LAS SEÑALES EQUIVOCADAS
La Navidad había traído consigo un clima primaveral, el recrudecido frío que había acompañado hasta el momento se desvaneció dejando paso a un aire tibio, junto con una brisa que hacía bailotear a todo aquello que encontraba a su paso.
La lluvia se había retirado hacía un tiempo, regalando de forma inesperada, cuando nadie se acordaba de ella y como despedida final una copiosa descarga de agua, así dejó el paso definitivo a que los días de la tierra suelta se volvieran a hacer cargo de los caminos.
La brisa primaveral se encontró con ella y la hizo volar como si estuviera en pleno apogeo.
El calorcito invitaba a salir a dar un paseo, a recorrer un poco ese mundo de afuera que aún esperaba la llegada de los Reyes para retirar el adorno con el que lo habían vestido.
Fui recorriendo las calles vacías, el silencio hacía gala de ser dueño del espacio, solo su voz muda se oía, esa que puede alterar al alma si no se está acostumbrado a estar con si mismo y con ello desatar a la imaginación, fantasear y que el miedo se haga cargo del instante, con ello llamar al suspenso, para enfrentanos a nosotros mismos y a nuestros fantasmas.
Ese silencio sepulcral no es para todos lo mismo, puede llevar a la paz más grande, al sosiego o alterar de una forma desenfrenada.
Me fui metiendo en él al ritmo del latir del corazón, tomé el surco de su voz, para seguir el camino que imprimía, cada vez se hacía más potente, ni siquiera el trinar de un pájaro se escuchaba.
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Las luces se reflejaban en pequeños cuadros, daban paso a las siluetas que contrastaban con esa puesta de sol que muy tímidamente se perdía en un cielo azul, sin colores que lo cubrieran.
Así iba caminando jugando con los amarillos de las luces que relucían en pequeños espacios, cuando frente a mí apareció la flor de los árboles amarillos.
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Me quedé mirándola, preguntándole que hacía emergiendo tan temprano, la falsa Primavera la había burlado dándole la señal de salida, sin embargo, algo decía que no era tiempo todavía, que en cualquier instante el invierno inclemente se podría aparecer y congelar a las pobres engañadas.
Al dar vuelta la esquina en ese lugarcito donde varios de los árboles amarillos están plantados, relucían con sus flores que abrían que junto con las luces que el disco dorado les regalaba daban la ilusión de estar repletos de ellas, sin embargo era otro engaño que se plasmaba, no eran tantas, sin embargo, hacían más asombroso el encuentro.
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Ese tropiezo inesperado para romper los esquemas vividos y disfrutar de ese nuevo, ahí estaba dando luz a los obscurecidos días que habían precedido, donde los grises se habían hecho cargo de esparcirse y llevar con ellos una atmósfera lánguidamente monótona.
Locura de clima, locura de vida, locura solo eso por todos lados instalada, lo que era ya no es, lo que es no se espera, mejor no aguardar nada y salir a ver qué es lo que pasa, como se presenta, cual es el ritmo que baila.
Así las flores de la Primavera aparecían, llenaban el entorno con los amarillos y los morados que como tapetes caían por las paredes, relucían, estaban contentas de desplegarse de nuevo.
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Seguí mi camino rumbo al lugar de siempre para encontrarme que estaba ocupado, se veían las siluetas que admiraban a ese atardecer que se iba sin dejar rastros, en ese mutismo imperturbable que la tarde encerraba.
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Retomé el camino de regreso, en eso iba cuando al dar vuelta en una esquina me di cuenta que a unos pasos estaba la banda de caninos que se juntan y ya me habían divisado y venían camino hacia donde estaba.
Seguí en la que iba no era seguro cambiar el rumbo, solo rogar porque estuvieran en un buen día, pues había veces que perseguían a los que se encontraban, más allá que el líder me conoce y me ha acompañado, sin embargo no es de fiar, puede reaccionar de cualquier forma.
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Pasé por su lado y ni se inmutaron, ni ganas de ladrar tenían, parecía que no querían romper con el silencio que se había instaurado .
Llegué a la Iglesia donde el camino de los Evangelistas estaba iluminado, me atraen las luces de la Navidad, me metí en él.
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Linda sensación mirar hacia arriba sentirse rodeada de pequeñas estrellitas que caían como cascadas, a los costados las ramas de mezquite simulando arbolitos de luz, un mágico instante donde todo brillaba y regalaba un tiempo de silenciosa bonanza.
MÉXICO
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!


Este tiempo templado más que un regalo parece un préstamo que nos hizo el invierno, no se preocupen y recojan las flores, dice. Que luego paso a cobrarlo!! Un abrazo.
Que lindo paseo nos diste!!
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Precioso relato magníficamente ilustrado. Gracias! Un abrazo!
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Gracias José Manuel, un abrazo grande y linda semana
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Hermoso cómo nos haces sentir lo que te rodea, Themis. Aquí también tuvimos días de primavera pero ahora nos azota el frío de Enero… Cuídate y gracias por compartir las fotos y tus magníficas observaciones que nos hacen sentirte cerca. Besos.
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Gracias Julie, me alegra que así lo veas, aquí aun hace más calor del que tendría que hacer en esta época, vamos a ver cuanto dura, un abrazo bien grande
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Hola Themis, siempre sorpenden tus relatos por los detalles. Eres una gran observadora de la naturaleza el entorno. Leerte ha sido un agradable paseo. Saludos.
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Gracias Ana, todo paseo es una aventura con el entorno, con lo que sucede y a veces con lo que no sucede, una forma de conocerlo y de conocerte. Un abrazo grande
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Bonito e inspirador tu paseo, como siempre.
Abrazo, Themis.
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Hola Eva, qué lindo saber de ´ti!, que te aparezcas de sorpresa, gracias, me pone contenta saber que te gustó ese extraño y movilizador paseo, un abrazo grande
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