CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LAS NUEVAS ANDANZAS

Cuando el mundo se vuelve extraño

Estaba sentada en los escalones observando esa plantita que está creciendo en un pequeño huequito en la pared y maravillándome de la vida, cómo surge en cualquier pedacito que tiene espacio, ahí le batalla para acomodarse, adaptarse y surgir victoriosa a engalanar los ojos que la quieran ver.

Por otro lado es toda una enseñanza de lucha, de esfuerzo, de persistencia de no desmoronarse por las dificultades pues muchas veces son ellas quienes nos hacen crecer y fortalecer nuestro carácter, nos dan la posibilidad de cambio sin importar situación, ni edad, con ese atrevimiento necesario para vencer los obstáculos, sin importar lo que fuimos sino lo que ahora estamos siendo, partir de ahí y desplegarnos en una nueva faz.

*

*

En eso andaba, inmersa en esos pequeños detalles a veces insignificantes que nos señalan la forma correcta de actuar y miro hacia arriba y ahí me encuentro a todas las tortolitas esperando muy en paz que les ponga la comida, por lo menos eso era lo que creía.

Allá voy empiezo a esparcir el arroz y el alpiste y desde las alturas me miran, sin ni siquiera hacer el mínimo movimiento para bajar, termino de expandirlo y me siento.

Nadie se mueve, todas quedan mirando el suelo y siguen en esa modorra que hay veces que les gana.

-Y ahora, ¿qué les pasa?- pregunto asombrada

Sigo ahí sentada largo rato tratando de dilucidar los acontecimientos, la situación parecía que se hubiera congelado, ni un solo cambio de postura se hizo notar, hasta que de repente desde lejos llegó una volando, se paró en una esquina del muro, encabezando la hilera, una tras otra comenzaron a moverse y formaron una larga fila, como si todas respetaran el lugar de la otra. La que había llegado saltó al aire y descendió, y así una tras otra iban recorriendo los puestos llegaban al espacio indicado y de ahí se lanzaban, como si fueran paracaidistas arrojándose desde un bombardero.

-Y esto, ¿de qué se trata?- solo muevo mi cabeza en actitud de no entender y sigo mirando los acontecimientos.

No sé qué está pasando en el patio como que hay algo que parece estar cambiando, como si se estuviera volviendo una sala de juego por un lado hay veces que me lo parecería, pues el otro día después de las paracaidistas, se apareció otra escena.

Yo me digo que es como si estuvieran en el juego de las estatuas, si ese que jugaba cuando era niña que uno se movía como quería y de repente un golpe o algún sonido realizado por otro que había sido designado para ello hacía que todo se detuviera y se quedaba ahí petrificado en la posición en que lo encontraba el aviso, hasta que otro aplauso hacía que todo volviera a la vida y se moviera. Claro que el más moderno se hace con música y se baila y cuando se detiene todos paran en la posición que quedaron sin embargo, a falta de ella buenas son las percusiones que nacen de nuestro cuerpo.

Así están las tortolitas, eso si no sé de donde sale la señal para que ellas se queden en total inmovilidad por un rato largo, como si una fuerza superior a ellas las detuviera y ni un solo parpadeo de sus ojos se ve.

El otro día estaba en mi descanso de la pantallita y mis labores, sentada en la escalera, mi asiento predilecto, ellas me llevan desde pequeña a la reflexión y les había puesto un poquito de arroz ahí estaban cuatro de ellas comiendo muy tranquilas, iban para un lado y para otro sin pelearse en franca hermandad cuando de repente al mismo tiempo se ponen en esa actitud de quedarse en la inmovilidad absoluta.

*

*

Me quedo observando la situación pues generalmente dura segundos y regresan a la acción o se van volando, sin embargo esta vez la espera tarda, nada pasa, es como si esa energía, esa vibración que había llegado las hubiera inmovilizado, para al rato después de un muy buen tiempo, seguir en la que estaban, era como si la matrix se hubiera detenido y regresaban al antiguo lugar en donde se encontraban.

Otro día Coquita la veo llegar volando y descender exactamente en la entrada de la casa, pero como que no pudo parar el impulso, se cae y se desliza y por unos segundos queda despanzurrada en el piso, se paró y quedó petrificada en la puerta, no iba ni para atrás ni para adelante, ni movía sus ojos, ni atinaba a hacer nada, ahí paralizada, como si algo le hubiera agarrado o no se reponía de la sorpresa que tal entrada le había ocasionado.

*

*

Sin embargo esa no fue la vez que más llamó a la atención sino uno de esos días que estaba dentro de la casa escribiendo y entra Coquita, a su visita diaria, recorre parte del lugar dando sus vueltas de inspectora de zócalos, viendo si en algún descuido se cayó alguna miguita en el piso.

Estaba en total paz, yo seguí haciendo lo mío, pues ya es tan frecuente que entre que no se puede decir que sorprende, sin embargo de repente algo sucedió, se pone a volar como loca, no entiendo que pasa, solo escucho su batir de alas pasando por mi cabeza y siento su desesperación al querer salir, están las ventanas abiertas, está la apertura en la puerta, sin embargo está atrapada sin salida.

-¿Qué pasa?- entre que me pregunto y abro mi boca, hay algo que me inquieta en ese agitar de alas consternado, pues no es la primera vez que entra y la puerta está abierta, no entiendo por qué no sale por ella.

Trato de hablarle en voz muy tranquila, indicándole por donde se puede salir, sin embargo va y se para en el cortinero.

*

*

Ahí la dejo sin molestarla, desde la altura me mira, se la ve entrando en la calma, pero no se mueve, quietecita se queda.

Pasó el tiempo y de un momento a otro quiere salir por la única ventana que está cerrada, parecía que estábamos todos locos pues se daba de golpes y la desesperación ganaba terreno.

De nuevo le hablo pausado, en murmullo casi, baja agotada al piso y queda en un rinconcito como castigada mirando la pared.

Estaba desconcertada, se la sentía con miedo, sin fuerzas para emprender otra acción.

Al fin, mientras le hablaba y le decía que tratara de dar vuelta y ver que enfrente de ella tenía la puerta que estaba abierta, lista para que emprendiera su vuelo, giró y se me queda mirando, como petrificada, para luego seguir girando, hasta que al rato salió volando y no regresó.

*

*

Salí fuera y me encontré con el piso repleto de pequeños grillos que brincaban para todos lados y se iban subiendo por la pared, eran una enormidad, había que tener cuidado de donde pisar, con seguridad que las altas temperaturas y la humedad que hubo en el último tiempo dio pie a que nacieran tantos, lo malo de ello es que su depredador natural es el alacrán y a ese si hay que tenerle cuidado. Primera vez que veo tantos juntos.

*

*

Algo raro anda en el aire, extraños movimientos. Veremos qué sucede, esperemos que llegue el frío y los calme a todos y nos proteja.

MÉXICO

***

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12 comentarios en “CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LAS NUEVAS ANDANZAS

  1. ¡Qué bonito! Yo creo que cualquier cosa es digna de observarse, en el terreno que sea. Me ha encantado este llevarme de la mano en todo esto de las tortolitas, es cotidianeidad mágica. Porque así es todo lo que nos circunda, sólo que no todos lo apreciamos así. Que bueno que tú lo vives y lo transmites.

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    1. Gracias Maty, estoy de acuerdo contigo, en todo lo que observemos encontraremos alguna enseñanza, algo que tiene guardado y que a simple vista no lo vemos, es meterse en un mundo diferente, es cada día irse haciendo más parte de este Universo en el que vivimos. Un abrazo grande

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