital y de los pueblos los domingos, que lo conocí por primera vez en Veracruz, cuna mexicana de él.

Recuerdo que me gustó mucho cuando lo vi bailar por primera vez, esos movimientos considerados inmorales e indecentes en sus inicios, pues se danzaba abrazados, se tocaban el cuerpo y se meneaban de una manera sinuosa, un escándalo para las normas morales de aquellos tiempos.

El sol se fue, poco a poco el escenario luminoso en el que estaba extasiada mirando y recordando se fue borrando, me paré decidida a irme, me di la vuelta y caminé unos pasos, frente a mí en uno de los arbolitos que ahí se encuentra, se apareció un fruto, abierto, con unos hilos blancos que salían de él.

*

*

Un descubrimiento que hizo que mi boca se abriera, pues era una pregunta que me estaba la Vida respondiendo, la cual había lanzado al aire.

Había visto en el patio de nuevo esas semillas plumosas que tienen una cantidad de filamentos que funcionan como si fuera una esfera y la hace correr o como si fuera un paracaídas, flotan con la brisa o con el viento, la más conocida es la de diente de león.

Tomé un grupo de penachos de filamentos con mis dedos,  abandonaron el fruto y dejaron ver las semillas unidas a ellos, que maravillosa sensación sentir su suavidad, elevarlas, abrir mi mano y que el viento las fuera llevando por el aire cada vez más alto,. Volví a reproducir la acción y me puse a jugar con ellas, con esa posibilidad que me daban de encontrarme en ese instante preciso en donde estaban aguardando a que la brisa las liberara.

*

*

El asombro, el deslumbramiento, la maravilla, la fascinación de verlas emprender su viaje, de sentirlas flotando en esa corriente que las iba llevando, bañadas con esas últimas luces que las iluminaban.

No fue la puesta de sol esperada llena de nubes de mil colores, sin embargo otro regalo la Vida tenía reservado, por eso lo mejor es no esperar nada, de esa manera no nos decepcionamos y nos abrimos al regocijo de aquello que nos llega de improviso.

MÉXICO

Letra canción: EL BODEGUERO de: Eduardo Richard Egües Martínez

***

Para los que la quieran recordar

*

CRÓNICAS DESDE EL PATIO: SORPRESAS INSOSPECHADAS

DULCE Y TIERNA NAVIDAD

LA CERCANÍA DE LA NAVIDAD (1)

LA CERCANÍA DE LA NAVIDAD (2)

*

Te invito a visitar mi página de face

blog de themis

Y TAMBIÉN  EL BLOG

puedes encontrar otras entradas que te interesen.

Link Pagina Principal 1

GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

FIRMA baja res

10 comentarios en “RESPUESTA

    1. La verdad Eva que no sé cómo se llama, es como un pequeño arbolito muy de desierto, que no llama mucho la atención al verlo, sin embargo guarda dentro algún misterio, como en ese fruto, llenitito de esas semillas voladoras.
      Un abrazo y gracias

      Me gusta

Gracias por comentar...!!!

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.